El tiempo de los yankees
En un año y medio, el presidente Bush ha dilapidado el enorme crédito que había conseguido del mundo entero desde el 11 de septiembre. La simpatía global y el apoyo dado a los Estados Unidos fueron concedidos en un tema muy específico: la lucha contra Ben Laden y el terrorismo global. A partir del momento en que no pudo capturar a Ben Laden en Afganistán, Bush ha tratado de convencer al mundo de que las metas imperialistas de los Estados Unidos en el Medio Oriente son lo mismo que la guerra contra el terrorismo. En vez de movilizar al mundo para emprender una guerra coordinada contra el terrorismo, las acciones de Bush han provocado la sensación de que las políticas imperialistas norteamericanas en el Medio Oriente son peligrosas; que provocan terror y deben ser paradas.
Por Lev Grinberg
“España e Inglaterra y también Portugal,
y ahora es a los yanquis que les toca actuar”
(Jorge Salerno y Daniel Viglietti)
Estos versos de una canción de mi niñez en la Argentina vinieron a mi memoria mientras observaba la rueda de prensa del nuevo cuarteto en las islas Azores. Fue patético ver a los tres viejos poderes imperiales que invadieron y colonizaron América ofreciendo su ayuda al nuevo poder imperial en su acometida contra Irak. Todos tienen un prontuario impresionante de lucha contra los indígenas, apropiándose de sus tierra, humillándolos y sujuzgándolos, Según lo expresado por el poder imperial, la ocupación de Irak se presenta como una “guerra de salvación”. Los E.E.U.U. le ahorrarán sufrimiento al pueblo de Irak en su propio beneficio, liberarán a los iraquíes de las garras de un dictador sanguinario. La guerra traerá prosperidad, desarrollo económico, libertad y democracia. Si por accidente matan, dejan huérfanos y viudas a millones de iraquíes en el proceso, no será culpa del ocupante sino del ocupado. Si el pueblo iraquí recibe a las fuerzas imperiales con arroz y rosas, se ahorrarán sufrimientos. Pero si se oponen a la invasión serán matados, y culpados por su muerte, como con los indios. Si las multinacionales norteamericanas e inglesas alcanzan algunos beneficios de la ocupación, no es porque ésta haya sido su intención original, pero algo deben ganar para invertir en ayuda a los países subdesarrollados. Si la prosperidad económica, la libertad y la democracia no pueden materializarse, siempre será por la incapacidad de los dirigentes locales. Sea como fuere, lo único que podemos asegurar es que el nuevo dictador de Irak será amigo de los Estados Unidos.
Los imperios han tenido siempre muy buenas razones para invadir pueblos “primitivos” y “subdesarrollados”. Ellos siempre han tenido objetivos honorables. Estos objetivos, que nunca se alcanzan, no se piensan para convencer al pueblo ocupado (serán convencidos con más eficacia por los tanques y los misiles), sino para convencer a su propio pueblo, que debe creer en la causa de la guerra para estar preparado para matar y morir.
¿Por qué, entonces, necesitamos esta dramática declaración de los cuatro líderes del mundo en las islas Azores? El nuevo poder imperial tiene un pequeño problema que los viejos imperios no han tenido en el pasado. Bush está operando en épocas muy desfavorables: estos son días de información abierta, de libertad de opinión y de organización. La aldea global que los Estados Unidos ayudaron a crear, ha transformado la invasión de Irak en una acción de interés público global, de modo que los discursos deben convencer a una opinión púiblica muy crítica, que no puede ser manipulada fácilmente.
En un año y medio, el presidente Bush ha dilapidado el enorme crédito que había conseguido del mundo entero desde el 11 de septiembre. La simpatía global y el apoyo dado a los Estados Unidos fueron concedidos en un tema muy específico: la lucha contra Ben Laden y el terrorismo global. A partir del momento en que no pudo capturar a Ben Laden en Afganistán, Bush ha tratado de convencer al mundo de que las metas imperialistas de los Estados Unidos en el Medio Oriente son lo mismo que la guerra contra el terrorismo. En vez de movilizar al mundo para emprender una guerra coordinada contra el terrorismo, las acciones de Bush han provocado la sensación de que las políticas imperialistas norteamericanas en el Medio Oriente son peligrosas; que provocan terror y deben ser paradas.
Esto comenzó con las primeras medidas tomadas en Afganistán. Rápidamente emergió que los Estados Unidos habían estado implicados profundamente en el pasado en las guerras internas en Afganistán. Han apoyado la toma del poder del movimiento talibán y también entrenaron a Ben Laden. Luego, el mundo se enteró sobre las relaciones de los Estados Unidos con Saddam Hussein. De hecho, él ha utilizado armas químicas en el pasado, pero los Estados Unidos son los que lo han provisto de armas de destrucción masiva cuando la administración norteameriana apoyaba la guerra de Saddam contra el régimen iraní. Saddam puede ser un dictador; sin embargo, los Estados Unidos nunca les han exigido a los regímenes aliados que se democraticen, como hicieron en Europa del este, por ejemplo. La razón es simple: la democracia puede producir regímenes anti norteamericanos (véase, por ejemplo, las democracias limitadas en Argelia, Irán y Turquía). Ésta es la razón de que todas las discusiones hasta ahora no han podido convencer a la opinión pública global de que los Estados Unidos tengan un caso legítimo en contra de Irak: el terrorismo, los medios de destrucción masiva y las dictaduras han sido legítimos mientras Estados Unidos los han promovido.
En la rueda de prensa en las islas Azores, los líderes imperiales agregaron el ingrediente final a la propaganda de apoyo a la guerra: un estado palestino independiente y viable será establecido después de la guerra. La pregunta es, ¿quién prevé el presidente Bush que forzará a Sharon a dejar el territorio palestino? ¿Por qué los Estados Unidos han apoyado la ocupación israelí, financiándola, proveyéndole el equipamiento militar y un paraguas diplomático que facilitó la violación de todas las resoluciones de la O.N.U durante los últimos 35 años? ¿Por qué el Estado palestino se debe establecer después de la guerra contra Irak y no antes? Para descubrir la magnitud de la manipulación acerca del Estado palestino, sólo se necesita advertir las reacciones de los ministros más extremistas del gobierno israelí y su acogida entusiasta del mapa de caminos de Bush. Está claro para todos en el Medio Oriente que este mapa de caminos conduce a la ocupación de Irak y no a desmontar la ocupación israelí.
Las políticas norteamericanas en el Medio Oriente en los últimos 35 años (y también en muchos otros lugares, como en América latina) han tenido una consistencia muy peculiar: la ocupación militar, el terrorismo, los regímenes autoritarios y los medios de destrucción masiva son todos legítimos cuando apoyan intereses de los Estados Unidos y son ilegítimos y peligrosos cuando los contradicen. Ahora el poder imperial está actuando otra vez, sin la aprobación de la ONU y contra la opinión pública internacional. Como en mi canción de la niñez, éste es el tiempo de los yankees.
La fuente: el autor es un politólogo israelí, docente en la Universidad Ben Gurión. La traducción del inglés pertenece a Lila López para elcorresponsal.com.