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domingo, mayo 19, 2024

La generación del embargo

PolíticaLa generación del embargo

La generación del embargo

Según un informe de Unicef, todos los meses mueren por desnutrición en Irak 4500 niños menores de cinco años. ¿Cuánto tiempo se necesitará para que el mundo cobre conciencia de las consecuencias dramáticas del embargo para la población iraquí y en particular para los niños? Más que las dos guerras, son las sanciones internacionales las que han arruinado al país y a sus ciudadanos.

Por Josette Tagher Roche

En la calle principal de Basora, ciudad del sur de Irak en el Shat el Arab, los dos van tomados de la mano, sonríen y tratan de negociar el único bien que les queda: dos bolsitas de plástico con una raya roja y blanca. Aún no tienen ocho años. ¿Qué hacen en la vía pública cuando las tiendas ya han bajado sus cortinas metálicas? “No nos moveremos de aquí hasta que no hayamos ganado algo”, declaran, mientras se suman a ellos unos cuarenta menores que ya no tienen nada que vender.

Son los niños de la calle. Hablan todos al mismo tiempo. Si han abandonado la escuela, “es porque han fracasado”; si ya no viven en su casa, “es porque sus padres se divorciaron o están sin trabajo, y tienen que valerse de sus propios medios para sobrevivir”. A medida que los últimos dueños de tenderetes desconectan su grupo electrógeno, la calle se sume en la oscuridad. El menor del grupo, con apenas seis años, avanza para decir que él también “¡quiere ir a la escuela!”

¿Cuánto tiempo se necesitará para que el mundo cobre conciencia de las consecuencias dramáticas del embargo para la población iraquí y en particular para los niños? Más que las dos guerras*, son las sanciones internacionales -vigentes desde hace casi diez años tras la invasión de Kuwait por las tropas de Saddam Hussein- las que han arruinado al país y a sus ciudadanos.

Todos los meses, la desnutrición mata a más de 4.500 niños menores de cinco años, según un estudio realizado en agosto de 1999 por Unicef. ¿Cuántas muertes más serán necesarias para que se reaccione ante esa situación?

El fenómeno de los niños de la calle era prácticamente desconocido antes de 1991 (todos los niños estaban escolarizados). Cada vez más numerosos, son rechazados por los “delitos” que cometen, pues antes de cumplir 15 años está prohibido trabajar o mendigar. Detenidos por la policía, suelen ser enviados a centros de detención donde las condiciones de vida son casi inhumanas.

Algunos llegan después a El Rahma (La Misericordia), único centro de integración de los niños en Bagdad. Allí viven mejor, pero el personal que se ocupa de ellos es insuficiente.

Aunque, contrariamente a lo que sucede en otros países musulmanes, la adopción no esté prohibida, es poco corriente, explica Hamid Jabir Aboud, director del centro. Por consiguiente, sólo ve dos soluciones para la reinserción de los menores: “Encontrar a las familias de los varones y casar a las chicas.” Estas últimas estarían en peligro de muerte si regresaran a sus casas tras haber vivido “en lugares abandonados” (la calle). “Pero antes de iniciar las búsquedas -señala el director- tengo que encontrar una nueva batería para el auto a fin de ir a comprar pan para los niños”.

En el Irak de hoy, todo es prioritario, como señala uno de los responsables de Unicef en Bagdad: “Hacemos lo que el gobierno ya no puede hacer a causa del embargo: construir centros de salud, casas, escuelas, reparar alcantarillas, centrales de tratamiento de aguas, imprentas, fábricas de tiza… La tarea es enorme y hay que actuar con rapidez para salvar a los niños. La prioridad es lograr que retornen a la escuela para que esta generación del embargo no se pierda para el país.”

Situación desesperante

En diez años el presupuesto del sector de la educación disminuyó un 90%, pasando de 230 millones de dólares en 1991 a 23 millones hoy, y el 83% de las escuelas primarias necesitan ser reparadas. Algunas están totalmente destruidas, otras “no dan abasto”. En la carretera de Bagdad a Basora, en la escuela Diala, los alumnos se suceden cada cuatro horas en clases cuyos bancos y pupitres están rotos, los cables eléctricos a la vista, los techos agujereados y los suelos inundados.

La situación es igualmente desesperante en la dirección de Salud: “Se sostiene que Irak fabrica armas con los medicamentos contra el cáncer y con el cloro para purificar el agua. ¿Hay que cruzarse de brazos y ver morir a la gente? ¿Deben los niños contraer enfermedades por falta de agua potable?”, se indigna Abdul Amir El Thamery. “¿Y qué va a suceder cuando lleguen los calores del verano, con una tasas de morbilidad, mortalidad y desnutrición ya tan elevadas?”

* La guerra con Irán, entre 1980 y 1988, y la Guerra del Golfo, en 1990-1991.

La fuente: la autora es la jefa de redacción de Enfants du monde en el comité francés de Unicef.

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