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viernes, mayo 17, 2024

La captura de Saddam: ¿Un arreglo entre bambalinas?

Opinion/IdeasLa captura de Saddam: ¿Un arreglo entre bambalinas?

La captura de Saddam: ¿Un arreglo entre bambalinas?

Sobre la detención de Saddam hay otra historia, distinta de la contada: aquella que señala que fueron los kurdos los que le ganaron al ejército norteamericano la carrera por dar con el paradero del ex presidente iraquí. A cambio de atribuirse los laureles de la operación, es probable que la Casa Blanca les haya dado una compensación política secreta que podría ser determinante en el futuro reparto del poder.

Por David Pratt

La historia que hace sólo tres semanas acaparó la atención mundial, ahora está saliéndose de su cauce. Un hecho peculiar, realmente, ya que si algo podía esperarse de la captura de Saddam Hussein era el beneficio político y mediático que la administración de Bush obtendría de ella.

Que Saddam hubiera logrado eludir su captura durante 249 días era un símbolo de la ineptitud norteamericana en Irak, por lo que su captura sirvió para devolver los cañonazos que desde hace tiempo venían disparando los críticos del Pentágono.

También dio la oportunidad de demostrar la eficacia de las unidades de élite de los Estados Unidos en materia de trabajo clandestino e inteligencia, tales como la Task Force y el Greyfox.

Y fue una ocasión fabulosa para el show fotográfico del soldado norteamericano, declarado en la revista Time “el personaje del año”, mientras sacaba de su asqueroso agujero en la aldea de Al-Dwar al hombre más buscado del momento.

Pero entonces surgió una nueva historia, distinta de la contada: aquella que señala que fueron los kurdos los que le ganaron al ejército norteamericano la carrera por ser los primeros en dar con el paradero de Saddam y los detalles de la Operación Amanecer Rojo comenzaron repentinamente a evaporarse.

Voceros del ejército norteamericano -tan efusivos en los momentos inmediatos de la captura de Saddam- de pronto perdieron su elocuencia.

Pero los rumores del crucial papel kurdo jugado en la cacería del ex hombre fuerte de Irak persistieron, lo que explicaría la extraña reticencia a hablar del tema en las esfuerzas norteamericanas.

Hace dos semanas, el periódico Sunday Herald reveló cómo una unidad de fuerzas especiales kurdas perteneciente a la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK) había identificado y seguido la pista de Saddam, y había acordonado el pueblo de Al-Dwar mucho antes de la llegada de las fuerzas de los Estados Unidos.

El líder del PUK, Jalal Talabani, había dejado filtrar la noticia y los detalles de la captura al comandante de la operación, Qusrut Rasul Ali, que comunicó a los medios iraníes la novedad mucho antes de que la captura de Saddam fuera divulgada por la gran prensa occidental o confirmada por los militares norteamericanos.

Instantes después de que las agencias de noticias occidentales difundían la noticia, se hicieron algunos retoques y las fuerzas de los Estados Unidos aparecían capturando al depuesto presidente iraquí “en una incursión apoyada por combatientes kurdos”.

En pocas semanas aquella historia kurda había dado la vuelta alrededor del globo, reproducida por periódicos como el Sydney Morning Herald y el Christian Science Monitor, de los Estados Unidos, así como por la prensa kurda.

Mientras Washington y el PUK cerraban el pico, más confirmaciones sobre que los kurdos habían llevado la delantera en la captura de Saddam seguían apareciendo.

Según una fuente israelí que estaba en compañía de kurdos en una reunión en Atenas en la mañana del 14 de diciembre, uno de los representantes kurdos en la sala de conferencias explotó en lágrimas y pidió un alto inmediato en las discusiones.

“Fue capturado Saddam Hussein”, dijo, y agregó que había recibido la noticia del Kurdistán. Esto ocurría antes de que la televisión occidental la divulgara.

Según el periódico israelí Haaretz, el delegado también confirmó que la información que condujo a la detención del depuesto dictador había provenido de los kurdos -como lo reveló nuestro anterior informe del Sunday Herald-, quienes habían organizado su propia red de inteligencia para seguir por meses las pistas de Saddam.

El delegado informó además que seis meses antes los kurdos habían descubierto que la esposa de Saddam estaba en el área de Tikrit. Este trabajo de inteligencia, obtenido muy probablemente por Qusrut Rasul Ali y su unidad de las fuerzas especiales de PUK, fue compartido con los norteamericanos. Se dice, sin embargo, que los kurdos nunca habían recibido, por parte de las fuerzas de la coalición, la confirmación de que habían recibido tal información, lo que los tenía furiosos.

Cualquiera que hubiera sido el grado de implicación -desde el suministro de información de inteligencia hasta la participación activa en la captura de Saddam-, es obvio que los kurdos, y el PUK en particular, se beneficiarían enormemente.

Además de una generosa recompensa de 25 millones de dólares, su prestigio habría aumentado sustancialmente en Washington, lo cual puede explicar en parte la reciente y determinante reafirmación kurda de sus ambiciones políticas a largo plazo en el “nuevo Irak”.

Por su parte, los kurdos han lanzado ya un acuerdo político diseñado para asegurar sus aspiraciones con respecto a la autonomía.

Para demostrar lo serio que son, los dos principales grupos kurdos, el PUK y el Partido Democrático del Kurdistán (KDP), han decidido cerrar filas e instalar una administración kurda común, con responsabilidades compartidas por ambas agrupaciones. Han hecho ver claramente a los norteamericanos que esa conducción tiene un papel que jugar en el Kurdistán iraquí.

La semana pasada, Massoud Barzani, líder del KDP, llamó a una revisión del acuerdo de transpaso de poder firmado entre la coalición liderada por los Estados Unidos y el consejo de gobierno interino de Irak para reconocer los “derechos del pueblo kurdo”.

El acuerdo del 15 de voviembre establece la creación de una asamblea nacional para fines de mayo de este año que elegirá un gobierno provisorio que asumirá en junio, con el compromiso de elaborar una nueva Constitución y convocar a elecciones nacionales.

“El acuerdo del 15 de noviembre debe ser revisado y los derechos kurdos dentro de una federación iraquí deben ser mencionados explícitamente”, declaró Barzani en una reunión partidaria.

“Los kurdos estamos hoy en una posición de gran futuro, pero debemos continuar la lucha para asegurar la unidad”, agregó.

Esta renovada determinación para satisfacer sus objetivos políticos está sacudiendo a otros grupos étnicos del norte de Irak, que temen, en el mejor de los casos, ser marginados y en el peor, victimizados. La semana pasada ha habido choques cada vez más violentos entre estudiantes kurdos y árabes, y entre kurdos y turkmenos, en la rica ciudad petrolera de Kirkuk.

Tales confrontaciones étnicas señalan el comienzo de otra peligrosa fase en la búsqueda del poder en Irak. Si los kurdos fueron en verdad los primeros en llegar a Saddam y su entrega a los norteamericanos fue parte de un arreglo, no es inconcebible pensar que los términos de semejante convenio hayan incluido el otorgamiento de beneficios políticos y estratégicos que podrían ser determinantes en la estructura de poder que emergerá en Irak.

La fuente: El autor es periodista de The Sunday Herald (www.sundayherald.com/39096)

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