Malí, amenazada por la privatización del sector algodonero
No sólo las subvenciones de los países occidentales y la reducción de los precios en el mercado mundial corroen el algodón africano. Como otros países de Africa Occidental, Malí asiste impotente al total desmantelamiento de esta industria. Una enorme privatización decidida por los proveedores de fondos internacionales suscita muchas inquietudes en los productores y pone en peligro toda la economía de uno de los países más pobres del mundo.
Por Gilles Labarthe
Bamako, barrio sur. Sentado delante de un televisor instalado en la acera, Oumar se rasca la cabeza: después de la visita del presidente francés, Jacques Chirac, a Malí, los noticieros acaban de anunciar un aumento sustancial de la cooperación francesa. “¡No entiendo! Nuestro país está lleno de riquezas, pero siempre estamos dependiendo de la ayuda extranjera. Este año, la cosecha de algodón fue excepcional”, exclama el joven. Primera fuente de divisas al lado del oro, el algodón es además un orgullo nacional. Y ya la cosecha 2003 muestra buenos resultados y un gran rendimiento: más de 600.000 toneladas de granos de algodón, contra 430.000 en 2002. ¡Un récord! Las cifras tienen con qué alegrar a la gente.
Muchos destacan entonces esta paradoja: Malí logró el lugar de “primer productor de oro blanco” de toda el Africa subsahariana, delante de Benín, Chad y Burkina Faso, pero su futuro parece cada vez más complicado.
Desasosiego e impotencia
Para explicar la caída de las ganancias, se mencionan por supuesto las subvenciones de miles de millones de dólares que los países occidentales, los Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza, conceden a su propia producción, con el consiguiente deterioro del precio del algodón en el mercado mundial. Desde hace veinte años, el precio del algodón no deja de caer. Estaba en casi tres dólares el kilo en 1980. Cayó a menos de dos dólares en 1990, luego a 80 centavos en 2001, mientras que el gobierno de Bamako, con el apoyo del Banco Mundial, apostaba todo el desarrollo nacional de Malí en este mismo sector. “Este año, el kilo de algodón se les comprará a los campesinos malienses en 200 francos CFA. Lo que está mejor que el año pasado, y mejor también que el precio pagado en la vecina Burkina Faso, donde el kilo se compra a 185 francos CFA”, relativiza el diario de Costa de Marfil Le Patriote.
¿Cómo salir del atolladero? ¿Diversificar los cultivos, vender las infraestructuras de Malí, optar por el algodón transgénico? Los especialistas internacionales avanzan cada uno con su solución, mientras que el desasosiego y la impotencia ganan a los productores malienses: esperan siempre la recuperación económica de su país, desde la instauración de un régimen democrático en 1992 y una apertura a la economía de mercado sin precedente. Los dirigentes del país llevaron a la práctica una ola de privatizaciones de las empresas públicas, para volverlas “más competitivas” y cumplir las condiciones de ajuste estructural dictadas por los proveedores de fondos internacionales. Pero los días prósperos se hacen esperar, mientras se suceden los despidos.
Privatizaciones en curso
Explotación de minas, energía, transportes, ferrocarriles, telecomunicaciones, tabaco… todos sectores caídos en las manos de operadores extranjeros, o en vías de caer. La privatización del sector algodonero, en el aire desde hace algún tiempo, causa muchas angustias: podría llevar al completo desmembramiento de un órgano vital para toda la economía maliense. “Si la Compañía Maliense de Desarrollo de las Industrias Textiles (CMDT) es objeto de una privatización salvaje, será la muerte del sector algodonero”, advierte Abdoulaye Abba Sylla, uno de los responsables sindicales.
Durante treinta años, la CMDT ejerció en efecto un semimonopolio sobre la producción. El 60% propiedad del Estado maliense y el 40% del grupo francés Dagris, garantizaba el conjunto de las operaciones, desde la producción hasta la comercialización, pasando por el transporte y el desgranamiento. Permitía transferir una parte considerable de los beneficios al gobierno, garantizando alrededor del15% del PBI y la buena marcha de la economía nacional.
Una cadena de trabajo completa, que implicaba fuertemente a los pequeños agricultores, se reconoce hoy. En el Consejo de los Ministros en Bamako se teme actualmente la desintegración pura y simple de un sector que demostró su valor. Un florón nacional, que hacía vivir de manera directa a 3,5 millones de individuos, lo que representa el 32% de la población total del país.
Desintegración de un sector
A pesar de la lentitud administrativa y algunos otros defectos, la CMDT es también la historia de un éxito de integración social: “Este éxito fue posible gracias al sector integrado que permitía a la compañía garantizar el conjunto de las funciones de producción, transporte, desgranamiento y comercialización del algodón, y también las funciones de servicio público, como la apertura de caminos rurales, la alfabetización, la hidráulica rural. Este modelo integrado está ahora en discusión”, se lamenta un responsable en Bamako, que destaca que ya se han suprimido los servicios de desarrollo rural de la CMDT.
Según las últimas noticias, la Misión de Reestructuración del Sector del Algodón (MRSC) prepara un nuevo expediente para la privatización de la CMDT. Este plan de privatización reclama una retirada del Estado (que ya no tendrá más que el 20% de la nueva compañía) y el fraccionamiento del gigante de la industria textil maliense en tres o cuatro sociedades autónomas, sujetas a concurso.
La perspectiva preocupa mucho a los profesionales africanos del algodón: la última propuesta de puesta en venta de las fábricas nacionales de desgranamiento de Bamako, Kita y Ouélessebougou terminó siendo un fiasco total. El gobierno apostaba en septiembre de 2002 al ingreso de 15 mil francos CFA. Pero los principales compradores extranjeros (el grupo suizo Paul Reinhart, asociado con IPS, la sociedad francesa Louis Dreyfuss Cotton Internacional y el gigante norteamericano del algodón Dunavant SA) se pusieron de acuerdo para hacer hacer caer el valor a 6 mil. Una obra de arte de venta de ocasión del patrimonio maliense.
La fuente: Le Courrier es un diario suizo que se esfuerza en practicar un periodismo sin concesiones.