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martes, mayo 14, 2024

Egipto vuelve a explotar las minas de oro de los faraones

EconomíaEgipto vuelve a explotar las minas de oro de los faraones

Egipto vuelve a explotar las minas de oro de los faraones

DATOS DEL PAIS

En 1992 un geólogo egipcio quedó pasmado al encontrar un mapa, de más de 3000 años de antigüedad, de una mina de oro de los faraones. Estimulado por el dibujo, que demostraba que Egipto había tenido riquísimos yacimientos auríferos, comenzó trabajos de exploración que confirmarían que el subsuelo egipcio alberga una riqueza incalculable. Si los datos iniciales no están errados, la actividad minera podría transformarse en uno de los principales generadores de ingresos del país, por encima de las industrias del turismo y del petróleo.

Por Issandr Elamrani

Máscara de oro y piedras preciosas de Tutankamón

EL CAIRO.- En 1992, Sami al-Raghi caminaba por la oficina del Instituto Geológico Nacional y quedó pasmado al descubrir un mapa, de más de 3000 años de antigüedad, de una mina de oro. El dibujo mostraba que Egipto había tenido minas de oro riquísimas que habían permitido a los faraones realizar objetos como la máscara de oro, incrustada de piedras preciosas, de Tutankamón. Al-Raghi decidió entonces ir a visitar el sitio, cerca de Marsa Alam. Desde entonces, el geólogo, que había emigrado a Australia durante el boom del níquel en los años 60, consagró su vida a la búsqueda de oro en el desierto oriental, donde las sucesivas generaciones gobernantes de Egipto, faraones, romanos y británicos, entre otros, excavó para obtener oro y otros metales preciosos. Hoy, después de más de seis años de investigación y exploración de más de 33.000 metros de su terreno de 1.400 kilómetros, cerca de Marsa Alam, confía en que su concesión minera podría ser uno de los descubrimientos de oro más grandes de Africa, y quizás del mundo. “Por lo que vi en el desierto oriental -dice Al-Raghi-, Egipto puede ser el primer país minero de Africa.” Su compañía, Centamin Egypt, registrada en Australia, de la que él posee aproximadamente el 40 por ciento, se prepara para ser la primera empresa en sacar provecho de estos hallazgos. Además, Centamin está jugando un papel pionero en la industria minera, escasamente desarrollada en Egipto, al traer nuevas técnicas de exploración a un área que no se ha trabajado durante más de 50 años. “No había allí absolutamente nadie, lo que nos dio la oportunidad para escoger los sitios más prometedores -explica Al-Raghi-. ¡Todavía hoy no hay realmente nadie más. Nosotros somos la industria minera en Egipto!” Que no haya nadie más allí es verdaderamente extraño. Los hallazgos de Centamin, disponibles para toda la industria minera, muestran claramente que la compañía usa estrictas normas de prospección australianas que han sido verificadas y ha encontrado un área con un alto volumen de oro con proporciones de recuperación excelentes. La proporción es de 2,91 gramos por tonelada promedio, con algunas áreas en las que es mucho más alta. El oro está principalmente combinado con pirita (también conocido como el oro de los tontos), mineral que se disocia fácilmente del oro. Se espera poder recuperar el 90 por ciento del metal precioso, mediante métodos normales. Una vez que esté a pleno la explotación minera y construida la planta de procesamiento, Centamin espera producir 607.000 onzas de oro por año, lo que la ubicaría entre las diez primeras minas del mundo. Y con un costo de producción esperado por onza de alrededor de 100 dólares en pleno desarrollo, será también uno de las minas más baratas del mundo. “No olvidemos que estas cifras son anteriores al hallazgo de la zona de alta calidad”, destaca Mark Campbell, director ejecutivo para las Minas de Oro de los Faraones, la subsidiaria de Centamin que gestiona la concesión del desierto oriental. En los últimos meses, los geólogos de Centamin han descubierto una nueva área de alta calidad, en la que el volumen de oro alcanzaría las tres onzas por tonelada. Si se agrega esta área a las de explotación ya programada, se reduciría el costo minero a no más de 84 dólares por onza, lo que la haría una de las primeras cinco minas del mundo. “Podemos obtener de dos mil a tres mil millones de dólares por año, fácilmente”, dice Raghi, que piensa que esta actividad podría volverse uno de los primeros generadores de ingresos de Egipto. “Podría quedar, en el futuro, por encima de la industria del turismo, del petróleo y del Canal de Suez combinados”.

Al-Raghi y Campbell piensan que la minería podría darle impulso al desarrollo que Egipto no ha logrado obtener desde que empezó su programa de ajuste estructural. “Este es un país subexplorado en lo que se refiere a los minerales. Pensamos que hay buenas posibilidades de encontrar diamantes, platino, esmeraldas y otras piedras preciosas aquí.”

La misma Centamin tiene otra concesión en la costa mediterránea, que le permitirá explorar las arenas minerales entre Port Said y Alejandría en busca de óxido de titanio, un compuesto usado en pigmentos industriales. Centamin cree que si tiene éxito, llegarán otras compañías. Y cuando lo hagan, traerán una inversión mayor que la que tiene cualquier otra industria. “Los Estados Unidos, Canadá, Australia y Sudáfrica fueron construidos sobre la industria minera -recuerda Campbell-. Las compañías mineras tienden a desarrollar las comunidades locales. Son proyectos a largo plazo, para los que hay que formar un grupo de personas que puedan crecer con uno.” “Pronto, el desierto ya no estará desierto”, agrega Al-Raghy con entusiasmo. Marsa Alam está a unos kilómetros de la mina de Sukari, cerca de las rutas y de las centrales de energía. El único y gran problema para Centamin será el agua. Las estimaciones sugieren que los pozos locales no podrán cubrir la demanda de la planta, algo que puede ser resuelto trayendo agua del Mar Rojo y desalinizándola. Mientras tanto, estas imágenes de pioneros colonizando la desolación que es el desierto oriental, en ruta hacia el oro, son muy atractivas, si Centamin efectivamente puede concretarlo. Pero todavía hay muchos obstáculos en el camino de sus ambiciones. Para empezar, un mercado del oro deprimido -la onza está actualmente en 265 dólares, mientras que a mediados de los 90 costaba 350-, hará difícil recaudar los fondos necesarios para iniciar la producción. El precio de las acciones de la compañía en la bolsa de valores australiana cayó en 1995 y todavía no ha logrado recuperar los valores más altos correspondientes a 1994. El periodista Bruce Hextall, con simpatía por Centamin, pero enfatizando los problemas que deberá superar, escribe en Australian Financial Review: “Es otra víctima más de la estrecha mirada de los inversores australianos. El hallazgo egipcio es la clase de cosas que, si hubiera sucedido en algún lugar de Australia, hubiera prendido fuego los mercados. Exótica, la ubicación en Egipto significa que Centamin todavía tiene que convencer al mercado de que es real.” Defraudado con la reacción australiana, Al-Raghi está considerando hacer entrar a la compañía en la Bolsa de Valores de Londres, donde espera que pueda atraer a los inversores y levantar el perfil de la empresa. También ha acordado con las autoridades egipcias hacer ingresar a Centamin, en el futuro, en la Bolsa de Valores de El Cairo y Alejandría (CASO), aunque hay algunas dificultades porque sería la primera vez que una compañía minera extranjera cotiza en la CASO. “Conseguir involucrar al inversor egipcio es central para nuestros planes”, dice Campbell. El y Al-Raghi se quejan de lo que -según ellos- es una opinión común entre los egipcios: que las compañías mineras están aquí para tomar mineral de Egipto sin ningún beneficio para la población local. Además, se lamentan por la falta de experiencia del gobierno en tratar con compañías mineras que tienen requisitos muy diferentes de otros inversores extranjeros. “Nuestras relaciones con el gobierno son muy buenas -dice Al Raghi-, pero ellos no entienden la actividad minera.” En esta lista, otro inconveniente es el trato negociado por Centamin para su concesión por treinta años, que estipula que la ganancia se compartirá entre la compañía y el gobierno. Al-Raghi quiere renegociar el acuerdo y toma el ejemplo de Marruecos, que recientemente privatizó su compañía minera nacional e introdujo un sistema de concesión más liberal que está atrayendo a los inversores con exención de impuestos hasta que ellos recobren el dinero inicial. Otro problema es el de jurisdicción entre las varias oficinas gubernamentales que se ocupan de la actividad minera y el Instituto Geográfico Nacional, que libran su propia batalla con el Ministerio de Recursos y los gobernadores de la región. Si Egipto va a transformarse en un país minero, tendrá que repasar estos arreglos y actualizar su ley de minería de 1948. “Ninguna otra compañía se habría quedado en Egipto en estas condiciones -advierte Al-Raghi-. Yo me quedé porque soy egipcio y sé trabajar en el sistema. Pero nadie más vendrá hasta que estas cosas cambien, no importa cuánto oro haya.”

Un viejo mapa guardó la clave

El documento que llevó a Sami al-Raghi al desierto oriental, cuyo original está actualmente en un museo italiano, es el mapa de la minería conocido más viejo en el mundo. Fechado en el reino de Seti I, que gobernó Egipto entre 1350 y 1205 AC, muestra los túneles de las minas de oro de Fawakhir, de la que se supone se extrajo el oro para la famosa máscara de Seti. La concesión que Centamin consiguió del gobierno abarca más de sesenta minas de oro antiguas, algunas tan viejas como Fawakhir, otras de las eras romana o griega, y las últimas que operaron en el área, cuyo dueño fue un inglés, cerradas por Nasser después de la revolución de 1952. Al-Raghi relata que cuando él fue a visitar la mina del inglés, el tendero estaba esperando todavía que el aristócrata regresara y guardaba algunas cosas del bastante valioso equipo de minería del extranjero. Pero si ha habido una historia de explotación más o menos continua de las minas desde los faraones, entonces ¿por qué se detiene en 1952? “La razón de que no haya industria minera en Egipto es histórica -explica Al-Raghi-. Cuando Nasser llegó al poder, los extranjeros dejaron las minas. El precio del oro era bajo y hubo hallazgos importantes de petróleo. Egipto se centró en la industria petrolera. A fines de la década del setenta, los precios de oro subieron y los nuevos métodos de explotación lo hicieron más rentable. Pero Egipto estaba en medio de una guerra con Israel, y, durante años, no pasó nada. El gobierno nunca lo promovió, porque no hubo nadie allí para promoverlo.” Al-Raghi espera que Centamin sea el principio de una nueva era de minería en Egipto, pero también planea conservar los restos de la vieja mina, que incluyen las ruinas de edificios romanos y los equipos mineros de distintas épocas. En el futuro, Centamin quiere establecer un museo de la minería egipcio para salvaguardar la herencia histórica en el área.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La fuente: Cairo Times (8000 ejemplares), semanario dirigido a los jóvenes y a la clase media alta. Se distribuye en todo Egipto, y también en Europa y los Estados Unidos, y es apreciado por su calidad e independencia. La edición on line (www.cairotimes.com) ofrece, además de las notas de la publicación en papel, otras secciones y servicios.

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