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martes, mayo 14, 2024

El lugar de la mujer en la economía libanesa

EconomíaEl lugar de la mujer en la economía libanesa

El lugar de la mujer en la economía libanesa

Cuestiones culturales, falta de legislación y discriminación hacen que la brecha entre la población femenina y masculina activa sea más amplia que en la mayoría de los países, aun en los árabes. En el Líbano sólo el 21,7% de las mujeres trabaja.

Por Carine Abou Lahoud

Sobre tres millones y medio de libaneses, las mujeres representan el 51 por ciento de la población (un millón ochocientas mil), según el censo 2000 de la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para el Asia Occidental (Cesao). Sin embargo, en 1997, sólo 220.000 mujeres formaban parte de la población activa, estimada en un millón cien mil personas.

“En todos los países, son menos las mujeres que trabajan que los hombres que lo hacen, pero las diferencias son más acentuadas todavía en el Líbano”, afirma el economista Charbel Nahas. En la franja poblacional de 15 a 64 años, trabaja el 21,7 % de las mujeres mientras que entre los hombres lo hacen el 77,3 %. Esto significa que en el Líbano, hay una sola mujer activa por cada cuatro hombres.

En relación a los países árabes, agrega Nahas, el Líbano está mejor ubicado que Arabia Saudita (21%) y que Irak (24 %),pero es superado por Jordania (35 %), Siria (36 %), Yemen (39 %) y Egipto (43 %).

Otra característica del trabajo de las mujeres libanesas, subraya Nahas, es que “la taza de actividad disminuye muy rápido en función de la edad”. Por ejemplo, entre los 25 y los 29 años, el 34 % de las mujeres trabaja; entre 30 y 34 años, el 30 %; entre 35 y 40, el 27 %; entre 40 y 45, el 27 %, y sólo el 8 % de las mujeres de entre 60 y 64.

“Algunas mujeres argumentan no tener necesidad de trabajar. Otras trabajan a la espera de casarse. Luego del matrimonio o del primer hijo, dejan a menudo sus actividades”, explica Nahas. Además, los valores y costumbres libaneses no valoran el papel de la mujer en tanto agente económico. A menudo, la etapa universitaria es considerada como un período para prepararse para el matrimonio más que una formación para la carrera profesional, explica Ikbal Mourad-Doughan, presidenta del consejo nacional de la mujer libanesa. “El costo invertido por las familias en la educación y la formación de las mujeres es dinero tirado por la ventana”, agrega Nahas.

A menudo, las cargas domésticas impiden a la mujer trabajar. Sin embargo, el porcentaje de servicio doméstico es alto en el Líbano, y “esto llevaría a creer que la mujer, liberada de las tareas domésticas, ocuparía su tiempo en un empleo. “Pero, no trabajar es una cuestión de posición social. Por ejemplo, entre ganar 200 dólares y no trabajar, la mujer libanesa elige quedarse en casa. La pérdida de esos 200 dólares no representa gran cosa”, asegura Nahas.

El salario no es un criterio suficiente. En situaciones de crisis económica, una segunda fuente de recursos es necesaria, pero éste no es el caso del Líbano. “Hay una parte de la población activa que no produce nada”, dice el economista. El déficit de activos se traduce en un aumento de la mano de obra inmigrante, que sirve para paliar la falta de producción en ciertos sectores de actividad. “Pero, en la hotelería y en la salud, igual falta personal y enfermeras”, explica.

Actualmente, el 28 % de las mujeres trabaja en la educación; el 18 %, en el comercio minorista; el 13 %, en la industria textil; el 10 %, en salud y trabajo social, y el 6 %, en el sector agrícola. El 29 % de las mujeres activas tiene nivel universitario, contra el 13 % de los hombres; el 26 % tiene nivel secundario, contra el 16 % de los hombres. Pocas mujeres ocupan puestos de dirección o ejecutivos.

En política, las mujeres están pobremente representadas: tres diputadas sobre 128. En el sector público, dos mujeres están a la cabeza de direcciones generales sobre 22. Y sin embargo, destaca Moudar-Doughan, ellas estudian tanto como los hombres. En 1996-1997, sobre 87.957 estudiantes, 43.748 eran mujeres, es decir el 49,7 por ciento.

Además, las mujeres activas deben hacer frente a la competencia de la mano de obra extranjera, menos cara, a la falta de oportunidades de progreso y ascenso, a la elevada taza de desempleo y a una legislación todavía incompleta. Estas dificultades favorecen las barreras para una participación plena y efectiva de las libanesas en la economía. Por ejemplo, en el sector agrícola, no existe ninguna disposición en el código de trabajo que garantice a la mujer la indemnización por despido o la duración máxima de la jornada de trabajo”, explica Mourad-Doughan.

Estas mujeres activas experimentan dificultades que perjudican sus carreras profesionales y su vida familiar a la vez, a causa de una falta de estructuras sociales, subraya la diputada Bahia Harari. Sin embargo, la situación jurídica está evolucionando. “El código laboral fue modificado el 26 de marzo de 2000 por el Parlamento y las nuevas disposiciones prevén un aumento de la duración de la licencia por maternidad, igualdad de derechos entre hombresy mujeres y prohibición del despido de una mujer embarazada y de toda discriminación basada en el género (en lo que concierne al salario, a las promociones y a la naturaleza del trabajo). necesita un cambio de mentalidad”, concluye Harari.

La fuente: La autora es periodista de L’Orient-le Jour, publicación libanesa que tiene una tirada de 18.000 ejemplares y se ocupa principalmente de los temas importantes para los libaneses cristianos. www.lorient-lejour.com.lb.

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