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jueves, mayo 16, 2024

El mercado con sangre entra

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El mercado con sangre entra

Algunos dicen que es demasiado simplista denunciar que la guerra se libró simplemente por el petróleo. Tienen razón. La guerra se libró no sólo por el petróleo sino por el agua, los caminos, los trenes, los teléfonos, los puertos y las drogas. No resulta sorprendente que tantas multinacionales traten de disputar un lugar en el largamente inexplotado mercado iraquí. No es sólo que la reconstrucción costará unos 100.000 millones de dólares. Significa también que el “comercio libre” por medios menos violentos no ha funcionado muy bien en los últimos tiempos.

Por Naomi Klein

El 6 de abril, el subsecretario de Defensa de los Estados Unidos, Paul Wolfowitz, lo dijo con toda claridad: las Naciones Unidas no tendrán papel alguno en establecer un gobierno interino en Irak. El régimen controlado por Estados Unidos durará al menos seis meses, “posiblemente… más”. Y para el momento en que el pueblo de Irak elija un gobierno, las principales decisiones económicas acerca del futuro de su país habrán sido asignadas por sus ocupantes.

“Tiene que existir una administración eficaz desde el primer día”, dijo Wolfowitz. “La gente necesita agua y alimentos y medicina. El servicio de alcantarillado y de electricidad debe operar. Esa es una responsabilidad de la coalición”.

El proceso de lograr que toda esa infraestructura funcione es llamado generalmente “reconstrucción”. Pero los planes norteamericanos para el futuro de la economía iraquí van más allá de eso. El país es tratado como un pizarrón en blanco en el cual los neoliberales de Washington podrán diseñar su economía de ensueño: totalmente privatizada, propiedad de extranjeros y abierta a los negocios.

Algunos hechos destacados: un contrato por 4,8 millones de dólares para la administración del puerto de Umm Qsar ha ido a parar a una compañía norteamericana, la Stevedoring Services. La Agencia Internacional de Desarrollo de Estados Unidos ha invitado a multinacionales norteamericanas a presentar propuestas para toda clase de proyectos, desde reconstruir caminos y puentes hasta imprimir libros de texto.

¿Cuánto pasará antes de que esos contratos deriven en acuerdos a largo plazo para la privatización de los servicios de agua, sistemas de tránsito, caminos y teléfonos? ¿En qué momento la reconstrucción se transforma en privatización disimulada?

El representante Darrel Issa, republicano por California, ha presentado un proyecto de ley que exige al Departamento de Defensa construir un sistema de teléfono celular CDMA en el Irak de posguerra a fin de beneficiar a “poseedores de patentes norteamericanas”. Tal como señaló Farhad Manjoo en la revista online Salon, CDMA es el sistema usado en los Estados Unidos, no en Europa, y fue desarrollado por Qualcomm, uno de los donantes más generosos de Issa.

Y luego, está el petróleo. El gobierno de Bush sabe que no puede hablar de manera abierta acerca de vender los recursos petroleros de Irak a Exxon Mobil y Shell. Eso se lo deja a personas como Fadhil Chalabi, un ex funcionario del Ministerio de Hidrocarburos de Irak. “Necesitamos que gran cantidad de dinero llegue a nuestro país”, dice Chalabi. “La unica forma es privatizar parcialmente la industria”. Chalabi forma parte de un grupo de exiliados iraquíes que han estado asesorando al Departamento de Estado sobre la forma de implementar esa privatización para que no parezca que proviene de los Estados Unidos.

Para ayudar en ese plan, el grupo realizó una conferencia los días 4 y 5 de abril en Londres, donde propuso que Irak abra sus puertas a las multinacionales petroleras tras la guerra. El gobierno de Bush ha expresado su gratitud prometiendo que habrá muchos cargos para exiliados iraquíes en el régimen interino.

No todo es petróleo

Algunos dicen que es demasiado simplista denunciar que la guerra se libró simplemente por el petróleo. Tienen razón. La guerra se libró no sólo por el petróleo sino por el agua, los caminos, los trenes, los teléfonos, los puertos y las drogas. No resulta sorprendente que tantas multinacionales traten de disputar un lugar en el largamente inexplotado mercado iraquí. No es sólo que la reconstrucción costará unos 100.000 millones de dólares. Significa también que el “comercio libre” por medios menos violentos no ha funcionado muy bien en los últimos tiempos. Cada vez más países en vías de desarrollo rechazan la privatización, en tanto la Asociación de Libre Comercio de América latina, la prioridad de Bush a nivel comercial, es ampliamente impopular en toda América latina.

Negociaciones de la Organización Mundial de Comercio sobre propiedad intelectual, agricultura y servicios se han estancado entre acusaciones de que Estados Unidos y Europa no han cumplido con pasadas promesas.

Por lo tanto, ¿qué puede hacer una superpotencia adicta al crecimiento y afectada por la recesión? ¿Por qué no modificar el Libre Comercio Liviano, que conquista mercados a través de forcejeos de matones en el cuarto trasero, a Libre Comercio Súper Pesado, que captura nuevos mercados en los campos de batalla de las guerras preventivas? Después de todo, las negociaciones con países soberanos pueden ser difíciles. Es más fácil desgarrar el país, ocuparlo y luego reconstruirlo de la manera en que al ocupante se le antoje.

El presidente Bush no ha abandonado la idea del comercio libre, tal como algunos señalan. Sólo que tiene una nueva doctrina: bombardear previo a la compra.

Los inversionistas pronostican que una vez que la privatización se arraigue en Irak, Irán, Arabia Saudita y Kuwait se verán obligados a competir privatizando su petróleo. Tal vez en poco tiempo más, Estados Unidos habrá conquistado toda una nueva zona de libre comercio a través de los bombardeos.

Sería “muy torpe”, en las palabras del comisionado de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, Chris Patten, que Estados Unidos se quede con todos los contratos jugosos. Estados Unidos tendría que aprender a compartir. Por ejemplo, Exxon Mobil debería invitar a la empresa francesa Total Fina Elf a participar en la explotación de los campos petroleros más lucrativos. Bechtel debería dar a la británica Thames Water la posibilidad de intervenir en contratos de alcantarillado.

Pero si Patten se siente airado ante el unilateralismo norteamericano, eso no tiene mucha importancia. ¿A quién le importa si las multinacionales obtienen los mejores contratos en el Irak posterior a Saddam? ¿O que la privatización es hecha de manera unilateral por Washington, o multilateral, por Estados Unidos, Europa, Rusia y China? Lo que está totalmente ausente del debate es el pueblo iraquí, el que tal vez desea que queden en su poder algunos de sus bienes.

Ante la ausencia de un proceso democrático, lo que se está planeando no son reparaciones, reconstrucción o rehabilitación, sino robo puro y simple. Saqueo en masa, disfrazado de caridad. Privatización sin representación. El pueblo iraquí, hambreado y enfermo por las sanciones, luego pulverizado por la guerra, emergerá de este trauma para descubrir que su país ha sido vendido.

También descubrirá que su nueva “libertad” estará maniatada por decisiones económicas que estaban siendo planeadas en oficinas de corporaciones mientras las bombas seguían cayendo. Luego se le pedirá que vote por nuevos líderes, y que dé la bienvenida al maravilloso mundo de la democracia.

La fuente: el autor es ensayista y líder de la antiglobalización.

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