Hay que bombardear a Irak
En momentos en que arrecian las campañas internacionales en contra del ataque a Irak,el autor explica las razones por las cuales considera imprescindible bombardear a destajo la vieja Mesopotamia, una acción en la que no deben ahorrarse esfuerzos y en la que Europa no puede permanecer indiferente. Para defender la paz, para defender la vida, para defender la fiesta americana.
Por Ricardo López Dusil
La noche era cerrada y el hombre caminaba por una de esas calles que es mejor olvidar. En una esquina apenas iluminada por una luz mortecina de neón, vio a dos tipos moliendo a golpes a un tercero, que a duras penas ensayaba alguno que otro cross que nunca llegaba a destino. Dudó un instante, pero sólo eso. Se arremangó la camisa y allí fue, en pos de la justicia. Ya imaginan el resultado: entre los tres terminaron de liquidar la resistencia del pobre cristiano.
El chiste, bien contado, es gracioso. Pero la realidad, ya lo saben, suele superar a la ficción (permítanme una imagen con escasa originalidad, pero estrictamente verdadera).
Pienso en eso cuando imagino el rostro iluminado del joven Bush (ya saben, el que tiene dificultades para ver la tele y comer galletas al mismo tiempo, ese adorable ser apenas subnormal, pero irremediablemente bueno) al recibir las declaraciones de Hans Blix, el 9 de enero último. Blix, el jefe de los inspectores de desarme de las Naciones Unidas en Irak, ha traído tranquilidad al mundo desarrollado, a quienes amamos la democracia, la justicia y la paz. “No hemos hallado ningún revólver con humo”, dijo, con encantador lenguaje de western, mascando chicle con sabor a menta (los otros, frutados, son un poco maricones). Lo que podía traducirse como que “Irak está perfectamente inerme” y por lo tanto, ya lo podemos bombardear a gusto, sin riesgos para nuestros valientes pilotos. Y los que dudábamos hasta ahora, podemos sumarnos a la cruzada con tranquilidad. Ya podemos incorporarnos al ataque anglosajón los europeos y también los americanos (me refiero a los otros americanos, a esos que estamos debajo de los Estados Unidos en más de un sentido).
Es hora de bombardear a Irak y de olvidarnos por un rato de Ben Laden, devenido en el escurridizo actor principal de la cadena Al-Jazira, y del mullah Omar (¿se acuerdan de él? Era el tuerto de Afganistán que se escapó en moto. Dicen que se anotó para correr la París-Dakar).
La verdad es que me aterra pensar en la posibilidad de que alguno de nuestros jóvenes patriotas pueda perder la vida en esas tierras lejanas (lejanas para nosotros, claro, ya que para ellos están muy cerca). ¿Qué haríamos sin ellos, además de una película para llorar, un memorial y unos cuantos artículos para la prensa libre?
Los iraquíes, en cambio, son malos irremediables y los que no lo son todavía, lo serán en el futuro, si no los educamos en nuestros valores humanistas. Hay que bombardear de una vez, hay que matar en nombre de nuestra fiesta.
La fuente: el autor es el director periodístico de El Corresponsal (www.elcorresponsal.com).