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lunes, mayo 20, 2024

El rechazo al disenso

Opinion/IdeasEl rechazo al disenso

El rechazo al disenso

¿Por qué tantos de nosotros tenemos problemas en ser críticos respecto de un gobierno de Israel? Estoy convencido de que criticando la intransigencia y los desafueros del gobierno de Ariel Sharon se defiende a Israel. Y creo que le hacen un flaco favor a éste quiénes, para defender el derecho y el deber a la legítima persecución del terrorismo, se solidarizan con la brutalidad y los excesos cometidos por Sharon.¿Qué justifica esta conducta? Nosotros lo llamamos autodefensa, pero esto es sólo la superficie de nuestra justificación. Más allá, abajo, cuidadosamente escondida en nuestra psique colectiva, encontramos un sentido de autorización a nuestra violencia. Nuestro sufrimiento histórico, como pueblo, nos faculta a la violencia en nuestra conducta actual. Nuestra violencia no es horrenda y cruel como la violencia de otros pueblos, sino una violencia justificada, sagrada, una guerra santa.

Por Roberto Faur He estado preguntándome sobre los judíos argentinos. ¿Por qué tantos de nosotros tenemos problemas en ser críticos respecto de un gobierno de Israel?

Estoy convencido de que criticando la intransigencia y los desafueros del gobierno de Ariel Sharon se defiende a Israel. Y creo que le hacen un flaco favor a éste quiénes, para defender el derecho y el deber a la legítima persecución de los responsables del Hamas y la Jihad Islámica en la organización de atentados terroristas, se solidarizan con la brutalidad y los excesos cometidos por Sharon.

En esta ocasión, analizaré algunos aspectos vinculados con esas dificultades subjetivas, dejando para una próxima entrega el abordaje del análisis de otros obstáculos, objetivos, vinculados con la organización de las entidades comunitarias y las relaciones de poder dentro de su seno.

Yo, siendo pro-sionista, enfrenté esos obstáculos recientemente rompiendo mi aquiescencia incondicional. Y aclaro, esta situación no tiene absolutamente nada que ver con la noble causa de la existencia y el desarrollo del Estado de Israel.

La ruta desde esta conciencia problemática hasta mi capacidad tardía de ser crítico respecto de un gobierno israelí ha sido larga y compleja. En estos años he sabido de otros judíos, argentinos, americanos, israelíes, etc. que han recorrido análogos caminos, y de muchísimos más que no lo han hecho. He descubierto obstáculos mentales que hacen duro, a veces imposible, ver lo que está allí delante de nuestros ojos. Nuestra incapacidad para comprometernos con el pensamiento crítico sobre nuestra querida Israel, con gravísimos problemas, se enreda con cuestiones cruciales acerca de la identidad judía. ¿Por qué los judíos argentinos encuentran difícil ser críticos respecto de un gobierno de Israel?

He aquí, en forma lineal, algunos de los obstáculos a esa capacidad. Los obstáculos subjetivos

La convicción de que los judíos están siempre en peligro, siempre lo han estado y, por lo tanto, están en peligro ahora. Lo que hace creer que la opinión crítica, libre e independiente es un ataque y llevará a nuestra destrucción como pueblo. Que está arraigado en la suposición de que cualquier opinión negativa hacia un gobierno de Israel es una señal de “autoodio” o, peor aún, de antisemitismo y (de nuevo, inevitablemente) llevará a nuestra destrucción como pueblo. Que se refuerza por una aún más oculta creencia de que una cantidad suficiente de sufrimiento confiere el derecho a la violencia. Quefinalmente nos trae a la convicción de que nuestras creencias, nuestra ideología (o teología), importan más que las vidas de otros seres humanos. Obstáculos

En peligro como nos sentimos; cualquier opinión crítica, disenso o reproche, incluso de uno de nosotros mismos, asume dimensiones exageradas; vamos a percibir una crítica como un ataque amenazante a la vida. El camino al temor es claro. Nosotros llenamos, ocupamos, todo el espacio de puesta en peligro. Cuando otras personas claman por una porción, creemos que ellos están intentando negarnos nuestro derecho.

Dondequiera que observemos, vemos la amenaza de la destrucción de los judíos.

Ver a otras personas en peligro además de nosotros es el primer paso en el desmantelamiento de la ceguera.

El Ejército de Defensa de Israel, como consecuencia de la persecución a los responsables de los actos terroristas sobre la población civil, se ha comportado brutalmente en algunas ocasiones, disparando fuego sobre palestinos civiles inocentes y destruyendo sus hogares. ¿Qué justifica esta conducta? Nosotros lo llamamos autodefensa, pero esto es, sugiero, sólo la superficie de nuestra justificación.

Más allá, abajo, cuidadosamente escondida en nuestra psique colectiva, encontramos un sentido de autorización a nuestra violencia. Nuestro sufrimiento histórico, como pueblo, nos faculta a la violencia en nuestra conducta actual. Nuestra violencia no es horrenda y cruel como la violencia de otros pueblos, sino una violencia justificada, sagrada, una guerra santa. Claro, no querríamos saber esto acerca de nosotros mismos: ello nos haría parecidos al enemigo percibido como tal cuya violencia estamos deplorando. Cuando los suicidas asesinos se explotan con bombas en un hotel lleno de celebrantes de la Pascua, vemos claramente que éste es un caso de violencia odiosa, injustificable (y lo es, sin ninguna duda lo es.) En cambio, cuando el ejército israelí destruye un campamento de refugiados palestinos empobrecidos, esto, en nuestros ojos, es una violencia purificada por nuestra historia de persecución (y no lo es, sin dudas no lo es.) Y nos desconcertamos que el mundo no vea nuestra situación de la misma manera. Pienso que muchos de nosotros sostenemos este punto de vista de violencia judía purificada sin ser conscientes de ello. Aunque raramente lo admitimos. Aceptar nuestra propia historia de violencia

Muchos judíos, que harán aliá (n. de la r.: emigración a Israel), se radicarán dentro del Estado de Israel. Otros, se radicarán en los asentamientos de Cisjordania. De los primeros, algunos de ellos irán a Ramallah para dar ayuda humanitaria a la población palestina, esperando que su presencia allí haga más difícil los destrozos cuando los tanques atraviesen la ciudad, hiriendo a civiles como consecuencia “no deseada” de su accionar antiterrorista. Y algunos otros, aún están hablando sobre una brigada de paz que se establecería a lo largo de la frontera; una zona divisoria, humana, entre israelíes y palestinos. En el otro extremo, la decisión de ocupar extensamente Cisjordania es guiada por un sentido de destino predeterminado y por una ideología que exige a Judea y Samaria como la sagrada tierra judía. Estas demandas son basadas en las arcaicas conversaciones con Dios. Las familias ultranacionalistas que se mudan a los asentamientos estarán entre una población hostil, se entrenarán para disparar y participarán en la ulterior partición de tierras palestinas. Ellos usarán profusamente el agua cuando no hay ya caudal suficiente para sus vecinos, muchos de los cuales pasan días sin poder lavarse o aún beber. Al servicio de una idea arcaica estas personas verán a sus vecinos árabes, no como un humillado, golpeado, empobrecido, desesperado pueblo, sino como un enemigo potente que se mantiene en la antigua tierra judía ilegítimamente. En el sostenimiento de la ideología algunas cosas se descuidan.

Las personas vivas, el presente, la santidad de la vida civil ¿es menos importante que qué, exactamente? ¿Una idea? ¿La idea del pueblo judío escogido por Dios, haciendo realidad un pacto con Él?

¿Qué puede significar ser el pueblo de Dios si esta elección no viene con una preocupación sobre todos los pueblos vivientes? Un llamado a la acción

Qué quiere decir Judaísmo y qué irá a significar, le sigue a las opciones que nosotros hacemos en el presente. Nuestros actos, como judíos, promueven o frustran el propósito crucial del judaísmo -mantener una relación potente, viviente, íntima, con una energía que promueva la transformación diligentemente. El llamado de esta propuesta, como experiencia, es hacia la comunidad y hacia la acción, al conocimiento de que si nosotros no podemos hacerlo todo, todavía podemos hacer algo. Podemos clarificar nuestra visión. No necesitamos usar el refugio de un derecho a la violencia o un énfasis cruel en nuestro sufrimiento.

Podemos ver el mundo tal como es, no como lo era o como nosotros esperamos o tememos que podría ser.

Podemos acrecentar nuestro sentido de identidad judía para incluir la vulnerabilidad y la agresión. No tenemos que ser ciegos. Podemos ver y podemos actuar.

Podemos intervenir activamente en debates y actos públicos sobre la situación en el Medio Oriente Podemos unirnos a organizaciones que apoyan un judaísmo de compromiso con la justicia y la paz. Por último, deseo compartir la siguiente reflexión: “Mientras algunos levantan muros para defenderse de los vendavales, otros construyen molinos de viento para aprovecharlos ”

Tratemos de ver en cada dificultad una tarea, una posibilidad de actuar con esperanza, porque la esperanza es querer que el futuro exista.

La fuente: el autor es un activo miembro de la colectividad judía argentina. Ex secretario general de la Organización Sionista Argentina y presidente de la filial argentina del partido pacifista Meretez, ha debido resignar ambos cargos luego de hacer públicas sus discrepancias con la política de represión de Ariel Sharon. El artículo que precipitó la defenestración política de Faur puede consultarse en http://www.elcorresponsal.com/content/articulos/index.php?req_sectionid=2&req_articleid=794

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