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Un alemán, de origen nazi, se convirtió al judaísmo y hoy enseña filosofía en Tel Aviv

SociedadUn alemán, de origen nazi, se convirtió al judaísmo y hoy enseña filosofía en Tel Aviv

CRISIS, DESTRUCCION Y RECONSTRUCCION DE UNA IDENTIDAD

Un alemán, de origen nazi, se convirtió aljudaísmo y hoy enseña filosofía en Tel Aviv

“Mi abuelo dirigió los trenes que llevaban a los deportados judíos a los campos de exterminio”, dice Mijael Maj. Hijo y nieto de nazis, enseña Filosofía en la Universidad de Tel Aviv y dice que en Israel hay entre 150 y 200 hijos de altos jerarcas del régimen nazi que se convirtieron al judaísmo.

Por Henrique Cymerman

JERUSALEN._ Mijael Maj nació en 1952 en Francfort (Alemania), en el seno de una familia protestante y de fuerte tradición nazi; hoy es el jefe del Departamento de Filosofía Judía de la Universidad de Tel Aviv. Maj ha hecho un largo viaje en su vida y, tras 23 años en Israel, aceptó romper el silencio. “No soy el único al que le ha ocurrido; en Israel hay entre 150 y 200 hijos de altos cargos del régimen nazi que se convirtieron al judaísmo, entre ellos un destacado profesor de Filosofía, pero hasta hoy ninguno aceptó explicarlo”, afirma en una entrevista en su despacho universitario. Maj habla en alemán por teléfono con su esposa, Dafna, otra alemana convertida al judaísmo, que conoció en Alemania y reencontró en Jerusalén; ella se niega a que la entrevistemos en casa, “porque los tres chicos (Eliezer, de 20 años, Elitzur, de 18 y Emanuel, de 15) lo pueden pasar mal y hace poco, en el día del Holocausto, en el colegio llamaron “nazi” al pequeño, amenazándolo con “darle una paliza”. Maj hace todo lo posible para esconder lo difícil que es para él relatar las vivencias de la saga familiar. Toma aire e intenta hablar con tono monótono, que camufla sus sentimientos. “Mi abuela Petra creía en la ideología nazi antes de la Segunda Guerra Mundial, durante y después”, dice. Su primer marido, el abuelo de Mijael es definido por él como un hombre muy violento y que durante la guerra fue un alto oficial de la Wermacht, responsable de los trenes que llevaban a los deportados judíos a los campos de concentración. Los padres también servían en la Wermacht, aunque casi siempre vivieron separados. “Mi padre, que había sido mayor en la Wermacht y un nazi fanático, me escribía una vez al año, por mi cumpleaños. Una vez le conté sobre mi participación en las revueltas estudiantiles de los años 60 y él me contestó que hubiera sido necesario dispersarlas con fuego real… Entendí hasta qué punto el nazismo vivía dentro de él.” Un joven llamado Hans HitlerSegún Maj, su madre era la menos politizada. Después de servir al nazismo durante la guerra en la zona de Odessa, llegó a la conclusión que el régimen tenía que ser sustituido. En Odessa, colgaban a judíos en el centro de la ciudad, dejando un mes sus cuerpos suspendidos por la soga. A mediados de los años 30, la abuela Petra abandonó a su violento marido, el abuelo de Mijael, se enamoró y se casó con un joven llamado Hans Hitler, el sobrino del “führer”. Éste era dueño de un café en Berlín en el que se reunía toda la elite nazi. El joven Maj creció con su madre en Francfort y estudió Teología en la universidad. “Tuve la oportunidad de irme un semestre a estudiar en el extranjero y decidí ir a Israel. En 1977, llegué a Jerusalén, estudié hebreo y filosofía judía y me enamoré de este país.” Empezó a sentir que no tenía adónde ir y desde un punto de vista teológico creció su identificación con el judaísmo. “Un día, llamé por teléfono a mi madre, que vivía en Alemania, y le di tres noticias: me quedo en Israel, me convierto al judaísmo y me caso. Poco a poco, digirió el shock, pero no le fue fácil contárselo a los vecinos.” La madre visitó a su familia judía en varias ocasiones y, quizás para no perder a su único hijo, aceptó su nueva vida. Falleció hace dos años y medio y Maj viajó a Francfort por primera vez en mucho tiempo para vender la casa. “Al ver las fotos de mis familiares con sus uniformes nazis, al ver miles de cartas, documentos y recuerdos familiares de la época nazi, todo mi pasado, que intenté enterrar, me volvió de golpe.” Hace un año, su hijo Eliezer, que en la actualidad cumple el servicio militar en Israel, visitó con su clase el campo de exterminio de Auswchitz. “Él no habla mucho de estos temas, pero yo sé que participar en la marcha de la Vida en Polonia fue muy duro para él. Cuando los otros jóvenes recordaban dónde y cuándo murieron sus antepasados, Eliezer pensaba en silencio: “Quienes los mataron fueron mis abuelos”. “Tal vez tu abuelo convirtió en jabón al mío”El doctor Maj entró en la Universidad de Tel Aviv, como experto en el Antiguo Testamento. “Es irónico pero hace un año me nombraron jefe del Departamento de Filosofía Judía. Es simbólico que el jefe no sea un judío, sino alguien que se enfrenta con el pasado nazi de su familia.” Recientemente, el doctor Maj desveló ante sus alumnos su pasado y uno de ellos, una chica, le dijo: “Puede ser que tu abuelo convirtiera al mío en jabón”. Maj afirma que no ha borrado toda su identidad anterior. Escribe en alemán, oye música clásica, incluida la de Wagner, Sibelius y Strauss. “En Alemania, me siento extranjero y mi casa está sin duda en Israel. Cuando mi madre enfermó, los feligreses de mi sinagoga hicieron, por propia iniciativa, una oración por ella, por su salud. Y eso, a pesar de que sabían que estaba relacionada indirectamente con la familia de Hitler.” Le preguntamos cómo titularía su historia. Su respuesta es tajante: “En ningún caso y bajo ningún concepto, ‘El pariente israelí de Hitler’. Si diría, ‘Crisis, destrucción y reconstrucción de una identidad’.

La fuente: Henrique Cymerman es el corresponsal del diario catalán La Vanguardia, de Barcelona, en Jerusalén. Su artículo fue publicado en la edición del 28 de junio de 2000. http://www.lavanguardia.es.

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