Sórdida mascarada
El voto de los Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para que Israel se retire del Líbano no busca el camino hacia la paz, sino que sólo trata de apaciguar los ánimos del electorado norteamericano y de la comunidad internacional, que están tomando posición en contra de la invasión. Éste no parecería ser el fin de la masacre; únicamente Washington sabe cuándo terminará.
Por Tayeb Belghiche
¿Desde cuándo los Estados Unidos votan, en el Consejo de Seguridad, una resolución contra Israel? No lo hicieron nunca y no van a comenzar a hacerlo hoy. Acaban de adoptar para esta instancia, en cooperación con Francia, un texto ambiguo que, además, fue aceptado sólo verbalmente por Tel Aviv. Un documento totalmente vacío de sentido que no impone nada a Tel Aviv. Sin retroceder ni siquiera ante el ridículo, Condoleezza Rice, en lugar de llamar a los israelíes a dar pruebas de moderación, pidió a Siria y a Irán respetar la soberanía libanesa. Lo que significa claramente que los norteamericanos estiman que sus protegidos no han terminado su tarea sucia en el Líbano y en consecuencia no es cuestión de obligarlos a replegarse lo más rápidamente del país de los cedros.
Washington no adoptó el texto más que para calmar aunque sea un poco a una opinión norteamericana que comienza a rebelarse contra la injusticia de la cual es víctima el pueblo libanés y a un revuelo internacional que recuerda la época en la que el Tío Sam tenía a Vietnam como objetivo. Y es necesario hacer un gesto a los regímenes árabes aliados que, ellos también con miedo a la opinión pública, empezaron un poco tarde a preocuparse. Puede ser que crean que el voto norteamericano les hará salvar la ropa. Pero los pueblos árabes están lejos de olvidar las lágrimas de Fouad Siniora.
En cuanto a Israel, sabía bien que era una mascarada lo del Consejo de Seguridad. Inmediatamente después de la aceptación del texto, envió sus tanques más adentro del Líbano y su aviación continuó con los bombardeos sobre blancos civiles en Tiro, Saida y Beirut, entre otros lugares. Ehud Olmert, un advenedizo de la política, no quiere retirarse del Líbano con una derrota militar. Todavía cree tener los medios para derrotar a la resistencia libanesa. Se obstina entonces en que el hundimiento de Tsahal sea manifiesto. Por no haber destruido al Hezbollah, él se consagra ahora a masacrar a poblaciones civiles y a hambrear a los sobrevivientes, únicos trofeos de guerra que está en condiciones de exhibir.
Y es Estados Unidos quien lo envalentona en esta tarea. Washington y Tel Aviv no hacen más que sembrar el odio, volviendo imposible todo proyecto de paz. Libaneses y palestinos sufrieron demasiados golpes e injusticias. Están lejos de olvidar y, sobre todo, de perdonar. Nadie puede decir cuándo se detendrá la masacre. Pero los jefes de la Casa Blanca lo saben.
La fuente: El Watan. 100.000 ejemplares, Argelia, periódico. “El país” es propiedad de los antiguos periodistas del oficial “El Moudjahid”, independientes en octubre de 1990, que se empeñaron con coraje en mantenerse a igual distancia del poder y del FIS. Su redactor en jefe, Omar Belhouchet, recibió el premio International Press Freedom. Primer periódico argelino en Internet, El Watan ofrece desde el 1º de diciembre de 1997 la posibilidad a sus lectores que viven en el extranjero de estar en contacto con la actualidad argelina, sobre todo con los problemas de sociedad, de los cuales ha hecho su especialidad. La traducción del francés pertenece a María Masquelet para elcorresponsal.com.