Leyla Zana estaba embarazada de su segundo hijo cuando encarcelaron a su marido Mehdi. Aprendió a hablar turco para poder visitarlo en la cárcel. Luego empezó a estudiar y, en 1991, llegó a ser la primera mujer kurda elegida diputada por Diyarbarki.
Al asumir su puesto de legisladora, Leyla se presentó en traje kurdo y prestó juramento en su idioma natal, por lo que se la acusó de terrorismo. Sólo el movimiento de solidaridad internacional que se desencadenó pudo salvarla de una ejecución probable. Leyla, que quería únicamente la paz y el reconocimiento de los kurdos en Turquía, fue condenada a 15 años de cárcel.
Leyla Zana aboga desde hace años por una solución política pacífica del problema kurdo en Turquía. En 1995 fue galardonada con el Premio Sajarov que concede la Eurocámara a aquellas personas que se han destacado por la defensa de los Derechos Humanos.
En octubre de 1998, el Consejo de Seguridad del Estado volvió a condenarla a una pena de dos años de prisión por haberse dirigido a su pueblo en un artículo sobre el año tradicional kurdo en el periódico del partido HADEP.Tras largas negociaciones con las autoridades turcas, el Presidente de la Delegación en la Comisión parlamentaria mixta UE-Turquía pudo visitarla en la prisión y transmitió este mensaje suyo al Parlamento:”Deseo una amnistía general para todos los presos políticos. No quisiera ser puesta en libertad por motivos de salud mientras mis compañeros de acción política siguen encarcelados”.En julio de 2001, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo condenó por unanimidad a Turquía por la forma en que se desarrolló el juicio de Leyla Zana. El Parlamento Europeo se adhirió a dicha condena y reiteró su exigencia de la puesta en libertad, inmediata e incondicional de la mujer.
El 28 de marzo de 2003 se inició en Turquía un nuevo juicio contra la mujer.