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Eyadema, Gnassingbé

BiografíasEyadema, Gnassingbé

Perteneciente a una familia campesina del norte, estudió en una escuela de misioneros protestantes hasta los 16 años, cuando se alistó como recluta en el ejército francés. Desde 1953 sirvió en Indochina, Dahomey (actual Benín), Níger y Argelia, y en 1962, dos años después de la independencia, regresó a Togo con el grado de sargento mayor. La negativa del presidente Sylvanus Olympio a incorporarlo a las exiguas Fuerzas Armadas togolesas, dominadas por miembros de la etnia ewe, lo colocó directamente en el bando de enemigos del mandatario.

Así, tomó parte en el golpe de Estado militar del 13 de enero de 1963 que acabó con la vida de Olympio, como jefe del pelotón de soldados que asaltó la residencia presidencial. El nuevo presidente civil, Nicolas Grunitzky, adversario político del fallecido, recompensó a Eyadema por su decisiva actuación integrándolo en el Ejército y favoreciendo su promoción interna, de manera que para 1965 comandaba ya el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas togolesas, con el rango de coronel.

Ocupaba esta posición cuando el 13 de enero de 1967 anunció la toma del poder por el Ejército y la formación de un Comité de Reconciliación Nacional, presidido por Kléber Dadjo. Verdadero director de los acontecimientos, el 14 de abril Eyadema, de paso ascendido al grado de general, se proclamó presidente de la República y ministro de Defensa, disolvió la Asamblea Nacional, suspendió la Constitución e ilegalizó los partidos políticos.

Aún manteniendo la naturaleza militar del régimen, Eyadema procedió a institucionalizarlo de manera progresiva, apoyándose siempre en oficiales de su tribu, la kabré. En noviembre de 1969 constituyó un partido único, el Reagrupamiento del Pueblo Togolés (RPT); en enero de 1972 se aseguró en un plebiscito, con casi el 100% de votos, su continuación al frente del Estado por un período indefinido; y el 30 de diciembre de 1979 fue elegido presidente constitucional, lo que le permitió proclamar al despuntar el año siguiente la conclusión del régimen militar y el nacimiento de la III República. Siempre en el marco de su única candidatura, Eyadema fue reelegido el 21 de diciembre 1986 para un segundo septenio con el 99,9% de los votos.

En todo este tiempo, Eyadema suprimió implacablemente cualquier oposición a su gobierno dictatorial y campeó los numerosos intentos de derrocarlo, muchas veces dirigidos además contra su vida. Asimismo, adoptó una línea de plena cooperación con los intereses de Francia -cuyas tropas lo sacaron de apuros en la intentona golpista de septiembre de 1986- en la región, emparejándose con otros mandatarios conservadores del África francófona, como los de Senegal, Gabón, Zaire y Costa de Marfil.

Siguiendo el ejemplo de su colega zaireño, Mobutu Sese Seko, el 8 de mayo de 1974 retiró la primera parte francesa de su nombre, Étienne, para dar ejemplo en su programa de africanización de los usos y las costumbres togolesas. Además decretó la sustitución del francés por el ewe y el kabyé como lenguas de instrucción obligatoria. Hasta que las incertidumbres económicas aconsejaron estrechar los vínculos con Francia, Eyadema practicó una política pretendidamente nacionalista, cuyo principal episodio fue la nacionalización, en febrero de 1974, de Cotomib, la compañía francesa que explotaba los fosfatos, principal producto de exportación.

Desde mediados de los años ochenta, las crecientes dificultades de una economía muy sensible a las cotizaciones fluctuantes del fosfato en los mercados internacionales, generaron un amplio descontento social que fue reprimido por las fuerzas de seguridad. Hasta finales de los años noventa se calcula que unos 300.000 togoleses (sobre una población de 3 millones y medio) abandonaron el país y se establecieron en los países limítrofes.

Ante las exigencias de la oposición, movilizada como Colectivo de Oposición Democrática (COD) y el ímpetu de la corriente democrática, alentada por el Gobierno francés, en todo el continente, Eyadema concedió de mala gana una amnistía general y el pluripartidismo el 17 de marzo de 1991. Semanas después, cedió en otra reivindicación y convocó para julio una Conferencia Nacional Soberana (CNS), destinada a poner en marcha unas instituciones de transición y preparar un calendario electoral.

Tras unas dramáticas jornadas represivas, el 2 de diciembre soldados leales a Eyadema detuvieron temporalmente al primer ministro de transición nombrado el 27 de agosto, Joseph Koffigoh. Las componendas que siguieron, más nuevos actos de fuerza de un Ejército fuertemente condicionado por las lealtades étnicas, restituyeron al presidente las prerrogativas de las que había sido despojado por la CNS, cuyo proyecto de Constitución, aprobado en el referéndum del 27 de septiembre de 1992, quedó en papel mojado.

En las elecciones del 25 de agosto de 1993, boicoteadas por la oposición y deslegitimadas por los observadores internacionales (excepto Francia, que siempre ha salido en ayuda del dirigente togolés cuando le han llovido las recriminaciones), adjudicaron a Eyadema el 94,6% de los votos, con una participación del 39,5%. Los tres dirigentes opositores capaces de perjudicar a Eyadema en las urnas -Gilchrist Olympio (hijo del presidente asesinado en 1963 y él mismo gravemente herido en un tiroteo en 1992), Yawovi Agboyibo (del Comité de Acción para la Renovación, CAR) y Edem Kodjo (representante del COD y líder de la Unión Togolesa por la Democracia, UTD)- se ausentaron de la consulta, bien por la invalidación gubernamental (en el caso de Olympio), bien por el boicot voluntario (los otros dos).

Las legislativas tuvieron lugar el 6 y el 20 de febrero de 1994 y otorgaron a la coalición formada por el RPT y la Unión para la Justicia y la Democracia (UJD) 37 de los 81 escaños de la Asamblea, mientras que los tres partidos opositores ganaron una mayoría absoluta de 44 escaños. No obstante, Kodjo, aun con el rechazo de los diputados de su grupo, aceptó el puesto de primer ministro.

Los resultados de las segundas elecciones presidenciales, el 21 de junio de 1998, sugirieron que de no haber mediado el fraude, apenas maquillado, y la intimidación policial en los colegios electorales, el vencedor hubiese sido Olympio, candidato de la Unión de Fuerzas por el Cambio (UFC). Según los datos oficiales, Eyadema obtuvo el 52,1% de los votos y su inmediato contrincante el 34,1%. Las legislativas, celebradas el 21 de marzo de 1999, confirieron al RPT una abrumadora mayoría de 79 escaños (todos menos dos) en la Asamblea, debido al boicot general la oposición.

La Unión Europea (UE) expresó su malestar no liberando la ayuda al desarrollo congelada desde las elecciones de 1993, aunque ya en 1994 Francia reanudó su asistencia financiera civil y militar. Ese mismo año Togo había reanudado las negociaciones con el FMI y el Banco Mundial, interrumpidas desde la reacción neodictatorial de 1991, para la concesión de nuevos créditos.

Todo ello acontecía con un comportamiento de la economía, afectada por la devaluación del franco CFA y la fuerte caída de los precios del fosfato, sumamente errático: de una recesión del -13,4% del PIB en 1993, saltó a un crecimiento del 10,7% en 1994, para alternar crecimientos y decrecimientos en los años siguientes. En 2000 el Gobierno de Lomé seguía sin regularizar la cooperación con los organismos donantes, agudizándose una penuria financiera tal (crecimiento del servicio de la deuda, retrasos de varios meses en los salarios de los funcionarios y militares, poda drástica de los presupuestos del Estado) que se temía una explosión social.

Retratado como un superviviente de excepción y con la restauración de su poder autocrático como telón de fondo, Eyadema, que tiene fama de hombre austero y poseedor de un gran vigor físico, reunía a finales de 2000 tres significativos registros de veteranía política: era el sexto estadista más antiguo del mundo y el segundo presidente después del cubano Fidel Castro, así como el más longevo mandatario de África tras los fallecimientos de Mobutu Sese Seko en 1997 y el rey Hasan II de Marruecos en 1999.

Esta singular trayectoria, sostenida con actuaciones crudamente represivas, ha sido presentada por Eyadema y su entorno de leales como un caso de invulnerabilidad con ribetes mágicos. A la leyenda de baraka del presidente togolés han contribuido los numerosos complots y atentados fallidos. En 1974 fue el único pasajero que escapó con vida en un accidente de avión provocado por el estallido de una bomba, y en 1977, 1986 y 1993 esquivó las partidas de comandos que los conjurados de turno le enviaron a su residencia en Lomé.

Desde hace muchos años Eyadema ha ejercido un rol diplomático excepcionalmente activo, que en los períodos de animosidad exterior contra su régimen le han evitado el cierre del cerco por la parte africana. Así, en 1980 y 1981 encabezó el grupo de países profranceses que plantó cara a las apetencias territoriales de Libia en Chad; en noviembre de 1986 auspició en Lomé la XIV Conferencia Franco-Africana; en marzo de 1997 convocó una cumbre extraordinaria de la Organización para la Unidad Africana (OUA), para intentar un alto el fuego entre la guerrilla zaireña y el presidente Mobutu, viejo amigo y aliado; en febrero de 1997 aportó tropas a la Misión Inter-Africana de Monitorización de los Acuerdos de Bangui (MISAB) en la República Centroafricana, donde el presidente Ange-Félix Patassé arrostraba una peligrosa revuelta militar; y ofreció sus buenos oficios a Nigeria y Camerún para resolver su disputa por la soberanía de la península de Bakassi.

Más aún, como presidente de turno desde 1999 de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) -cometido que ya desempeñó en 1977-1978 y en 1980-1981, Eyadéma ha mediado positivamente en dos conflictos civiles de la región, los de Guinea Bissau y Sierra Leona. En la ex colonia portuguesa facilitó un arreglo para un Gobierno de unión nacional entre el presidente João Bernardo Vieira y el general desafecto Ansumane Mané (14 de diciembre de 1998), y suministró la avanzadilla de las fuerzas de pacificación (Ecomog). En el caso sierraleonés concertó en Lomé un acuerdo de paz entre el presidente Ahmad Tejan Kabbah y el líder guerrillero Foday Sankoh (7 de julio de 1999), el cual firmó en calidad de testigo, aunque tanto un logro como el otro terminaron naufragando meses después.

Precisamente en este segundo escenario bélico, el presidente togolés optó por una posición neutral, a diferencia de sus colegas de Burkina Faso y Liberia, que han sido acusados de suministrar armas al Frente Revolucionario Unido (FRU) de Sankoh. Por otro lado, las relaciones con Ghana, tradicionalmente tensas por el irredentismo de Lomé sobre el antiguo Togo británico, hoy parte de Ghana, y las acusaciones de apoyo a desertores togoleses que lanzan incursiones desde el otro lado de la frontera, trataron de encarrilarse en la visita que Eyadéma hizo a su homólogo en Accra, Jerry Rawlings, el 12 de mayo de 1998.

La experiencia adquirida en Liberia y la perspectiva de nuevos conflictos en los estados miembros indujo a la CEDEAO a considerar, en una cumbre celebrada en Lomé el 17 de diciembre de 1997, la dotación de mecanismos permanentes de previsión, resolución de conflictos y mantenimiento de la paz, cuyo brazo ejecutor serían unas fuerzas de despliegue inmediato.

Del 10 al 12 de julio de 2000 Lomé volvió a ser la sede de una Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la OUA, la XXXVI ordinaria, que eligió a Eyadema presidente anual de turno en el período 2000-2001 y que presentó el proyecto de convertir la organización en una Unión Africana dotada de instituciones supranacionales al estilo de la UE. En este foro el mandatario togolés ha gozado siempre de importantes apoyos, al igual que en el más amplio formado por los países de África, el Caribe y el Pacífico (ACP). Los países ACP son signatarios de los convenios de Lomé, marcos de cooperación y asociación con la UE que reciben este nombre del lugar en que se adoptó el primero de ellos, el 28 de febrero de 1975.

Esta descollante actuación africana de Eyadéma ha creado la paradoja de que si, por un lado, ha recibido premios como el Pax Mundi, instituido por el ex secretario general de la ONU Dag Hammarskjöld, o el de la Asociación Diplomática Internacional, por el otro la ONG Amnistía Internacional ha denunciado año tras año un deplorable panorama de violaciones de todo tipo -ejecuciones extrajudiciales de presuntos opositores, arrestos arbitrarios de periodistas, políticos o trabajadores de organizaciones de Derechos Humanos, exacciones contra la población civil-, cometidas por el Ejército y las fuerzas de seguridad leales al presidente.

El 5 de febrero de 2005 un ataque cardíaco terminó con la vida del veterano presidente.

Fuente; Fundación CIDOB (www.cidob.es)

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