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domingo, mayo 19, 2024

¿Quién juzgará a Saddam?

Opinion/Ideas¿Quién juzgará a Saddam?

Quién juzgará a Saddam?

El poder ejecutivo iraquí, sostenido por los Estados Unidos, insiste en que el juicio al ex presidente se desarrolle en Irak, mientras que numerosos juristas se pronuncian en favor de un tribunal internacional. El gobierno norteamericano se encuentra entonces frente a un dilema: desafiar nuevamente a la comunidad internacional o perder el fruto de una detención que podría afianzar su poder en Bagdad. Las opiniones también están divididas en cuanto a si Saddam sería pasible de la pena de muerte.

Por Randa Achmawi Una polémica que no para de ampliarse: las condiciones en que se desarrollará el juicio al ex presidente iraquí Saddam Hussein. En el seno de la comunidad internacional, numerosas voces se pronuncian en favor de un juicio al depuesto dictador en Irak, mientras que otros prefieren un juicio en un tribunal internacional. Las opiniones se dividen también en lo que respecta a si Saddam debería o no ser pasible de la pena de muerte. El Consejo de Gobierno transitorio en Irak, que representa al ejecutivo hasta cierto punto, insiste, por su parte, en que el juicio se desarrolle en Irak. Es que si esto sucediera, este consejo podría adquirir una legitimidad y una presencia real que le faltan.

“Todos los integrantes del Consejo de Gobierno están de acuerdo en que Saddam sea juzgado en Irak, por jueces iraquíes”, declaró Hamid Al-Kifai, vocero del Consejo de Gobierno transitorio iraquí. Indicó, además, que los miembros del consejo discutían actualmente sobre los detalles de la formación del tribunal que estará encargado de juzgar al presidente depuesto y precisó que los jueces serían elegidos lo más rápido posible. Una información confirmada por el presidente del Consejo, Abdel-Aziz Hakim, que anunció que Saddam podría ser condenado a la pena de muerte. “El tribunal penal, creado por el Consejo de Gobierno provisional la semana pasada, es el que va a juzgarlo -afirmó Hakim-. Podrá haber durante el juicio consejeros y personalidades internacionales”. Y el ministro iraquí de Justicia, Hachem Al-Chibli, rechazó, por su parte, las llamadas para hacer juzgar a Saddam por un tribunal internacional. Según él, el “nombramiento de magistrados extranjeros para juzgar a Saddam minaría la soberanía iraquí”. Observaciones que no hacen sino despertar interrogantes en los observadores, sobre todo, teniendo en cuenta que nadie puede hablar de una verdadera soberanía iraquí en las actuales circunstancias en que el país se encuentra bajo la ocupación norteamericana.

Numerosos expertos internacionales declararon dudar incluso de la legitimidad del tribunal penal iraquí, de su imparcialidad y de su capacidad para funcionar en el clima de inseguridad general la que prevalece en Irak. Según el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Saddam tiene estatus de prisionero de guerra según la Convención de Ginebra, lo que “no impide que sea juzgado por crímenes de guerra u otros delitos”. La Comisión Internacional de Juristas (CIJ) manifestó su inquietud sobre las condiciones del juicio y llamó a la reunión de un tribunal que sea percibido como legítimo tanto por los iraquíes como por la comunidad internacional. Además, numerosas voces, en particular el Alto Comisariato de la ONU para los derechos humanos, esperan que el juicio a Saddam se ajuste a las normas internacionales.

Es cierto que los Estados Unidos, que capturaron en condiciones extrañas a su bestia negra, se encuentran ante una elección difícil. ¿Desafiar de nuevo a la comunidad internacional haciendo juzgar a Saddam en un tribunal del que no puede asegurar neutralidad? ¿Dejar a la ONU y a otros organismos internacionales la tarea de juzgarlo y perder así el fruto de esa detención que debería asegurarles un mayor control de Irak, y sobre todo darles la razón ante sus detractores que se habían opuesto a la guerra? Está también el hecho de que Washington quiere acercarse al pueblo iraquí con quien mantiene relaciones turbulentas.

“Al permitir que el juicio tenga lugar en Irak, Bush quiere ganar la simpatía del pueblo iraquí. Y dar la imagen de hombre justo. Pero así, deforma la realidad e infringe también la legalidad”, considera un diplomático egipcio que prefiere el anonimato. Sostiene, por otra parte, que “la alternativa sería sucumbir a la tentación de juzgar ellos mismos [los norteamericanos] a Saddam y llevarlo a Guantánamo como hicieron en otras ocasiones. Realizar este juicio en Irak sería presentado por los norteamericanos ante la opinión mundial como un paso estratégico hacia la estabilización de Irak”. Pero, a su modo de ver, los Estados Unidos fueron los primeros en atentar contra la ley. “Son ellos quienes desencadenaron esta guerra completamente ilegal, que no recibió ninguna aprobación del Consejo de Seguridad. Son ellos también responsables de crímenes cometidos contra el pueblo iraquí. Son criminales de guerra y deben ser llevados ante la justicia, tanto como Saddam”, acusa.

¿Un tribunal internacional?

¿Pero cuáles serían pues las condiciones ideales para el desarrollo de este juicio? La opción sobre la cual no habría divergencia sería la formación de un tribunal internacional, tal como ocurre con el creado para juzgar los crímenes cometidos en la ex Yugoslavia o en Ruanda, según una resolución de las Naciones Unidas. “Pero el problema de la instauración de un tribunal internacional creado por una resolución de las Naciones Unidas, en el caso específico de Irak, es que tal tribunal entonces se vería obligado a juzgar también a los Estados Unidos y a las tropas de la coalición”, explica a Salah Amer, profesor de Derecho Internacional de la Universidad de El Cairo. Además, “esta alternativa parece distante en la presente circunstancia, porque sabemos que los Estados Unidos no quieren dejar participar a otros países en lo que se refiere a Irak”, recuerdan en medios diplomáticos en El Cairo. Además, el presidente Bush condenó de antemano a Saddam. Así pues, para Fouad Riyad, de 75 años, que enseña derecho internacional en la Universidad de El Cairo, “es necesario juzgar a Saddam fuera de Irak, ya que no es suficiente que haya justicia, sino que también debe ser creíble”, afirmó. “Y la justicia no debe ser selectiva, debe aplicarse a todos. Así pues, si soldados norteamericanos quemaron edificios o utilizaron armas desproporcionadas, deberán ser juzgados”, opinó.

Según Salah Amer, por esta razón los Estados Unidos y las tropas de la coalición se inclinan por un juicio auspiciado por el poder judicial iraquí. “Es cierto que la situación es difícil allí. Que los poderes legislativo y ejecutivo están completamente deteriorados en Irak. Pero hay que esperar que el poder judicial esté más o menos en condiciones de efectuar este juicio -estima Amer-. Quizá sea necesaria una reorganización, pero este poder debe ser capaz de ejercer sus funciones”. Una cuestión que el ministro iraquí de Justicia, Hachim Abdoul Rahman Al-Chalabi, no está dispuesto a discutir: “Los jueces iraquíes tienen bastante experiencia e información para realizar esta tarea”. Para este integrante del Consejo Iraquí de Gobierno (CIG, provisional), la ley permite a expertos internacionales aconsejar a un tribunal de cinco jueces, si eso es necesario. Pero se opone al nombramiento de jueces extranjeros. Según Amer, para que la opción del juicio a Saddam en Irak sea legítima, es necesario que se lo juzgue según el código penal que estaba en vigor a la hora en que él estaba en el poder y en la fecha en la que se cometieron estos crímenes. “Desde ese momento, no debe ya ser preso de los norteamericanos. Es necesario que vuelva al poder iraquí y que reciba el tratamiento de un ex jefe de Estado. Y que pueda sobre todo ejercer plenamente su derecho de defensa”, anuncia el especialista, que teme que esto no se respete.

Controversias en el horizonte

Se plantea entonces un problema: el de la defensa de Saddam Hussein. Así pues, por todas partes en el mundo hubo abogados que expresaron su intención de efectuar la defensa de Saddam, incluido el francés Jacques Vergès, quien defiende a Tareq Aziz. En Túnez, una treintena de abogados pertenecientes al Colegio de Abogados Tunecinos anunció la constitución de un comité de defensa presidido por el decano del colegio, Béchir Essid. Según numerosos dictámenes, la defensa de Saddam sería una de las más controvertidas de la historia. Esto, sobre todo, teniendo en cuenta que todos los dirigentes occidentales de los años ochenta deberían ser convocados como testigos. “Sería necesario que se presentaran como testigos todos los jefes de Estado occidentales, amigos y aliados del régimen iraquí durante los años ochenta”, sostiene el abogado Vergès. “Estos países eran representados en Bagdad por embajadores que no eran ciegos”, dice. “Se acusa a Saddam por el uso de ciertas armas. ¿Quién vendió estas armas? Se lo acusa por la guerra con Irán. ¿Quién fomentó esa guerra?” Las respuestas son conocidas por todos.

Durante la guerra Irán-Irak (1980-1988), los Estados Unidos y países europeos como Francia o Gran Bretaña armaban a Irak, al que veían como la mejor defensa contra la extensión de la revolución islámica iraní. Lo que hace, actualmente, que países como Irán y Kuwait se sientan afectados y quieran participar en el juicio a Saddam. El primer ministro kuwaití, el sheikh Sabah Al-Ahmed Al-Sabbah, consideró incluso que “Kuwait debe participar en el juicio a Saddam por las agresiones y crímenes” cometidos durante la ocupación del emirato (1990-1991). Esta declaración fue poco después de una petición similar de Irán. Es a esto que responde Salah Amer: “Esta clase de procedimiento no tiene ningún fundamento jurídico, se trataría entonces de un proceso puramente político, creado especialmente para el juicio a Saddam. A semejanza de los tribunales ad hoc en Tokio y Nuremberg. Momentos considerados oscuros y vergonzosos en la historia del derecho”. En la actualidad, la lógica de las relaciones entre los países ha cambiado completamente y Saddam se convirtió en el enemigo mortal de los países con los que se aliaba en el pasado. Queda por saber si, esta vez, se les dará una oportunidad a la justicia y al respeto del derecho. O si será el principio de ajustes de cuentas personales entre los dirigentes que participarán. El presidente norteamericano dijo a la cadena de televisión ABC que Saddam Hussein es un “tirano que merece la justicia, la justicia última. Veremos qué castigo recibirá. Pero pienso que merece recibir el castigo supremo. Por todo lo que hizo sufrir a su pueblo”. Con respecto a esto, Riyad dice: “Si se juzga a alguien ya sabiendo por adelantado qué pena hay que aplicarle, no vale la pena juzgarlo”.

El hombre de la máscara de hierro

Por Aliaa Al-Korachi

Según todo hace parece, una fue la única causante de la captura del ex presidente iraquí. De hecho, el hombre que le entregó a Saddam Hussein a las fuerzas norteamericanas fue el brazo derecho del ex presidente durante los ocho meses que siguieron a la caída del régimen. Es lo que declaró, después de la captura, el comandante Stan Murphy, jefe de información de la primera brigada de la cuarta división de infantería basada a Tikrit, el feudo del ex rais, y que proporcionó detalles sobre el escondite del ex amo de Irak. “Es un hombre a quien calificaría de brazo derecho de Saddam. Es un tipo sucio y debería pudrirse en prisión”, dijo. El informante está actualmente en detención en un lugar desconocido.

¿Quién es pues este hombre? El coronel James Hickey, director de la primera brigada de combate de la cuarta división de infantería, lo presentó como un “importante latifundista”en la flor de la edad, precisando que era “corpulento”, en una entrevista con el Washington Post. También lo describió como “un ex funcionario de la organización especial de seguridad de Saddam Hussein”, que dependía del partido Baa’th. Formaba parte de un clan de Tikrit cercano del ex dictador. “Hay pocas posibilidades de que le toque el premio de 25 millones de dólares prometido por la captura de Saddam”, explicó sonriendo el coronel Hickey.

Según el comandante Murphy, pertenece a una de las cinco grandes tribus de la región de Tikrit, en las cuales Saddam Hussein se respaldó para escaparse de los norteamericanos después de la caída de Bagdad, en abril pasado. El hombre formaba, con cuatro o cinco otros iraquíes de estas mismas tribus, el círculo cerrado alrededor de Saddam, que lo ayudaba a ocultarse, transmitiendo sus órdenes para atacar a las tropas norteamericanas, financiando la guerrilla y proporcionándole armas, según el funcionario norteamericano. Saddam Hussein “definía las grandes líneas -quisiera más ataques, aquí o allí…-. Sus allegados transmitían a continuación las órdenes a distintos intermediarios, les proporcionaban quizá el dinero y las armas, y estos intermediarios transmitían a su vez a otras personas, y así sucesivamente hasta llegar a que apretaba el gatillo”, explicó Murphy.

Según su opinión, había de cuatro a nueve intermediarios. Pero de todo el círculo, el informante seguía siendo el hombre más cercano a Saddam, su confidente. Con una cincuentena de años, este hombre habría comenzado a servir al ex dictador al salir de la adolescencia, ascendiendo hasta convertirse en uno de sus hombres de confianza. “Calvo, obeso y aficionado a las mujeres”, es el retrato que hizo el comandante Murphy. “Participó también en los crímenes cometidos contra el pueblo iraquí”, añadió el funcionario, sin enumerar sus responsabilidades exactas.

Mientras Saddam estaba oculto, el hombre también se ocupó de supervisar a un par de personas, encargado de la logística, permitiendo al fugitivo ir de escondite en escondite por el norte y el oeste de Bagdad. Fuentes militares norteamericanas consideraron que Saddam tenía entre 20 y 30 escondites. Podría haber tenido muchos más, según el comandante Murphy. Puede ser que Saddam no se desplazara con tanta frecuencia como se creía, consideró, mientras que funcionarios norteamericanos habían declarado que el fugitivo cambiaba al menos de lugar cada cuatro horas.

En realidad, los norteamericanos consideraban “al brazo derecho”como un hombre importante desde finales de julio, pero recién a fines de noviembre supieron hasta qué punto su captura era crucial para llegar a Saddam, al constatar que estaba implicado en la mayoría de las acciones de la guerrilla.

Para llegar al hombre que reveló el escondite de Saddam, el ejército norteamericano se había tomado el tiempo de aclarar todos los vínculos que existían entre los distintos clanes de la región. Un diagrama con 9.000 nombres de seis clanes diferentes está pegado en una pared en el cuartel general norteamericano de Tikrit, y tiene en el centro la fotografía de Saddam. Los norteamericanos trabajaron por círculos concéntricos, comenzando por iraquíes alejados del poder, pidiéndoles dar nombres, y acercándose poco a poco de su objetivo. De hecho, después de haberse escapado a tres operaciones en Tikrit, Samarra y Baiji, durante la primera semana de diciembre, este hombre fue capturado finalmente el 12 de diciembre en Bagdad. Se lo llevó entonces a Tikrit, donde, durante un interrogatorio, reveló el escondite de Al-Dwar, cerca de Tikrit. Saddam fue detenido al día siguiente.

La fuente: Al Ahram Hebdo, semanario egipcio publicado por el grupo Al Ahram y destinado al grupo francófono (www.ahram.org.eg/hebdo/)

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