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lunes, mayo 20, 2024

Espejismos

Opinion/IdeasEspejismos

Cada vez más indicios apuntan hacia una posible congelación de las negociaciones israelo-palestinas tras la retirada de Gaza. Subsiste el interrogante: ¿y el proceso de paz avalado por la Casa Blanca? ¿Proceso de paz o espejismos?

Por Adrián Mac Liman

Con innegable y a la vez inexplicable júbilo acogieron los medios de comunicación occidentales la decisión de las autoridades hebreas de derribar los asentamientos de la Franja de Gaza tras la evacuación de los 7.400 colonos, prevista a partir del 15 de agosto próximo. Con júbilo y con una inusual dosis de amnesia informativa, haciendo caso omiso de las infructuosas gestiones llevadas a cabo hace apenas unos meses por el gabinete de Sharon con la Agencia de las Naciones Unidas para la Protección de los Refugiados Palestinos (UNWRA) y la propia UE que, según las autoridades de Tel Aviv, debían haber desempeñado el poco apetecible papel de “agencia de alquileres” de las propiedades de los colonos.

Con júbilo acogió la prensa occidental la reciente visita relámpago a la región de la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, quien logró desbloquear las escasas y tensas relaciones entre el primer ministro israelí, Ariel Sharon, y el presidente palestino, Mahmud Abbas. Los dos políticos volvieron a encontrarse esta semana en Jerusalén, para pasar revista a los acontecimientos registrados desde la celebración, hace cuatro meses, de la “histórica” cumbre de Sharm el Sheik.

En principio, la reunión debía servir para acercar las posturas de Israel y la ANP ante el plan de evacuación de Gaza, proyecto que dejó de ser una simple iniciativa “unilateral”, para convertirse en una acción concertada, “compatible con el espíritu y la letra de la hoja de ruta” (Sharon dixit). ¿Otro espejismo?

Nada tiene que ver la marcha de los colonos con el documento elaborado en su momento por el Cuarteto de Madrid. Nada o… muy poco. La iniciativa de abandonar la Franja de Gaza surgió a comienzos de la década de los 90, es decir, durante la primera Intifada, cuando los israelíes optaron por la solución más cómoda y pragmática: la retirada de Gaza que suponía el posible redespliegue de los casi 12.000 efectivos destacados a la región para la protección de unos 7.400 colonos, una sustanciosa reducción de la carga financiera que implicaba este impopular operativo, así como la posibilidad de reasignar los fondos –muchos millones de dólares– a la “seguridad” de los asentamientos de Cisjordania. Sin embargo, los mensajeros del gobierno de Tel Aviv, acogidos en Túnez por la plana mayor de la OLP, regresaron a casa con una inesperada contrapropuesta: “Arafat quiere, además de Gaza, parte del territorio cisjordano”. En los Acuerdos de Oslo, la retirada de la Franja está vinculada a la autonomía del minúsculo oasis de Jericó. ¡Ay, espejismos!

Huelga decir que la reunión entre Sharon y Abu Mazen sólo sirvió para hacer el repaso de algunas cuestiones de seguridad. El ex general le prometió al oresidente palestino la devolución, en un plazo de dos semanas, de las ciudades de Belén y Kalquilia a cambio de la aplicación de medidas más contundentes de lucha… contra el terrorismo.

Fiel a sus promesas electorales, el líder del Likud no se molestó siquiera en abordar la cuestión de la retirada de las tropas hebreas de Cisjordania o del cada vez más hipotético desmantelamiento de las colonias judías de “Judea y Samaria”. No hay que extrañarse; Ariel Sharon es partidario de la expansión de la soberanía israelí a Ariel, Malé Adumim y Gush Etzion, los tres grandes bloques de asentamientos situados en el Norte, centro y Sur de Cisjordania. Estiman los politólogos y estrategas que sus designios cuentan de antemano con el visto bueno de la administración norteamericana. En efecto, el propio presidente Bush aludió en uno de sus discursos a la “nueva situación in situ”, dejando entender que la Casa Blanca avalaría la modificación de las condiciones impuestas a Israel por los foros internacionales.

La aplicación del plan Sharon acabaría con la unidad territorial de Cisjordania y reduciría aún más la extensión geográfica del futuro Estado palestino. Recordemos que el territorio asignado a la ANP representa un escaso 22 por ciento de la Palestina histórica.

Muchos analistas internacionales están persuadidos de que el gabinete de Sharon no tiene intención alguna de abordar el tema de Cisjordania. Al contrario, hay cada vez más indicios que apuntan hacia una posible congelación de las negociaciones israelo-palestinas tras la retirada de Gaza. Subsiste, pues, el interrogante: ¿y el proceso de paz avalado por la Casa Blanca? ¿Proceso de paz? ¡Ay, espejismos…!

La fuente: el autor es escritor y periodista, miembro del Grupo de Estudios Mediterráneos de la Universidad de La Sorbona (París). Su artículo se publica en elcorresponsal.com por gentileza del Centro de Colaboraciones Solidarias.

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