10 C
Buenos Aires
lunes, mayo 20, 2024

Lluvia de verano

Opinion/IdeasLluvia de verano

Lluvia de verano

La “Lluvia de verano” deja caer sus proyectiles sobre la Franja de Gaza. Los objetivos: puentes, centros de enseñanza superior, centrales eléctricas, edificios públicos, playas… Demasiada destrucción indiscriminada, teniendo en cuenta que el operativo “Lluvia de verano” fue desencadenado para salvar una vida; la vida de un joven cabo de ejército israelí, secuestrado hace un par de semanas por un comando de Hamas.

Por Adrián Mac Liman

Liberad al soldado Shalit fue el lema y estribillo del establishment de Tel Aviv a la hora de planear la reocupación de Gaza. Pero, ¿hacía falta semejante despliegue de tropas y carros de combate para rescatar al militar capturado? ¿No disimula este operativo “humanitario” el deseo del Estado Mayor israelí de acabar, de una vez por todas, con los hasta ahora incontrolados (¿incontrolables?) disparos de misiles Qassam?

La odisea del soldado Shalit recuerda el primer secuestro llevado a cabo por la resistencia islámica hace más de una década, tras la creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). En octubre de 1994, los militantes de Hamas capturaron al soldado Wachsman, un joven nacido en los Estados Unidos, que se convirtió en la primera víctima del mal llamado “proceso de paz” israelí-palestino. Wachsman fue localizado por los servicios de inteligencia hebreos a escasos metros de la comandancia de Tzahal en Cisjordania. Sus secuestradores lo mataron al detectar la presencia de los comandos especiales del ejército judío en las inmediaciones del escondite. Esther Wachsman, la madre del soldado secuestrado, denunció recientemente la hipocresía de los políticos de Tel Aviv: “Negociad con Hamas, al igual que negociasteis con la OLP y Hezbollah; basta de tanto sacrificio.”

Sin embargo, la clase política hace oídos sordos; la tesis oficial, defendida tanto por los “halcones” de Kadima como por sus congéneres socialdemócratas, se resume a la frase pronunciada por uno de los barones del laborismo, Efraín Sneh, ex administrador civil (gobernador militar) de los territorios palestinos: “Israel tiene que ser la mayor potencia militar entre Bakú y Casablanca”. En este contexto, la reocupación de Gaza se perfila como una muestra de poderío, de intransigencia, de soberbia.

La odisea del soldado Shalit pone en tela de juicio algunos tabúes de la sociedad israelí. Muchos de los ciudadanos del Estado judío cuestionan la política del gabinete Olmert, las decisiones adoptadas por un gobierno de coalición que se dedica a desmantelar las ya de por sí frágiles estructuras de un hipotético Estado palestino. Los medios de comunicación, fiel reflejo de una opinión pública crítica, censuran la torpeza de un primer ministro “cínico, frío e insensible”, de un Ejecutivo que “no está a la altura de los acontecimientos”. Mientras los radicales de Kadima tratan de estar en sintonía con los neoconservadores de Washington, el tándem laborista Peres-Peretz se convierte en mero rehén del estamento castrense, liderado por el general Shaúl Mofaz, un militar que ha perdido el rumbo.

Resulta sumamente difícil obligar a los pobladores de Israel a hacer un examen de conciencia en los momentos de crisis. Por otra parte, sería erróneo considerar que las reacciones de la sociedad traumatizada ilustran el verdadero estado de ánimo de un pueblo que desconoce el verdadero significado de la palabra “paz”. La mayoría de los israelíes confiesa que sueña con el estado de no beligerancia; la mayoría de los sociólogos advierte que la unidad y la cohesión del Estado judío depende del miedo generado por la amenaza colectiva.

La odisea del soldado Shalit constituye, pues, una especie de nexo de unión. Una especie de catalizador que proyecta el miedo a viejos y nuevos fantasmas: Ben Laden, Arafat, ANP, Hamas, Siria… Son estos vocablos que provocan escalofríos, amenazas que unen.

La fuente: el autor es escritor y periodista, miembro del Grupo de Estudios Mediterráneos de la Universidad de La Sorbona (París). Su artículo se publica por gentileza del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS).

Más

Ten years of cold peace

Ten years of cold peace...

The Obsession with Syria

The Obsession with Syria ...

Petróleo y política en Africa subsahariana

El descubrimiento de petróleo en África podría reinsertar al continente en las dinámicas del comercio mundial. Pero si bien en muchos países la exportación de petróleo es sinónimo de progreso y bienestar para la población, en el continente negro la historia es diferente: con la indisimulable complicidad de los países desarrollados, el petróleo sirve para mantener gobiernos corruptos que fundamentan su permanencia en el poder por el terror. Negocios son negocios. Escribe Jerónimo Delgädo Caicedo.

La construcción de una imagen violenta de los africanos

Luchas tribales, corrupción, genocidios brutales... imágenes como éstas inundan nuestros medios de comunicación cada día cuando de África se trata. Y entre tanto prejuicio no es difícil descubrir unos rasgos persistentes. Tras una realidad incuestionable (conflictos cada vez más extendidos y de mayor gravedad en este continente) se esconden otra serie de estereotipos que perpetúan la simbología que Occidente ha tejido durante siglos de contactos con África e, incluso, con anterioridad a su interrelación. Escribe Mariví Ordóñez del Pino.

La sucesión se abre en Tel-Aviv

El problema de la sucesión de Sharon se plantea en un contexto de confusión política de la cual el primer ministro fue, sin dudas, el autor con su iniciativa de una nueva formación política, Kadima. Es mentir y querer confundir presentar a Sharon, como lo ha hecho Bush, como un halcón transformado por la gracia de vaya uno a saber qué santo en un apóstol de la paz. Sharon nunca cambió, fue y seguirá siendo hasta el fin el impiadoso enemigo de los palestinos y su causa nacional. Escribe Kharroubi Habib.

La ambivalencia europea frente al terrorismo en el Medio Oriente

La UE no puede proyectar una política exterior común hacia el Medio Oriente, ya que está viciada de constantes devaneos políticos entre sus miembros, que adoptan en no pocas ocasiones una postura parcialmente comprometida con uno de los litigantes. Preocupada en controlar los flujos migratorios procedentes de la orilla subdesarrollada del Mediterráneo, la UE trata de consolidar la integración de Israel en la vida económica y cultural del Mediterráneo. Sin embargo, esta propuesta adolece en sus mismos inicios de una determinación conjunta. Las contradicciones en el propio seno de la UE se debaten entre los partidarios del eje israelí-norteamericano en el Mediterráneo y por otro lado los países que ven en esa alianza el principal obstáculo para desarrollar una política mediadora más efectiva en el conflicto. Escribe Jaile Maleta Antigua.