8.3 C
Buenos Aires
jueves, mayo 9, 2024

La seguridad en venta

PolíticaLa seguridad en venta

La seguridad en venta Estados Unidos habrá gastado al final de 2006 más de 810.000 millones por las guerras de Afganistán e Irak y sus consecuencias. Estos costes se transforman en elevados beneficios para numerosas empresas que prestan servicios militares, de banca o de planificación urbana. Lo que los norteamericanos envían de ayuda a los afganos regresa directamente a los bolsillos de sus empresas estadounidenses.

Por Jorge Planelló

La inestabilidad de Afganistán e Irak ha favorecido los intereses de las empresas de seguridad privadas. La Embajada de Estados Unidos en Kabul gasta el 25% de su presupuesto en los servicios de protección prestados por una empresa norteamericana. Otra empresa de los Estados Unidos es responsable del entrenamiento de parte de la policía afgana y se encargó de llevar a cabo el programa de erradicación del cultivo de opio.

Un informe de Corpwatch refleja cómo las empresas de seguridad privada están entre las que más beneficios han obtenido de la guerra en Afganistán y de sus consecuencias. Sus empleados pueden ganar más de 1.000 dólares diarios y los vehículos blindados que conducen cuestan 120.000.

La seguridad privada ha suscitado críticas. En Afganistán la conveniencia de regular este sector fue patente al conocerse que un militar había creado una prisión donde interrogar y torturar a afganos que creía sospechosos de colaborar con los talibanes. La falta de control también permitió que un supervisor de una compañía de seguridad regresase impune a los Estados Unidos después de disparar y matar a un intérprete afgano tras una discusión. No está claro si estas empresas están sujetas a la jurisdicción local o a la militar estadounidense.

Otras críticas se centran en la calidad de los servicios de seguridad prestados. La causa es la falta de equipamiento y de preparación básica, así como los problemas de corrupción que hacen peligrar la formación de las fuerzas de policía afganas. Hasta 2005, Estados Unidos dedicó 804 millones de dólares a este fin. Para la erradicación de los cultivos de opio se invirtieron 150 millones, pero sólo se destruyeron 220 hectáreas de las 15.000 planeadas.

Ante estos desfases entre el dinero invertido y los resultados no es de extrañar que un oficial del Ministerio de Interior afgano afirmase que el dinero que “los americanos envían de ayuda a los afganos regresa directamente a los bolsillos de las empresas estadounidenses”. Estados Unidos habrá gastado al final de 2006 más de 810.000 millones por las guerras de Afganistán e Irak y sus consecuencias. Estos costes se transforman en elevados beneficios para numerosas empresas que prestan servicios militares, de banca o de planificación urbana.

Jean Mazurelle, Director del Banco Mundial en Kabul, estima que el 40% de la ayuda se derrocha. “Está habiendo un saqueo, la mayor parte por empresas privadas”, reconoce.

El gasto también es ineficaz en el caso de otros sectores. En Afganistán se contrató la construcción de 81 clínicas, además de escuelas, presas y carreteras, a cambio de 665 millones de dólares. Pero Corpwatch informa de las deficiencias del primer centro que habría de servir de modelo para el resto de las clínicas. La inversión de la Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) ha permitido una mejor cobertura sanitaria para más de 7 millones de afganos, construir una carretera entre Kabul y Kandahar, formar a 100.000 profesores y llevar a la escuela a 5 millones de niños en 2005. Pero otras cifras no son tan alentadoras. Un 15% de la población pasa hambre. Hay un 80% de analfabetismo entre las mujeres. Y el 20% de los niños mueren antes de los 5 años.

La corresponsal de El País en Oriente Medio, Ángeles Espinosa, afirma que cada aniversario de la guerra de Iraq olvidamos una cosa. En el primero fue la prosperidad; en el segundo, la democracia; y en el tercero, el pasado marzo, “ese actor incierto que es la comunidad”. Bagdad tiene menos horas de electricidad diarias, la producción de carburantes se ha reducido a la mitad y ha decrecido el número de iraquíes con acceso a agua potable y servicios de alcantarillado. Si las condiciones sociales empeoran, Iraq será más inestable. Toda una oportunidad para las empresas de seguridad privadas.

De ahí que tantos ciudadanos de los países de la Unión Europea cuyos Gobiernos han enviado fuerzas militares a Afganistán, bajo la cobertura de la OTAN, se pregunten por qué tenemos que exponer a nuestros soldados y gastar las enormes cantidades de dinero que pagamos todos los contribuyentes. El desconcierto en Afganistán es un tema en el cual los intereses de EEUU para controlar ese espacio necesario para sacar al Índico las riquezas petrolíferas de las antiguas repúblicas de la URSS les llevó a una política suicida. Primero, financiaron y conspiraron con los fundamentalistas islámicos para que, desde Pakistán, desalojaran el régimen prosoviético de Afganistán. Después, esos talibanes se aferraron al poder e instauraron un régimen ocioso y contrario a los intereses de las compañías de EEUU. Hubo que desalojarlos en nombre de la democracia, del libre mercado y de la libertad. Sucedió lo mismo, los señores de la guerra aprovecharon la paz impuesta por las armas de Occidente para incrementar sus negocios de opio. Ahora EEUU quiere retirar gran parte de sus contingentes porque los necesita en Oriente Medio, y han logrado que fuerzas europeas los vayan sustituyendo para seguir su política de seguridad impuesta en el mundo. No todos están conformes y los tildarán de antinorteamericanos, como siempre.

La fuente: el autor es periodista. Su artículo se publica por gentileza del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), organización humanitaria declarada de interés público y vinculada a la Universidad Complutense de Madrid (España).

Más

Medio Oriente en la encrucijada

En tres artículos reunidos por El Corresponsal en una misma entrega, el autor analiza en profundidad el papel que desempeñan Palestina, Israel y Jordania, tres actores claves de la crisis que mantiene a toda la región en vilo.

A Tale of Two Demonstrations

A Tale of Two Demonstrations ...

Las andanzas iraquíes del traficante Viktor Bout

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) analizó en marzo un proyecto de resolución por el cual se congelarían los bienes de mercenarios y traficantes de armas que apoyaron al depuesto dictador liberiano Charles Taylor. El ruso Viktor Bout debería estar en los primeros lugares de esa lista, según fuentes diplomáticas francesas. Pero esos mismos informantes y fuentes de la ONU indicaron que Washington presionó para mantenerlo fuera de la nómina. Ahora brinda apoyo logístico a las fuerzas norteamericanas en Irak. Escribe Julio Godoy.

The safe passage: The history of a farce

The safe passage: The history of a...

Bush quiso bombardear los estudios de Al-Jazira en Qatar

Según revela un diario británico, el primer ministro Tony Blair lo disuadió de hacerlo, habida cuenta de las consecuencias negativas que habría tenido la agresión a un Estado aliado.

Estalló la primera guerra global entre las corporaciones financieras

En un artículo inquietante y polémico, el periodista argentino Víctor Ego Ducrot analiza los episodios que conmovieron al mundo desde una óptica no abordada por los grandes medios periodísticos: la posibilidad de que estos hechos se inscriban en un marco mucho más complejo que el que se pretende presentar, signado por disputas en torno del dominio de áreas estratégicas en materia energética y, muy especialmente, por un nuevo tipo de guerra entre las distintas facciones del corporativismo financiero global. Para el autor, hay elementos suficientes para comenzar a pensar que el conflicto de Medio Oriente y las relaciones aparentemente conflictivas de los Estados Unidos con el Islam corren más por los sórdidos caminos secretos de la pujas financieras y económicas internacionales que por las pistas de los enfrentamientos nacionales y sociales conforme se conocieron a lo largo de toda la modernidad.