Después de una prolongada permanencia en Buenos Aires, el embajador del Líbano en la Argentina, Riad Kantar, cesó sus actividades el 17 de mayo y pocos días después regresó a su país.
Kantar fue un incansable crítico de la ocupación de su país por parte de Israel y aprovechó cuantos foros tuvo a su alcance para dar a conocer su posición en ese tema. En su casa de Beirut prevé retomar sus trabajos de análisis e investigación de la política y la sociedad de la región y aspira dar los toques finales de 12 libros de su autoría que aún permanecen inéditos.
El gobierno libanés no designó de inmediato al sucesor de Kantar en la embajada. Transitoriamente quedó como jefa de misión una muy joven diplomática: la encargada de negocios Rola Nourreddine, una especialista en economía de 27 años.
Kantar seguirá ligado con la Argentina por fuertes lazos afectivos. Además de ser su última misión diplomática, es el país que su padre había elegido para vivir, durante 25 años, antes de que Kantar naciera. También permanecen en el país algunos descendientes de sus familiares, llegados a Buenos Aires a comienzos del 1900.
Una curiosidad a propósito del embajador saliente: el apellido Kantar es una deformación de Al-Kontar, que significa 100 ratl (es decir, 250 kilos). Su origen se remonta a 300 años, cuando un joven libanés levantó en una competencia una piedra de 250 kilos. Los Kantar o Al-Kontar provienen de una tribu yemenita que combatió las Cruzadas, hace 900 años. En recompensa por ello, se les otorgaron tierras en el Líbano, donde dejaron su descendencia.