El arma decisiva de Israel
Ni los misiles, ni los carros de combate, ni la aviación ni la artillería. Tampoco el enorme desarrollo de su capacidad nuclear. Para el autor de este trabajo, general de artillería, el arma decisiva de Israel se basa en la demografía: poblar incesantemente los territorios arrebatados a los palestinos para hacer inviable cualquier atisbo de futuro Estado.
Por Alberto Piris Es variada la panoplia de armas con las que Israel mantiene militarmente la ocupación de los territorios de lo que antes de 1948 fuera Palestina. Muchos medios de comunicación, aún parcos en mostrar el arsenal bélico de los judíos para no dañar más el desgastado mito de David y Goliat, las han mostrado recientemente.
La represión de la Intifada, en las pasadas semanas, ha sacado a la luz los principales sistemas de armas aeroterrestres de moderna factura, en forma de mísiles, aviación, carros de combate y artillería. Las armas nucleares, de las que también está dotado Israel -violando los tratados internacionales a ellas relativos-, de poco sirven en el actual conflicto, pero en la sombra siguen ocupando el papel resolutivo de última ratio regum, en la explosiva zona de Medio Oriente.
Sin embargo, el arma decisiva para vencer la resistencia palestina no es ninguna de las ya mencionadas. Se empezó a proyectar tras la guerra árabe-israelí de 1967, cuando Israel ocupó Cisjordania y Gaza, territorios antes pertenecientes, respectivamente, a Jordania y Egipto, y se diseñó en el seno de un movimiento sionista llamado Gush Emunim, el Bloque de los Fieles. Consistía en recurrir a la demografía y poblar, mediante la instalación incesante de nuevas colonias, los territorios arrebatados por las armas a sus anteriores poseedores. Los ahora denominados “asentamientos” judíos en el interior de Gaza y Cisjordania se están revelando como el arma resolutiva en manos de Israel en su conflicto con la población palestina.
El manejo de las distintas armas implica siempre el desarrollo de una moral específica: la moral del combatiente que las utiliza. No es la misma cuando se combate a bordo de un submarino que cuando se forma parte de un pelotón de infantería. También esto se aplica a los habitantes de los asentamientos, que se consideran los verdaderos héroes del sionismo, la vanguardia del regreso judío a la tierra prometida, a Judea y Samaria. De hecho, los pobladores de los asentamientos constituyen en su gran mayoría un sector extremista de la población judía, para los que el vivir rodeados de un pueblo hostil obliga a apoyarse en un fanatismo religioso y político que ellos alimentan y hacen crecer incesantemente.
Los hechos son irrefutables. Los 145 asentamientos que se incrustan en los dos territorios que controla la autonomía palestina violan los convenios internacionales que impiden la colonización estable de tierras ocupadas durante una guerra. Desde los acuerdos de paz de Oslo de 1993, la población insertada ha aumentado desde 125.000 hasta 200.000, sin contar otros 200.000 judíos que ocupan once asentamientos situados en Jerusalén oriental, cuya ocupación por Israel también es considerada ilegal por Naciones Unidas. Según fuentes israelíes, en este mismo período se han construido casi 40.000 viviendas nuevas en suelo palestino.
Contribuye aún más a ahondar el odio y el recelo de la población palestina el hecho de que muchos de esos asentamientos, modernos y bien equipados, están a muy corta distancia de los campos de refugiados palestinos, donde éstos viven en condiciones miserables en su propio país. Muchos efectivos militares israelíes se dedican en exclusiva a la protección de las colonias judías, cuyas vías de comunicación trazan una telaraña que perturba la vida de los palestinos, al establecer rígidas limitaciones a sus desplazamientos.
El Informe Mitchell ha detectado con precisión la importancia de esta cuestión: “Será muy difícil que cese la violencia entre palestinos e israelíes a menos que Israel no detenga totalmente la construcción de nuevos asentamientos”. A esta proposición respondió Sharon afirmando que los asentamientos seguirán creciendo al ritmo que se estima natural, a la vez que desde el gobierno palestino se ha declarado que los asentamientos son una bomba de relojería y que mientras existan en la tierra palestina ocupada “proseguirán la resistencia y los levantamientos”.
La escritora norteamericana Susan Sontag, en su visita a Israel para recibir uno de los más importantes premios literarios de este país, fue todavía más allá y manifestó públicamente que no podría haber paz hasta que no se desmantelasen todos los asentamientos. Éste es ahora el punto más difícil de cualquier negociación entre las partes enfrentadas. Ocurre así porque los asentamientos constituyen el arma más decisiva en manos de Israel, ya que le permite fragmentar, con más eficacia que ningún artefacto nuclear, la contigüidad territorial de cualquier esbozo de futuro estado palestino y hacerlo inviable en la práctica.
La fuente: El autor es un general de artillería español en la reserva y analista del Centro de Investigación para la Paz.