Darfur: entre la “iraquización” de las intervenciones y los intereses del Consejo de Seguridad
En este trabajo, el autor analiza cómo juegan los intereses de los países miembros del Consejo de Seguridad en torno de la crisis en Sudán. Después de la experiencia intevencionista aplicada en Irak, se pretende evitar la repetición de errores como los que terminaron con el régimen de Saddam Hussein, pero las atrocidades no cesan y los tiempos de la diplomacia parecen estar agotándose.
Por Dylan Herrera
Ya hace más de un año que se expidió la resolución 1556 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En dicha resolución se enfatizaba que dada la gravedad de la situación en Darfur, el Consejo decidía proceder de acuerdo con las facultades otorgadas en el capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas. Es importante recalcar que este capítulo es para tomar medidas de manera activa y drástica frente a situaciones que amenacen la estabilidad regional y que, como en el caso de Darfur, sea un asunto de interés por parte de la comunidad internacional.
En agosto del año pasado se venció la fecha límite impuesta por el Consejo de Seguridad para que Sudán desarmara a las milicias árabes conocidas como Janjaweed. Ha pasado más de un año y éstas siguen operando de manera constante y activa. Se puede decir que se han tomado todas las medidas diplomáticas, se han buscando posibles bloqueos u otras sanciones a Sudán, pero al igual que los ceses al fuego en Sudán antes de enero de 2005, ¿de qué sirve si nadie lo cumple?
La ONU, al estar desprovista de ejército regular, depende de las fuerzas armadas que los países miembros, de manera voluntaria, dispongan ante el mandato de la ONU. Se esperaría entonces una presencia importante de fuerzas de los países miembros de la Unión Africana, probablemente de Canadá, Estados Unidos, Europa e incluso Australia. Algunos analistas estiman que la ONU está tardando demasiado y que una vez más se producirá un genocidio similar al de Ruanda. Bien en sabido que el actual secretario general, Kofi Annan, era el director del Departamento de Operaciones de Mantenimiento de Paz para la época del genocidio entre hutus y tutsis, y que está haciendo grandes esfuerzos para evitar una catástrofe de tales dimensiones de nuevo bajo su mandato ahora al frente de la ONU.
Entonces, si la resolución ya existe, y tiene la aprobación del secretario general, ¿por qué la moción para una intervención en Sudán sigue a medias? La respuesta está directamente relacionada con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Por un lado, Rusia ha sido un potencial vendedor de armas a Sudán. Desde los años noventa, ha iniciado una campaña de recuperar viejos clientes de sus ventas de armamento, y entre ellos está Sudán y otros de los países del denominado “eje del mal”. Por otro lado, está China, país que tradicionalmente ha tenido intereses opuestos a los de la mayoría de los miembros, tanto permanentes como rotativos, del Consejo de Seguridad. Son bien conocidos los convenios entre el gobierno de la República Popular China y el gobierno de Sudán para la venta de combustibles y para ser más específico para la exportación, explotación y transporte del petróleo (1). Según la Xinhua New Agency, en la actualidad China está invirtiendo alrededor de un mil millones de dólares en Sudán, y Rusia hizo una entrega de 12 jets MiG-29.
Si bien estos dos países no apoyan los actos que están teniendo lugar en Sudán, a través de su política exterior han buscado mitigar los efectos de las sanciones, Rusia en la parte del control de armas y China en cuanto a las sanciones económicas. Rusia sigue defendiendo su posición al argumentar que sus intereses comunes, es decir la lucha contra los terroristas (Rusia en Chechenia y Sudán con los rebeldes del Darfur), son la razón fundamental de su comportamiento de apoyo a Sudán. Un tratado binacional fue firmado en el 2002 para la cooperación técnica entre ambas naciones.
La Unión Europea, por su parte, ha mantenido un discurso no muy fuerte hacia Darfur dado que su mayor interés es mantener el proceso de paz que se ratificó en enero de este año con el movimiento del fallecido John Garang (SPLM/A) y que ahora encabeza Salva Kiir. Es por eso que se ha limitado a decir que Sudán debe controlar a las milicias que armó para contener a los rebeldes de Darfur, pero aparte de esas declaraciones, que son más como recomendaciones, la UE no se manifestado más al respecto.
La Unión Africana (UA) ha empezado a tener un papel más relevante. Encabezados por Ruanda y Nigeria, se ha negociado la entrada de más tropas de la UA aparte de los 180 efectivos que estaban ahí para la custodia de los observadores de la UA (2). Sudán, con apoyo de países como Argelia y Pakistán se ha mostrado reacio a una masiva intervención de tropas extranjeras en su territorio, al punto de considerarlo como una provocación al gobierno de Sudán que podría terminar en una guerra. Las negociaciones han sido lentas y la intervención necesaria en Darfur sigue en lista de espera.
Países como EE.UU. parecen haber quedado con un nuevo síndrome de iraquización de los conflictos. Tras el resultado adverso que han tenido en Irak, han bajado mucho el tono de su discurso con respecto a intervenciones en otros países. Cabría entonces preguntarse si esa incertidumbre que invade a EE.UU. se prolongará al resto de protagonistas del sistema internacional, dilatando así las acciones y una medida severa que ponga un alto en el camino a las atrocidades que siguen teniendo lugar en Sudán. Ahora parece que todos quieren evitar el error cometido en Irak y tienden a dar más tiempo a los hechos, agotando todos los recursos diplomáticos antes de actuar; si bien esto ayudará a evitar intervenciones que no sean necesarias o que sea prematuras, tampoco se puede llegar al otro extremo de tolerar atrocidades perpetuadas por un Estado.
Pareciera que las intervenciones de la ONU estuviesen una vez más enmarcadas en el paradigma idealista de Woodrow Wilson, sólo esperemos que esta vez, a diferencia de lo acontecido con la Liga de las Naciones y la Alemania nazi, la ONU tome medidas al respecto antes de que el recrudecimiento de las hostilidades en Darfur traiga consecuencias más funestas que las del conflicto de los Grandes Lagos.
Notas: (1) PETERSON Scott, Sudan’s key ties at the UN. August 31, 2004. (2) Para Octubre de 2005 ya hay presencia de aproximadamente 5600 efectivos de la UA en la región bajo el nombre de DITF (Darfur Integrated Taskforce) que están bajo el mandato de la AMIS (African Mission in the Sudan). No sólo hay militares sino que se han desplegado fuerzas policiales. Los países que han enviado tropas a la región son Nigeria, Rwanda, Sudáfrica y Senegal.
La fuente: el autor es estudiante de Finanzas y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.