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domingo, mayo 19, 2024

“El islamismo no es un movimiento irracional”

Opinion/Ideas"El islamismo no es un movimiento irracional"

GILLES KEPEL, EXPERTO EN ESTUDIOS ISLAMICOS

“El islamismo no es un movimiento irracional”

Por Jaime Rosemberg

Gilles Kepel es hoy uno de los más reconocidos estudiosos del Islam en el mundo occidental. Profesor en el prestigioso Instituto de Estudios Políticos de París, y autor de libros como “La revancha de Dios”, Kepel pasó por Buenos Aires, donde sostuvo un encuentro con estudiantes y docentes de la Universidad Torcuato Di Tella. En esa oportunidad, este francés de mediana edad, aspecto desalineado y simpatía proverbial explicó a los presentes las principales tesis de su nuevo libro, titulado “ascenso y caída del Islamismo, 1970-2000”. Ofrecemos aquí los pasajes salientes de su exposición.

Génesis de un movimiento

“La década del setenta fue fundamental para el mundo musulmán. Fue en esos años cuando comienzan a producirse grandes cambios en materia demográfica, social y económica. Quienes habían nacido en la década del cincuenta llegan a cumplir veinte años, y representan una gran masa de jóvenes, ampliada por el crecimiento demográfico y los adelantos médicos que permitieron reducir la mortalidad infantil en casi todos los países musulmanes.

Estos jóvenes, que se trasladaron a los grandes centros urbanos y a los llamados conurbanos, comienzan a transformarse, de a poco, en una inédita mayoría. Tuvieron acceso a educación sistemática, y no conocieron en forma sustancial la etapa colonial, por lo que un inglés no representaba un “ocupante” para un joven egipcio, ni un francés lo era para un argelino de menos de veinte años.

Este cambio tuvo consecuencias directas en lo político: los gobiernos, que antes justificaban su autoritarismo por la necesidad de luchar unidos contra la potencia colonial, debieron hacer frente a demandas de legitimidad, provenientes de jóvenes con ambiciones, y expectativas de ascenso social. La frustración de esas ambiciones dio lugar a la creación del nuevo movimiento islámico”.

Nace una estrella

“El Islamismo nace de la frustración de estos jóvenes urbanos, cansados de gobiernos con retórica socialista con la que justificaban sus abusos. Aparece una nueva-vieja política, que lucha por la igualdad y la justicia, contra la corrupción y el autoritarismo. La solución que comienza a implementarse descarta copiar los modelos occidentales, y retoma los viejos modelos islámicos de organización, a los cuales se pliegan movimientos en distintos países”.

Bases y fundamentos

“Para los nuevos movimientos islámicos, conceptos como Estado y Nación pasan a ser parte del enemigo idólatra y pagano, por lo que es necesario erradicarlos, y basarse en nuevos paradigmas, sostenidos por la creencia religiosa musulmana. Elementos de la historia como la Guerra de los Seis Días en 1967, la muerte de Nasser pocos años después y la masacre de palestinos en 1970 son la bisagra que separa el fin del nacionalismo árabe, y el surgimiento del movimiento islámico en el Medio Oriente y buena parte de Africa”.

Anatomía de un movimiento

“Estos grupos, que empiezan a ganar cada vez mayor fuerza, y que comienzan a implementar la Sharia (ley islámica) para hacer justicia y buscar la igualdad, pueden a su vez subdividirse en tres grandes vertientes.

La primera está constituida por los “jóvenes urbanos pobres” que mencionamos anteriormente, a los que se suma una poderosa clase media que comienza a crecer en la escala social, y a ocupar parcelas de poder antes reservadas a la familia gobernante, sea rey, sha o presidente. En tercer lugar, la llamada “Intelligenzia islámica”, formada por profesionales que interpretan las leyes sagradas a su manera, dejan de lado las visiones “sociales” y se unen a los otros dos grupos formando un poderoso conglomerado social y político.

La experiencia iraní

“Uno de los primeros experimentos exitosos de esta amalgama fue la revolución iraní, que en 1979 tomó el poder del país. Allí, la Intelligenzia pudo unificar las distintas ideologías, de la mano de un líder carismático como el ayatollah Khomeini, a pesar de que los shiítas representan un porcentaje minoritario de la población musulmana en el mundo. Khomeini fue lo suficientemente sabio como para unir a diversas ideas, entre ellas a los seculares, en pos de lograr la toma del poder”.

Argelia y un proyecto fracasado

“En Argelia se llevó adelante un movimiento similar, que fracasó básicamente por falta de unidad y cohesión.

La situación previa a la revolución ayudaba bastante: poder militar dictatorial, un país potencialmente rico con innumerables problemas económicos, imposibilidad de participación real.

En 1989, un año en el que se expanden distintos movimientos islámicos como los de Afganistán, Sudán y el Movimiento de Resistencia Islámico Hamas en Palestina, el Frente Islámico de Salvación hace su irrupción en el escenario político argelino. En 1990 gana su primera elección local, apoyados básicamente por los jóvenes urbanos, pero aquí no hay una sola voz, sino dos. Por un lado, aparece un dirigente de clase media como Madani, acostumbrado a ir a su trabajo en un Mercedes Benz; por el otro, un maestro de escuela como Bellach decía que debía extirparse todo vestigio de influencia francesa, muy presente en distintos ámbitos de la vida del país. La falta de unidad permitió el golpe militar de 1999, y ni siquiera la guerra civil iniciada en 1992 pudo unir a los distintos grupos radicales que luchaban por la hegemonía”.

Los porqué de la derrota

“En los últimos años, hemos asistido a la caída de la mayoría de estos sistemas. En Irán, donde resultó relativamente exitosa, hay hoy una oposición desde dentro, encabezada por el presidente Mohammed Khatami, y demandas sociales de cambio muy fuertes. En Sudán la experiencia fracasó, en Afganistán no tenemos precisamente un producto de exportación, en Turquía desapareció casi todo vestigio, y en Argelia tenemos sólo guerra civil.

El éxito o fracaso de estos movimientos dependió, en todos los casos, de su capacidad para generar unión o división en su mismo seno. En cualquier caso, no se trata de movimientos irracionales, sino de grupos que utilizan la religión como elemento de cohesión política y social.”

La fuente: el autor es un periodista argentino, egresado de la carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

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