Samuel Hadas fue un diplomático israelí de origen argentino.
Nacido en Resistencia, la capital de la provincia del Chaco (en el norte argentino), en el seno de una familia askenazi, de niño fue un jugador de fúltbol entusiasta y más tarde, un activo militante del grupo sionista Ijud Habonim. Hadas emigró a Israel en su juventud, donde se nacionalizó y hebraizó su apellido (Aides). En aquellos años iniciales vivió y trabajó en granjas colectivas (kibbutz), según el singular modelo socialista aplicado en el entonces naciente Estado. Junto a él, desde siempre, estuvo Lea, su esposa.
Rápidamente se incorporó al Departamento de Asuntos Internacionales de la central obrera istaelí (Histadrut) y poco después al Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel. Estudió en la Universidad Hebrea de Jerusalén, de donde egresó con un máster en Diplomacia y Relaciones Internacionales.
De formación humanística, Hadas poseía amplios conocimientos literarios, jurídicos y políticos y disfrutaba de sus contactos con numerosos intelectuales hispanoamericanos, algunos de los cuales lo describían como un hombre afable y equilibrado.
Además del hebreo, dominaba el inglés y español.
Samuel Hadas tuvo una vasta trayectoria diplomática y su labor se ha desarrollado en diferentes cargos para el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, tanto en el país como en el extranjero.
Se desempeñó como primer secretario de la embajada de Israel en México, encargado de negocios en Colombia y embajador en Bolivia.
En 1980, Hadas llegaría a Madrid para participar en la Conferencia de Seguridad y Cooperación, pero permaneció en el país durante trece años. En 1982, fue nombrado delegado de su país ante la Organización Mundial del Turismo, con sede en la capital española. Su perfil y su precioso dominio del castellano lo convertían en el perfecto representante oficioso del Estado judío para propiciar el acercamiento con el entonces gobierno de Felipe González, hecho que se materializaría el 17 de enero de 1986 con el restablecimiento de las relaciones bilaterales. Poco después sería designado primer embajador israelí en España.
La herencia del pueblo judío y español, sus raíces compartidas y sus desencuentros, fue una de las grandes pasiones de Samuel Hadas. Esa disposición le valdría para ejercer la responsabilidad nada fácil entonces de tratar en nombre de Israel con la postura del PSOE español de amistad y reconocimiento de los derechos palestinos.
Hadas abandonó España para ser, en 1993, el primer embajador israelí ante el Vaticano, que se había opuesto a la candidatura del rabino David Rosen. Sería su última responsabilidad oficial, colofón a una brillante carrera diplomática.
De su labor en el Vaticano le quedó también un cotidiano esmero por el ecumenismo, por lo que colaboraba con fundaciones dedicadas a fomentar las relaciones entre judíos y cristianos.
Sus amigos en la Cancillería israelí lo llamaban cariñosamente “el cardenal Hadas”, no sólo por su labor en el Vaticano, sino también porque era considerado un maestro en el arte de la “diplomacia de pasillo” , de una discreción absoluta.
Desde su jubilación hasta su fallecimiento, Samuel Hadas desplegó una incansable actividad como conferenciante, miembro de diversas fundaciones culturales y de diálogo y analista político, y siempre como lazo discreto entre Israel, Latinoamérica y España, aunque su labor se vio lastrada en los últimos tiempos por su delicada salud.
También colaboró con el Congreso Sefarad Mundial y fue miembro del Centro Peres por la Paz, que busca un entendimiento entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina. Ejerció como profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén y como presidente del Consejo Hebreo de Israel de Relaciones Inter-religiosas.
Falleció a los 72 años en Jerusalén, el 10 de enero de 2010, tras complicaciones postoperatorias.