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jueves, mayo 16, 2024

El desorden mundial del día después

PolíticaEl desorden mundial del día después

El desorden mundial del día después

¿Qué vendrá después de esta guerra? Algo que preocupa a la inmensa mayoría de los paquistaníes es que los talibanes, derrotados y arrinconados en su país, entren en Pakistán y hagan estragos en sus ciudades y en su sistema social. Pashawar, Quetta, Lahore y Karachi son especialmente vulnerables. Entonces, los occidentales, una vez apuntada la victoria (?), se taparán los ojos ante el desastre que dejan detrás. Respecto del supuesto objetivo de esta operación -la captura de Ben Laden- no será fácil. El se encuentra bien protegido en las remotas montañas del Pamir, y puede muy bien desaparecer. Pero continuará siendo proclamada la victoria. Occidente confiará en la corta memoria de sus ciudadanos. Pero supongamos que Ben Laden es capturado y matado. ¿De qué manera ayudará esto a la guerra contra el terrorismo? Habrá otras personas que decidirán imitar de diferentes maneras los sucesos del 11 de septiembre. Más importante aún, el escenario se trasladará a Medio Oriente.

Tariq Alí

Durante las tres últimas semanas el gobierno militar paquistaní ha estado intentando convencer a los talibanes para que entregue a Osama ben Laden y evitar así la catástrofe que puede ocurrir. Fallaron en el intento. Dado que Osama es yerno del mullah Omar, el líder talibán, es poco de extrañar que ello haya ocurrido. La cuestión mas interesante es saber si Pakistán, después de haber retirado de Afganistán a sus propios soldados, oficiales y pilotos, ha conseguido dividir a los talibanes y apartar a aquellos totalmente dependientes de su patronazgo. Esto sería un objetivo crucial del régimen militar, con vistas a conservar su influencia en un futuro gobierno de coalición en Kabul.

Las relaciones entre Pakistán y los mandos talibanes han sido tensas en los últimos tiempos. El pasado año, en un esfuerzo por reforzar la amistad paquistano-afgana, Pakistán envió un equipo de fútbol para jugar un partido contra Afganistán. Cuando los dos equipos estaban alineados uno frente a otro sobre el césped del estadio de Kabul, con el árbitro a punto de dar el pitido inicial, se presentaron unos policías barbudos y dijeron que los futbolistas paquistaníes se encontraban vestidos de manera indecente.

La ropa que llevaban eran pantalones normales de fútbol, mientras que el equipo afgano iba vestido con unos pantalones grotescos que les llegaban más abajo de las rodillas. Pensaban, quizá, que las curvas de los muslos de los paquistaníes podían causar alteraciones entre el público exclusivamente varonil asistente. ¿Quién sabe? Los jugadores paquistaníes fueron detenidos, sus cabezas rapadas y todos ellos azotados en público mientras se obligaba a los espectadores del estadio a cantar versículos del Corán. Esta fue la señal de aviso amistosa que envió el mullah Omar a los militares paquistaníes para afirmar la independencia de su liderazgo y su lealtad a Ben Laden.

El bombardeo de Kabul y de Kandahar por los Estados Unidos y su siempre leal aliado británico no habrá afectado seriamente la capacidad combativa de los talibanes. La fuerza combinada -incluida la brigada especial de árabes de Bein Laden- se dice que cuenta con unos 30.000 o 40.000 veteranos ya curtidos. Sin embargo, las fuerzas de los talibanes están efectivamente rodeadas y aisladas. Su derrota es inevitable. Tanto Pakistán como Irán están contra ellos a lo largo de dos importantes fronteras. Es improbable que duren más allá de unas pocas semanas. Obviamente, algunas de sus fuerzas irán a las montañas y esperarán a que se retiren los occidentales para atacar entonces al nuevo régimen que probablemente se instale en Kabul cuando el octogenario rey Zahir Shah se traslade desde su confortable villa romana a los menos saludables parajes en el derruido Kabul.

La Alianza del Norte, que cuenta con el respaldo occidental, es ligeramente menos religiosa que los talibanes, pero sus antecedentes en todos los demás aspectos son igualmente repudiables, sujetos a la necesaria censura pese a que los intereses coyunturales le hayan otorgado un carácter presuntamente redentor. Durante el año pasado se han dedicado a comerciar a gran escala con heroína, dejando en ridículo las afirmaciones de Blair en el sentido de que esta guerra es también una guerra contra las drogas.

La idea de que ellos puedan constituir una mejora sobre el régimen talibán causa risa. Su primer acto instintivo será vengarse de sus oponentes. Sin embargo, durante estos últimos días la Alianza se ha debilitado por la defección de Gulbuddin Hekmatyar, antiguo combatiente por la libertad (?), favorito de los occidentales y bien recibido en la Casa Blanca y Downing Street por Reagan y por la señora Thatcher.

Esta persona ha decidido ahora apoyar a los talibán contra el infiel. Mantener un nuevo estado cliente en Afganistán no va a ser cosa fácil, dadas las rivalidades locales y regionales. El general Musharraf ha dicho ya a los paquistaníes que no aceptará un régimen dominado por la Alianza del Norte. Esto no causa ninguna sorpresa, dado que lleva luchando con la Alianza desde hace más de una década.

Hasta ahora el ejército paquistaní (al revés que sus colegas árabes) ha evitado un golpe de estado provocado por capitanes y coroneles. Son los generales quienes han controlado siempre el poder y han mantenido unido al ejército, compartiendo en gran medida prebendas. Está por ver si esto será suficiente.

Mucho dependerá de lo que venga después de esta guerra. Una cosa que preocupa mucho a la inmensa mayoría de los paquistaníes es que los talibanes, derrotados y arrinconados en su propio país, entren a Pakistán y hagan estragos en sus ciudades y en su sistema social. Pashawar, Quetta, Lahore y Karachi son especialmente vulnerables. Entonces, los occidentales, una vez apuntada la victoria (?), se taparán los ojos ante el desastre que dejan detrás.

En lo que respecta al supuesto objetivo de esta operación -la captura de Ben Laden- no será fácil. El se encuentra bien protegido en las remotas montañas del Pamir, y puede muy bien desaparecer. Pero continuará siendo proclamada la victoria. Occidente confiará en la corta memoria de sus ciudadanos. Pero supongamos que Ben Laden es capturado y matado. ¿De que manera ayudará esto a la guerra (?) contra el terrorismo? Habrá otras personas que decidirán imitar de diferentes maneras los sucesos del 11 de septiembre.

Mas importante aún, el escenario se trasladará a Medio Oriente. En Arabia Saudita está teniendo lugar una fuerte lucha entre facciones de la familia real. Los saudiólogos hace tiempo que admiten que el príncipe Abdullah está muy próximo a los clérigos wahhabíes.

Pero tendrá que afrontar una población muy enfadada, como también le ocurrirá a Hosni Mubarak en Egipto. Crece la perspectiva de que se produzcan brotes en ambos países y parece que las consecuencias de la guerra anglo-americana en Afganistán van a ser incendiarias.

La fuente: el autor es un escritor y periodista paquistaní, autor, entre otros, de los libros “A la sombra del granado” y “El libro de Saladino”.

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