7.8 C
Buenos Aires
lunes, mayo 20, 2024

Las armas de Hezbollah y la bomba iraní: cuando la fuerza se convierte en debilidad

Opinion/IdeasLas armas de Hezbollah y la bomba iraní: cuando la fuerza se convierte en debilidad

Las armas de Hezbollah y la bomba iraní: cuando la fuerza se convierte en debilidad

Será inútil condenar o pedir ayuda contra la postura occidental sobre el programa nuclear iraní. La escena internacional no es una asociación caritativa o un tribunal ético sino una selva donde chocan los intereses. La pregunta es ¿por qué EEUU evita hablar del arma nuclear israelí o paquistaní, que ya la poseen realmente, y se moviliza contra una leve posibilidad de un arma nuclear iraní?

Por Abdelwahab Afandi

Parece que es una casualidad que no carece de carga simbólica: el programa nuclear iraní y las armas de Hezbollah han sido el meollo de una amplia polémica en estos últimos días. Existen fuertes lazos entre la situación iraní y el estado de Hezbollah, empezando por una alianza política, militar e ideológica común y terminando por un mismo enemigo: Israel y su aliado, Estados Unidos.

Es lo que explica la campaña desatada en contra de ambos al mismo tiempo, y contra su tercer aliado: Siria. Es el tiempo de rendir cuentas, el momento de las rebajas, el cliente puede comprar dos o tres cosas al precio de una.

Washington piensa que ha llegado el momento para rendir cuentas de tiempos remotos, vengarse por sus derrotas y las de Israel ante Siria en el Líbano y quitar del medio las fuerzas hostiles que le molestan. Piensa también que es el momento oportuno para reorganizar la situación en la región. Una medida de precaución ante cualquier peligro que aparezca en el futuro, como el surgimiento de Irán en tanto que fuerza nuclear que pueda desempeñar un papel regional contra los intereses estadounidenses.

Este procedimiento estadounidense muestra, por un lado, una mentalidad oportunista pragmática. El 11 de septiembre dio a EE.UU. el pretexto para sus intervenciones en el extranjero y el apoyo internacional a la agenda de la administración estadounidense. Estos atentados fueron para los conservadores una oportunidad de oro para aplicar la agenda de dominio y apoyar los intereses de Israel. Los mortales errores de Siria en el Líbano constituyen otra oportunidad para matar dos pájaros de un tiro. Es de señalar que el terror que infundió la invasión de Irak en los regímenes árabes ayudó a que sus líderes sean más fluidos de lo que eran, y más rápidos en cooperar con las demandas estadounidenses.

Por otro lado, Estados Unidos quiere corregir sus errores y pecados como la posibilidad de que Irak se convierta en un futuro aliado natural de Siria e Irán. Es una alianza que puede perjudicar los esfuerzos estadounidenses en la región si efectivamente ocurre. De hecho, garantizar la presencia estadounidense en Irak sólo se asegurará con el cambio de los regímenes en Siria e Irán, o por lo menos, si se les debilita.

Será inútil condenar o pedir ayuda contra la postura occidental sobre el programa nuclear iraní. La escena internacional no es una asociación caritativa o un tribunal ético sino una selva donde chocan los intereses. La pregunta es ¿por qué EEUU evita hablar del arma nuclear israelí o paquistaní, que ya la poseen realmente, y se moviliza contra una leve posibilidad de un arma nuclear iraní?

Los países consideran que el arma iraní conlleva un peligro que no lo tiene el arma israelí, paquistaní o indio. Ahora cabe preguntarse ¿Por qué EEUU cree que va a poder impedir a Irán poseer la bomba atómica?

Las reglas y valores que dirigen las relaciones internacionales han evolucionado en los últimos cuatro siglos desde un punto de vista teórico, que no práctico. Lo que ha cambiado son los puntos de enlace entre los bloques de aliados. Entre los principios que siguen ganando terreno en la situación internacional figura el problema de la seguridad. Es decir que cada país se precipita para consolidar su seguridad reforzando su armamento. El resultado puede llevarnos a que la seguridad genera inseguridad, y la obsesión por evitar la guerra termina en la mayoría de las veces cayendo en las trampas de la guerra.

Por eso, EEUU todavía sigue el fantasma de la seguridad, por eso impuso varias medidas e impidió a todos sus amigos poseer armas nucleares. Con ello, EEUU y sus aliados mantendrán su supremacía militar y económica. […] El dominio estadounidense significa la debilidad de la posición de los demás ante el empuje de la supremacía occidental y estadounidense. ¿Qué caracteriza esta debilidad?

La debilidad de Irán proviene de su tardanza en establecer un programa nuclear y no llevarlo en secreto. Varios países que poseen armas nucleares recurrieron a complicadas estrategias, como seguir un programa secreto y no meterse en ningún conflicto, especialmente con EE.UU. Pakistán, por ejemplo, llevó a cabo su programa nuclear mediante una alianza con EE.UU.

Irán podría conseguir un progreso en su programa nuclear bajo la máscara de un programa reformista. Pero su nueva postura ultraconservadora y las duras declaraciones de su presidente no van a propiciar el ambiente idóneo para hacerlo. La solución está en acelerar su programa nuclear y declarar que posee una bomba atómica para situar a occidente ante una situación de hechos consumados.

La debilidad de Hezbollah está en su difícil situación como milicia que toma su fuerza de la debilidad del Estado y de su ejército, y de alianzas dentro y fuera del país. La existencia de una milicia ultraconservadora en un país laico -donde casi la mitad de sus habitantes no son musulmanes- sometido a un país vecino laico y amenazado por un tercer país implica una situación muy complicada. Si esta milicia sigue viva hasta hoy en día, se debe a la destreza política de su líder Hasán Nasrallah. Hezbollah defendió la soberanía del Líbano representando a todos los libaneses, pero su recompensa es la exigencia de su desarme. La fuente: Artículo publicado en el periódico Al Quds al Arabi el 17-1-2006. La traducción al español pertenece a la Revista de Prensa Árabe.

Más

Una pequeña guerra espléndida

El largo siglo norteamericano empezó con una guerra pequeña, en 1898, y termina con otra, en 2003. Ambas tienen en común su fealdad, sordidez y planificación descarada. Una puso a la república norteamericana en el camino del imperio; la otra está diseñada para proclamar la absoluta, irrevocable e incuestionada supremacía global de ese imperio. ¿Pero este siglo quedará en la historia simplemente como el único siglo norteamericano o como el primero de otros? ¿Hemos visto el florecimiento del imperio para asistir ahora a su caída o estamos frente al comienzo de un Reich norteamericano de mil años? Escribe Hani Shukrallah.

La cuenta pendiente de las Alturas del Golán

Producidas la retirada unilateral israelí del sur del Líbano y la muerte del presidente sirio, Hafez al-Asad, poco parece haber cambiado en el tema de las Alturas de Golán. Por lo pronto, el canciller sirio, Faruk al-Shara, se apresuró en reafirmar la posición siria poco después del deceso del máximo dirigente de ese país. El sucesor, su hijo Bashar, ha reiterado que no iba cambiar algo que su padre no aceptara en vida. Así las cosas, la circunstancia es apropiada para repasar el estado de la cuestión.

Hands-on approach called for

Hands-on approach called for ...

Hay que volver a las fronteras del 67

Los israelíes debemos confrontarnos con la única realidad que todos sabemos, pero nadie dice abiertamente: Israel tuvo el audaz deseo de tragarse todos los territorios palestinos y eso terminó en un completo fracaso. Los asentamientos fueron un grave error. Los acuerdos de Oslo, creyendo que nos llevarían a un acercamiento entre los pueblos, han resultado una quimera. Los palestinos no quieren reconciliarse ni reconocer la existencia del Estado de Israel. Ni renuncian a su derecho al retorno dentro de sus territorios. La única manera de asegurar la continuidad de la realización de la idea sionista es retirándose a las fronteras del 67 y prepararse para defenderlas. Escribe Uri Benziman.

Las naciones árabes, perdidas en un pozo de desesperación

Hace unos días, el príncipe saudita Abdullah apeló a la "conciencia" del pueblo norteamericano y solicitó ayuda para los palestinos. El emir de Qatar cayó un poco más abajo en la degradación. Los árabes, dijo, tenían que "suplicar" a Estados Unidos para que use su influencia sobre los israelíes. Pronunciar este tipo de palabras nos remite, realmente, al pozo más profundo de la desesperación árabe. ¿Suplicar? ¿Conciencia? Puede ser que Washington siga rechazando el pedido de Sharon de romper vínculos con Arafat, pero el presidente Bush olvidó desde hace mucho su "visión" de un Estado palestino -el cual mencionó cuando necesitaba la anuencia árabe antes de bombardear a Afganistán-. Y la función de Arafat ahora es recordar cuál es su trabajo: proteger a Israel de los palestinos, es decir, de su propio pueblo. Escribe Robert Fisk.

Un nuevo paradigma para Medio Oriente

Para el autor de este artículo, ex canciller del gobierno de Barak y dirigente laborista, cualquier análisis serio de las opciones lleva a la conclusión de que ha llegado el momento de elaborar un nuevo paradigma para el proceso de paz. La solución tiene que ser internacional, o no habrá solución. La pérdida de confianza mutua entre las partes y su absoluta incapacidad para dar el menor paso de aproximación -y mucho menos para respetar sus compromisos-, sin la intervención de terceros países, hace que la creación de un contexto internacional para la paz sea la última y única manera de salir de este peligroso punto muerto. Escribe Shlomo Ben Ami.