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lunes, mayo 20, 2024

El tango mortal de Sharon

Opinion/IdeasEl tango mortal de Sharon

El tango mortal de Sharon

El fracaso estratégico al que Sharon condujo a Israel en el Líbano se está repitiendo ahora con los palestinos, sólo que en una escala más peligrosa que pone en riesgo el futuro de Israel. Su guerra contra Hamas no es más que una guerra contra Al-Fatah y los sectores pragmáticos de la sociedad palestina que en 1993 se atrevieron a entrar en un proceso de negociación con sus contrapartes israelíes para alcanzar un compromiso histórico. La campaña contra Arafat y sus bases de sustentación contribuyeron a convertir a Hamas en el grupo político con mayor predicamento entre los palestinos. Pero no se trata de un error inadvertido por Sharon; es una concepción, sobre la cual lloraremos por generaciones.

Por Lev Grinberg

Tango Two, óleo del iraní Sabzi.

La decisión del gobierno israelí de remover de la escena política a Yasser Arafat, respaldada después por el veto norteamericano en el Consejo de Seguridad de la ONU, debe comprometer profundamente a la comunidad internacional. ¿A dónde está conduciendo Sharon a israelíes y palestinos? Para entender esto, uno debe observar las acciones de Sharon y sus implicancias desde que el Likud llegó al poder. Por ejemplo, debe tenerse presente la ocupación del Líbano por Israel en junio de 1982. Un episodio sin precedente. Sharon empantanó a Israel en el Líbano al mentirle al primer ministro Begin y su gobierno. Dieciocho años después de que el comité de investigación concluyó que Sharon no podía servir como ministro de Defensa debido a su responsabilidad en la matanza de Sabra y Shatila, fue elegido como primer ministro. Dieciocho años también le tomó al ejército israelí escapar del pantano libanés, después de centenares de víctimas innecesarias. Un ejército poderoso, reconocido y equipado pareció quedar al alcance del Hezbollah, una pequeña organización que logró sacar al ejército del país. El fracaso estratégico al que Sharon condujo a Israel en el Líbano se está repitiendo ahora vis-à-vis con los palestinos, sólo que en una escala más peligrosa que pone en riesgo el futuro de Israel. En la arena política palestina las políticas de Sharon y de los gobiernos del Likud han reforzado la posición de organizaciones islámicas radicales. Hamas y la Jihad Islámica no existían antes de que el Likud alcanzara el poder, en 1977. La política explícita de permitir y animar las actividades de las organizaciones islámicas (inicialmente percibidas como de naturaleza estrictamente social) provino de la concepción de que Arafat y sus organizaciones seculares nacionales, Al-Fatah, y la OLP, se debilitarían. Sharon también estableció un cuerpo de colaboradores palestinos con la ocupación, llamado La Sociedad del Pueblo y encabezado por Mustafá Dodin, y los armó con el propósito de confrontar con los activistas de la OLP. La estrategia de establecer una organización de colaboracionistas palestinos ha fracasado, por supuesto, pero el estallido de la primera Intifada fue de hecho el resultado del éxito de las otras dos jugadas de Sharon: la expulsión de Arafat del Líbano a Túnez y el surgimiento de Hamas. A la luz del debilitamiento de Arafat y el fortaleciendo de Hamas y de la Jihad Islámica, las fuerzas nacionalistas, es decir, los cuerpos seculares conducidos por Al-Fatah y la OLP, lanzaron la Intifada. Sharon también tiene su cuota de responsabilidad en la Intifada de Al-Aqsa, al haber incitado la rivalidad entre los grupos islámicos y los partidarios seculares de Arafat por la controvertida visita al Monte del Templo. Esa visita instaló el problema de la lealtad a Jerusalén y los lugares santos de los palestinos seculares y para prevenir que Hamas se beneficiara políticamente del incidente, los activistas de la OLP salieron a las calles para protestar por la provocadora visita. ¿Y que ha estado haciendo Sharon desde que fue elegido? Todavía le sigue mintiendo a la opinión pública israelí (y a la de los Estados Unidos), un modelo perfeccionado del que utilizó en el Líbano. El está trabajando para desmantelar a la Autoridad Palestina secular y neutralizar los cuerpos cívicos no religiosos de apoyo a Arafat, principalmente los activistas de Al-Fatah. Su guerra contra Hamas no es más que una guerra contra Al-Fatah y los sectores pragmáticos de la sociedad palestina que en 1993 se atrevieron a entrar en un proceso de negociación con los sectores pragmáticos israelíes para alcanzar un compromiso histórico. La campaña contra Arafat y sus sectores de apoyo contribuyeron a convertir a Hamas en el grupo político con mayor predicamento entre los palestinos. Quiero enfatizar aquí que éste no es un error inadvertido por Sharon; es una concepción, sobre la cual lloraremos por generaciones. Sharon afronta una guerra extrema contra los palestinos, buscando su sumisión total. La posición moderada de círculos palestinos seculares es un problema para él, porque expone sus posiciones extremistas. Por eso se propuso eliminarlos políticamente y rechazar el cese del fuego (hudna). Según Abu Mazen, la hudna fue diseñada para oponerse a la estrategia de guerra de Sharon y su argumento fue que los palestinos debían detener la violencia unilateralmente y abrazar la hudna para mostrar al mundo que el opositor real a la paz es Ariel Sharon. Por eso el régimen de Abu Mazen tenía que ser eliminado, pero no de una manera directa. Sharon lo logró demorando primero la liberación de prisioneros, el desmantelamiento de las colonias y el fin del asedio militar. Cuando eso no alcanzó, utilizó la política de asesinatos selectivos de activistas y líderes de Hamas. Todos estos hechos apuntaban a desbarrancar el gobierno de Abu Mazen, caído supuestamente por obra de los errores de Arafat. Esto debe quedar claro: los asesinatos no persiguieron debilitar a Hamas sino a Abu Mazen, Arafat y los elementos más pragmáticos de la Autoridad Palestina y la OLP. Los asesinatos sólo refuerzan el poder de Hamas, y el astuto Sharon lo sabe perfectamente. El sabe que Hamas es un rival mucho más conveniente que Abu Mazen, Arafat o Abu Alá para llevar adelante una guerra a fondo contra los palestinos. La pretendida remoción de Arafat, por deportación o por exterminio, como exige el ministro de Defensa y las fuerzas armadas israelíes, será el beso de muerte para cualquier proceso político futuro, no sólo la Hoja de Ruta. La razón es simple: no habrá ningún líder palestino pragmático u organización con la autoridad política necesaria para conducir las negociaciones y discutir un acuerdo de compromiso. Sólo quedarán Sharon y Hamas bailando el tango de la muerte palestino-israelí.

La fuente: Lev Grinberg es un reputado politólogo israelí, docente en la Universidad Ben Gurión. Puede contactárselo por el e-mail: lev@bgumail.bgu.ac.il. La traducción del inglés pertenece a Lila López para elcorresponsal.com.

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