¿Está Arafat al mando de la Intifada?
La oleada de protestas y violencia de los palestinos ha dado lugar en Occidente a una pregunta que no se formulan los árabes: si el presidente palestino tiene control o no sobre las protestas. En este artículo, el autor, analista de Palestine Report, asegura que Arafat no ha perdido las riendas de su administración y explica por qué no hace lo necesario para detener la ira de su pueblo. Por Ghassan Khatib Si Arafat tiene el control o no de la violencia en los territorios ocupados es la pregunta más frecuente que nos formulan a los palestinos los periodistas y diplomáticos extranjeros. Pero esta pregunta se originó en Israel y no tiene sentido entre los árabes, porque contiene una amenaza israelí subyacente. Si el presidente palestino, Yasser Arafat, tiene el control de su pueblo, sostiene Israel, entonces ¿por qué no detiene la Intifada y los episodios de violencia contra los israelíes? Y si él no está al mando, va la contrapregunta inevitable: en ese caso, ¿para qué lo necesita Israel? Estas cuestiones no son pertinentes y resultan fuera de toda lógica desde la perspectiva palestina. Toman como punta de partida que Arafat debe intentar detener la Intifada usando para ello cualquier medio represivo necesario. Pero desde que la Intifada sigue y la pregunta continúa formulándose, intentaremos darle una contestación. La verdad es que Arafat no está intentando detener la Intifada. Quizá quienes se interesan por estas preguntas deberían pensar que este hombre no tiene ninguna razón y ningún interés para detener las protestas y ganarse el malestar de su pueblo. La hipótesis de que Arafat debe detener la Intifada está centrada en las obligaciones que el presidente palestino suscribió en los acuerdos interinos y los acuerdos complementarios siguientes con el gobierno israelí. Estos acuerdos incluyeron pasajes muy claros acerca de que la Autoridad Palestina debe, activa y eficazmente, detener la hostilidad, los ataques y las incitaciones contra Israel. El único problema es que estas obligaciones no son los únicos contenidos de los acuerdos interinos y siguientes. El acuerdo interino también incluyó muchas obligaciones para los israelíes que no se han cumplido ni respetado. Por ejemplo, la segunda y tercera fases de los redespliegues de las tropas israelíes de Cisjordania y Gaza, el retorno de todos aquellos palestinos obligados a huir de Cisjordania y Gaza tras la guerra de 1967 y muchas otras obligaciones estipuladas claramente en los acuerdos. Israel no ha cumplido con ninguna de ellas. Israel nunca ha tenido fe en llevar adelante el acuerdo interino. Cuando el primer ministro israelí, Ehud Barak, tomó el poder, decidió interrumpir la aplicación de las obligaciones pactadas en el acuerdo interino, en particular en torno del redespliegue de tropas israelíes de Cisjordania y Gaza. En cambio, forzó a que todo el mundo entrara prematuramente en las negociaciones sobre el status final. El 13 de septiembre de 1999, el acuerdo interino expiró y dejó un vacío en el que las autoridades palestinas advirtieron que sólo quedarían obligadas a respetar los acuerdos en la medida en que la conrtaparte israelí permaneciera fiel a los compromisos. Puesto que el otro lado no está mostrando interés en cumplir con sus obligaciones, los palestinos, inclusive Yasser Arafat, no entienden por qué se les exige que adhieran a los artículos de ese acuerdo relacionados con la cooperación en materia de seguridad, que apunta a detener la hostilidad palestina hacia Israel. Durante el período que el acuerdo interino fue válido y mientras Israel se mostró respuetuosa de ese acuerdo y cumplió lo acordado, aunque nunca completa ni honestamente, Arafat estuvo al mando. Los israelíes y los norteamericanos alabaron entonces la eficacia del papel desempeñado por la seguridad palestina y la cooperación existente entre los organismos de seguridad palestino e israelí. Sólo puede entenderse la Intifada palestina y el “mando” de Arafat sobre su pueblo en el contexto de los acuerdos que Israel ha dejado en el camino. Esta actitud nos ha devuelto a la relación de ocupado y ocupante en el que la resistencia, la hostilidad y los levantamientos no sólo son esperables sino legítimos. La fuente: el autor es periodista de la publicación palestina Palestine Report (http://www.mail.jmcc.org/media/reportonline/report.html). E-mail: palreport@jmcc.org.