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lunes, mayo 6, 2024

Las ambiciones nucleares de Irán: negociaciones complicadas

PolíticaLas ambiciones nucleares de Irán: negociaciones complicadas

Las ambiciones nucleares de Irán: negociaciones complicadas

Mesurado crítico de su sucesor Mahmoud Ahmadinejad, el ex primer mandatario iraní Mohamed Khatami -cuyos dos mandatos presidenciales (1997-2005) se caracterizaron por una infructuosa búsqueda de un modus vivendi con Washington- inició una visita de dos semanas a Estados Unidos.

Por Ignacio Klich

La llegada de Mohamed Khatami a Estados Unidos se produjo en medio de un in-cremento de la tensión entre ese país e Irán, debido a la decisión de Teherán de ignorar el llamado del Consejo de Seguridad a cesar susactividades de enriquecimiento de uranio para la fecha límite del 31 de agosto.

El arribo del ex presidente iraní tiene también como telón de fondo los magros resulta-dos de la segunda guerra del Líbano, y la conciencia en Washington de que no sólo China y Rusia, entre la membrecía del Consejo, se oponen a las enérgicas sanciones con las que el presidente George W. Bus querría penalizar el desafío iraní. Está claro que si Estados Unidos busca tener el visto bueno de todos los miembros permanentes, la situación terminaría por confirmarle a Teherán que Estados Unidos hoy ladra más de lo que muerde.

A pocos días de la respuesta al paquete ofrecido por los miembros permanentes del Consejo más Alemania, para tratar de contener el desarrollo nuclear del país asiático, Irán anunció estar listo para “conversaciones serias”, aunque sin renunciar al derecho al enriquecimiento de uranio para usos pacíficos, que posee todo signatario del Tratado de No Proliferación. En ese contexto, la visita de Khatami dista de ser curiosa. Coincide con un reporte de un respetado analista militar israelí, Zeev Schiff, quien informó que Washington está tanteando a sus aliados europeos y de Medio Oriente respecto de la actitud a adoptar frente a la declinación iraní de suspender el enriquecimiento de uranio, al menos no antes de sentarse a la mesa de negociaciones, independientemen-te de los beneficios y perjuicios de la oferta.

Sabido es que amigos, adversarios y enemigos de Irán suponen que su programa nuclear no sólo apunta a la generación de energía, sino que también está dirigido a dotar al país de armas nucleares. Hasta la fecha, empero, las inspecciones de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) no han arrojado la evidencia necesaria en apoyo de esa sospecha. La situación recuerda a la posesión de armas de destrucción masiva que se alegó que pertenecían al arsenal de Saddam Hussein, y que más tarde se verificaron como inexistentes.

De hecho, la inteligencia militar israelí insiste en la existencia de instalaciones secretas en Irán que, ajenas al escrutinio de la AIEA, albergan la dimensión militar del programa nuclear iraní. La principal razón a propósito de la carrera iraní para disponer de armas nucleares sigue siendo -paradójicamente para la lucha de Bush contra el terrorismo- una denuncia hecha en el 2004 de los Mujahidines, opositores marxistas del régimen iraní, catalogados como terroristas por Estados Unidos.

Desde que abandonó la jefatura de Estado, Khatami estuvo involucrado en actividades para cerrar la creciente brecha de incomprensión entre sociedades islámicas y occidentales, en la búsqueda de la superación de prejuicios y falsas ideas. Creador del Centro Internacional de Diálogo entre las Civilizaciones, con oficinas en Irán y Europa, y registrado en Ginebra desde este año, Khatami integra, asimismo, la Alianza de Civilizaciones, lanzada en el 2005 por el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, luego de hacer suya una iniciativa anterior del jefe en Estados Unidos, sobre todo después de que un voero gubernamental iraní anunciara que su país piensa concretar una idea cara para el presidente Mahmoud Ahmadinejad: la realización de una conferencia para revisar mitos y realidades del exterminio del nazismo.

Sin embargo, otro encuentro en Qatar, organizado por la Alianza de Civilizaciones en febrero pasado, le permitió a Khatami diferenciarse de su sucesor, a la vez que ilustrar la existencia de más de un punto de vista sobre el tema hacia el interior de Irán. Allí proclamó que “el Holocausto es una realidad histórica”, independientemente de su utilización por parte de Israel en su lucha contra las aspiraciones nacionales del pueblo palestino.

Se desconoce si Khatami tendrá contacto con funcionarios estadounidenses, o si se reunirá con miembros del Ejecutivo y/o Legislativo norteamericanos. Aun sin ellos, conviene destacar el hecho de que el Departamento de Estado aprobó su pedido de visa, a espaldas de la campaña en contra de la visita desatada por algunos grupos cercanos a Israel. Más allá deconfirmar lo obvio, es decir que el arribo de Khatami tiene la aprobación oficial estadounidense, el fracaso de esa campaña, junto a la nota posterior del analista Zeev Schiff, intiman una dosis bastante justificada de nerviosismo oficial israelí.

Israel no logró imponerse militarmente a Hezbollah en el Líbano, y en su lugar sufrió un “cachetazo”, en palabras de Schiff -cuyas columnas se nutren del pensamiento del Estado mayor de las Fuerzas de Defensa Israelíes(FDI) y hasta cierto punto lo reflejan-, o un golpe de knock out, según la evaluación de otro analista hebreo, el más severo Reuven Pedhatzur. La situación debilitó a quienes buscan una confrontación militar contra Irán, sobre la base de la superioridad aérea israelí para bombardear sus instalaciones nucleares.

En todo caso, el resultado de la segunda guerra del Líbano se ha sumado a otros facto-res que exacerbaron la fatiga de Europa y Estados Unidos y, a la vez, acrecentaron el poder disuasivo de Irán. En palabras de Richard Armitage, vicecanciller estadounidense durante la primera presidencia de Bush, “si los militares más poderosos de la región -la FDI- no pueden pacificar un país como el Líbano, con cuatro millones de habitantes, hay que pensar con mucho cuidado aplicar un ataque a Irán, un país con profundidad estratégica y una población de 70 millones”.

No en vano Schiff escribió que los sondeos de Washington tienen que ver con el posible inicio de conversaciones con Irán, país que está dispuesto al diálogo, “pero sin precondiciones”, es decir sin suspender las operaciones de enriquecimiento de uranio.

Si se concretaran, las negocicaciones impulsarían un eventual corrimiento de todas las fichas sobre el tablero mesoriental, de cuyas consecuencias no podría estar exento Israel, en particular su actual posición sobre la cuestión palestina.

De cara a esa perspectiva, no es casual que a posteriori de la respuesta iraní al ofrecimiento de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad más Alemania, Israel consideró oportuno dar a conocer una decisión adoptada antes de la segunda guerra del Líbano. Eliezer Shkeidi, jefe del arma de las FDI que salió mejor parada del conflicto, la fuerza aérea, había sido puesto a cargo de la planificación militar israelí vis-à-vis Irán. Este aferrarse a recetas militares por parte de los israelíes parece coincidir con quienes desde el diario árabe Al Hayat sostienen que los sentimientos revanchistas alimentados por un “empate imposible” en la crisis del Líbano desembocarán en una nueva conflagración, esta vez en la margen oriental del Golfo Pérsico principalmente.

También están los que sostienen que conviene reconciliarse con el hecho de que “si Irán lo desea vivamente, tendrá armas nucleares, tal como las tienen la India y Pakistán”, además de Israel. Para otros, esa posición ha sido difundida por un columnista del diario hebreo Haaretz. El periodista sostiene que en unos años la pregunta será cómo impedir que Irán haga uso de tales armas. La respuesta del articulista fue evitar ahora un aluvión de sanciones y buscar un entendimiento, tratando a Irán como “una sociedad perteneciente a la familia de naciones, y no sólo como un depósito de armas a ser destruidas”.

La fuente: el autor es historiador. Su artículo fue publicado previamente por la revista argentina Debate.

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