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lunes, mayo 20, 2024

La tragedia palestina: capitalistas, colonos y psicópatas

PolíticaLa tragedia palestina: capitalistas, colonos y psicópatas

La tragedia palestina: capitalistas, colonos y psicópatas

La vida de los palestinos se ha transformado en una ejecución sumaria colectiva, donde los comandos israelíes apuntan a las mismas razones de vivir, y los palestinos son muertos que caminan. La ocupación y la colonización, sin embargo, continúan por corrupción, es un negocio redondo. El Estado paga por cada casa construida a los contratistas y estos se encargan de comprarles votos en las internas del partido. En las internas del Likud, cada voto costó 500 dólares, aunque, eso sí, también hubo “descuentos” para candidatos nuevos que pudieron comprarlos a 250 dólares cada uno.

Por Sergio Yahni

El invierno llegó a Palestina. Y con él llegaron las lluvias, el frío que cala los huesos, las flores que fueron quemadas por el sol del verano y la ocupación de la ciudad de Belén. El ejército de Israel continúa con su política de ejecuciones sumarias, y ejecuciones por otros métodos.

Abu Dis es una aldea palestina en los suburbios de Jerusalén. La mayor parte de su población necesita de Jerusalén para subsistir, ya sea para salir a trabajar, ya sea para llegar al hospital, o para comprar alimentos. Pero el ejército de Israel ha decidido erigir una muralla medieval protegida con el más moderno armamento alrededor de Abu Dis. Condenando así a muerte a su comunidad: aquel que se quede a vivir en Abu Dis, no puede salir a trabajar, no puede llegar al hospital y no puede aprovisionarse de alimentos. Es más, aquel que se quede a vivir en Abu Dis no puede salir de su casa porque desde hace varios meses la aldea está bajo toque de queda. Para vivir, la gente de Abu Dis tiene que irse. Quedarse a vivir en Abu Dis puede ser también una condena a muerte. Ya que la ciudad está bajo toque de queda permanente, las ambulancias no pueden entrar, y no pueden llevar a enfermos y ancianos al hospital que así están condenados a morir por falta de tratamiento médico.

Estas muertes son también parte de las ejecuciones sumarias del pueblo palestino, que se ha transformado en rehén de la represión israelí: si continúa la lucha de liberación, no hay tratamiento médico, no hay abastecimiento de alimentos, no hay escuelas y no hay universidades. Para poder conseguir tratamientos médico, abastecimientos, escuelas y universidades, los palestinos tienen que dejar de lado su sueño de libertad. Así podrán tener escuelas que enseñen todo y universidades que estudien la tecnología de vivir humillados.

¿Qué otra cosa puede enseñar la escuela de quien ya no tiene sueños de libertad? ¿Qué otra tecnología se puede estudiar en una universidad humillada?

La vida de lo palestinos se ha transformado en una ejecución sumaria colectiva, donde los comandos israelíes apuntan a las mismas razones de vivir, y los palestinos se han transformado en muertos que caminan. Por eso, tantos jóvenes han elegido el camino del suicidio como arma política, llevando una bomba en su cuerpo.

Me dan miedo las bombas, mucho miedo. Todos los días tengo que tomar un ómnibus y temo que explote. Escucho una falla en el motor y supongo que ahí está, ahora explota. Estas bombas me parecen injustas, ya que sus víctimas no son los generales que han condenado a muerte a tres millones de palestinos, ni los políticos corruptos que avalan la colonización. Tanto unos como otros tienen sus coches blindados y su chofer. Las víctimas en los omnibuses son obreros y obreras, gente pobre que sale a trabajar para seguir pobre, o son desempleados que salen a buscar un trabajo que nunca encontrarán.

Por otro lado, puedo comprender a los jóvenes palestinos que elijen el arma del suicidio. Ellos ya han muerto, y siguen muriendo con cada control militar, con cada humillación, con cada demolición de una casa o la destrucción de un campo. Así, los generales y los políticos corruptos transforman a los obreros israelíes en víctimas de sus víctimas.

La ocupación y la colonización continúan por corrupción, es un negocio redondo. El Estado paga por cada casa construida a los contratistas y los últimos se encargan de comprarles votos en las internas del partido. En las internas del Likud, el partido gobernante, cada voto costó ¡500 dólares! pero, eso sí, también hubo “descuentos” para candidatos nuevos que pudieron comprar votos a 250 dólares cada uno.

La construcción de las colonias no es el único negocio en Cisjordania. Ahora lo es también la construcción de las murallas alrededor de los centros de población palestina. Millones de dólares invierte el Estado en estas murallas que estrangulan a la población, que crean nuevos suicidas desesperados. Así que los constructores están dispuestos a invertir mucho dinero en el Comité Central del Likud, ya que éste se ha transformado en una mina de oro. Mientras continúe la política de humillación, continuarán los suicidas y así continuará el negocio de la construcción de murallas de defensa. Es un negocio de sangres.

Shoni Gabrieli decidió que su hija de 27 años puede y tiene que ser diputada. Así también lo pensó el tío, Reuben Gabrieli, que se hizo multimillonario en el negocio de los casinos en Europa, y que también tiene dinero invertido en la construcción en las colonias. Así que padre y tío se pusieron en contacto con David Appel, otro constructor multimillonario, y con la familia Alperon, que son prestamistas en el mercado negro. La niña, Inbal, fue elegida candidata en el lugar 31 de la lista del Likud, lo que asegura que será diputada después de las elecciones. De tal forma, que las familias Gabrieli, Appel y Alperon tendrán una pariente para cuidar de sus intereses dentro del Parlamento.

La semana pasada, mientras en el Comité Central del Likud se compraban y se vendían votos, en la Franja de Gaza una mujer y sus tres hijos, el mayor de 12 años, fueron asesinados en la calle mientras iban a visitar a una tía. No había toque de queda, era legal caminar por esa calle. El ejército declaró que los soldados dispararon al ver efectivos armados. Otro niño, de 10 años, fue asesinado en Ramallah, Cisjordania, hace un mes, mientras iba a comprar cigarrillos para el padre bajo el toque de queda, el niño vio a los soldados, intentó escaparse y estos dispararon.

En este país donde un padre le puede comprar a su hija un lugar en el Parlamento, todos los días, otros padres ponen en peligro inmediato la vida de sus hijos al mandarlos a la escuela en transporte público, y los padres palestinos ponen en peligro las vidas de sus hijos sólo por haberlos dejado nacer.

En un bosque a las afueras de Jerusalén se encontró la semana pasada el cadáver de la niña Hodaya, de dos años, asesinada por su padre. El padre declaró durante la investigación policial que lo hizo para hacer sufrir a la madre de la niña. En otro lado de la ciudad, un día después, en un pozo, se encontró el cadáver de Nur. Una niña palestina asesinada y no se sabe por quién. Quizás no haya nada fuera de lo normal en estos asesinatos psicópatas cuando el capital, la política y el ejército hayan decidido ejecutar sumariamente lo que queda de la vida.

La fuente: El autor, israelí de origen argentino, es periodista y un destacado militante en favor de la paz. Dirige, junto con Michel Warchawsky, el Centro de Información Alternativo, una asociación formada por judíos y árabes con sede en Tel Aviv. Recientemente fue convocado para prestar servicio como reservista en las Fuerzas de Defensa Israelíes. Como se negó terminantemente a aceptar la orden, el Ministerio de Defensa israelí lo condenó a 28 días de arresto, que cumplió en una prisión militar.

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