Irán pone a prueba su fortaleza
El escándalo que generaron las inaceptables palabras del presidente iraní, que instó a la desaparición de Israel, demuestra que Irán no se encuentra en una posición de debilidad frente a Occidente y que un triunfo de EE.UU. en Irak potenciaría aun más su liderazgo regional.
Por Maximiliano Sbarbi Osuna
El recientemente electo presidente con el 67 % de los votos, Mahmud Ahmadineyad, podrá ser ultraconservador, extremista en sus convicciones y en sus discursos, fiel a la Revolución Islámica del ayatollah Khomeini, pero de ningún modo permanece fuera de la realidad política de Medio Oriente y percibe muy bien hasta dónde puede tirar de la cuerda y es muy consciente de la posición de privilegio que se encuentra el país, tanto por sus aliados y por su superioridad económica y comercial de la zona.
La vinculación con Irak
En 1980 EE.UU. armó a Saddam Hussein para que luchara en contra de la supremacía iraní en Medio Oriente, luego de que el ayatollah Khomeini tomara el poder. De esta manera, Occidente estaba fortificando a la minoría sunnita iraquí en contra de los shiítas, que tienen fuertes lazos con Irán.
Ahora, con la relativa pacificación de Irak, con la aceptación de la Constitución por parte de los tres grupos étinico-religiosos (kurdos, shiítas y sunnitas) y con la realización de las elecciones legislativas de diciembre, bajo auspicio de las fuerzas ocupantes, que pondrían fin a la transición política, EE.UU. le está dando en bandeja un poder casi absoluto a la postergada mayoría shiíta iraquí, la cual tiene un estrecho lazo de unión con Irán (religioso y cultural) y además muchos líderes se han exiliado en ese país en epocas de Hussein y siguen dirigiendo a muchos de sus fieles desde el vecino país persa, lo que provocaría que pudiese instalarse un gobierno pro iraní en Irak.
La alerta ya la dio el reino de Arabia Saudita, que junto con Siria sería el más afectado de que Irán se beneficiara de un gobierno shiíta en Bagdad.
Es muy posible que sean ciertas las denuncias británicas de que Teherán le está entregando armas a los shiítas del sur iraquí. De esta manera les da poder, en contra de los ocupantes y en contra de los sunnitas, que están siendo apoyados militarmente por Siria.
Los intereses sirios se contraponen con los iraníes, ya que Siria desea el fracaso norteamericano en Irak para no quedar en la mira de los halcones de la Casa Blanca y para que Irán no tenga tanto poder en Medio Oriente.
Aliados poderosos
En los últimos meses, los gobiernos chino e indio incrementaron sus compras del petróleo iraní. Por lo tanto, Teherán ya no depende tanto de Occidente para vender sus hidrocarburos.
A esto se le suman las inversiones rusas en el área nuclear, lo que incrementa el poder industrial de la nación persa, y lo posiciona como una de las mayores potencias de Medio Oriente junto a Arabia Saudita e Israel.
El discuso en favor de la desaparición de Israel además de anacrónico es falso. Quedaron atrás la época de los nacionalistas musulmanes, que sólo condujeron a sus países a la derrota militar, para luego volcarse a ser conciliadores con el ex enemigo sionista y buscar competir con Tel Aviv al separarse de la Unión Soviética y captar capitales occidentales, con menor éxito que el Estado judío.
Además, hoy en día Medio Oriente debe pacificarse por medio del consenso y de la tolerancia. La realidad es muy distinta a 1948, cuando Palestina se hallaba bajo mandato británico.
Por otro lado, es falso porque una guerra empeoraría mucho más este frágil escenario. A Irán no le conviene enfrentarse con el poder militar israelí.
El porqué de este discurso duro de Ahmadinejad lo conoce él y el Consejo de Guardianes iraní, el órgano supremo legislativo, con poder de veto absoluto, que impidió gobernar al presidente reformista Mohamed Khatami.
Estaba claro que la ONU iba a condenar este exabrupto presidencial y hasta se iba a volver a poner en el tapete el tema no resuelto del desarrollo de energía nuclear. Pero quizás, estas palabras estén dirigidas por algún motivo al público interno. Es cuestión de esperar las próximas jugadas antes de adelantar hipótesis.
Lo único que es seguro es que los sectores más duros en Washington y en Israel tienen nuevos argumentos para destinar más presupuesto en defensa, armamentos e incursiones militares y por otra parte, los extremistas islámicos van a contar con más apoyo para cometer los inútiles atentados, que sólo cobran vidas inocentes y no resuelven ningún problema.
Lo que demuestran tanto las palabras del presidente como el desarrollo del programa nuclear (hasta ahora con fines pacíficos) es la fortaleza que está experimentando Irán, primero en el frente interno, ya que los reformistas fueron aplastados por las urnas y por los bastones policiales.
En segundo lugar, a nivel regional Irán se ve muy beneficiado por el ascenso de shiítas al protagonismo político iraquí, lo que aumenta las relaciones económicas y la influencia persa en el vecino país y la debilidad del mundo árabe frente al resurgimiento iraní, que gracias a sus nuevos inversores y compradores asiáticos ha podido elevar su estatus de potencia regional.
La fuente: El autor es analista de temas internacionales y director del Panorama Mundial de Historia y Actualidad