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miércoles, mayo 15, 2024

Una “segunda Pompeya” desaparecerá pronto

CulturaUna "segunda Pompeya" desaparecerá pronto

Una “segunda Pompeya” desaparecerá pronto

Las aguas de la nueva represa de Bircik, en Turquía, van a tragarse en parte la ciudad romana de Zeugma y sus espléndidos mosaicos. A pesar del llamado de los arqueólogos, el Estado turco decidió dar prioridad a la política energética sobre la protección del patrimonio cultural.

Por Stephen Kinzer

ANKARA._ Aquí, como en varias otras regiones del sur de Turquía, el agua sube, inexorablemente, y cerca un pueblo condenado a desaparecer. Son las aguas de retención de una nueva represa, que forma parte de los planes ambientales del Estado turco para producir electricidad e irrigar vastas zonas de terreno árido. Pero, en Belkis, las aguas que suben no sólo transformarán las vidas y anegarán para siempre los queridos hogares de sus pobladores. Estos últimos años, los arqueólogos han multiplicado las advertencias, pues en este sitio se encuentra una ciudad romana que contiene sin duda una de las colecciones de mosaicos más ricas del mundo, que está en riesgo de ser tragada inclusive antes de que se tenga la posibilidad de verla.

“Es una verdadera tragedia”, se lamenta Mehmet Onal, el arqueólogo encargado de supervisar los esfuerzos desesperados emprendidos para salvar lo que se pueda antes de que el sitio sea inundado. “Nosotros no hemos despejado más que dos casas, y encontramos doce mosaicos magníficos. Pero hay centenas de casas todavía enterradas, así que imagínese lo que nos queda por descubrir. Lo que nosotros tenemos aquí es absolutamente increíble.”

“Sin nosotros pudiéramos disponer de cuatro meses, superaríamos al museo de Antioquía. Si tuviéramos dos años, seríamos mejores que el museo de Túnez”, afirma Onal. El museo de la ciudad de Antioquía se enorgullece de tener la más bella colección de mosaicos antiguos de la región. En cuanto a la de Túnez, se la considera como la colección más bella del mundo.

El director del programa de energía e irrigación del Estado en el sur del país declara que no fue capaz de estimar en su justa medida el valor cultural del yacimiento. El gobernador provincial se dice impotente de contener la inundación de lo que él define como “una segunda Pompeya”. Si todo se desarrolla como está previsto, Onal y el grupo de arqueólogos que trabajan con él tienen menos de un mes antes de que Belkis desaparezca. Cada día, ellos cavan y extraen mosaicos, pero también otros objetos, como una estatua de bronce del dios Marte, de 1,50 metros de altura, o también 65.000 piezas de cerámica que representan escenas familiares y de la sociedad de entonces. Es más de lo que se ha encontrado jamás en un solo sitio.

Los mosaicos, de los cuales muchos representan escenas extraídas de la mitología griega, son desmontados y llevados a un museo de la ciudad vecina de Gaziantep. Entre los que fueron recientemente descubiertos, dos están todavía en el lugar. Ellos no empalidecerían frente a las colecciones de los grandes museos. Uno describe a Poseidón sobre su carro acompañado de Thetis y de Océano, divinidades acuáticas. El otro muestra a Perseo salvando a Andrómeda de un monstruo marino. Ambos son de talla mediana. A algunos pasos de allí, se encuentra un atrio cubierto de tierra y fragmentos de columnas romanas. Los arqueólogos estiman que una vez eliminados los residuos encontrarán un nuevo mosaico.

Una ciudad inmensamente rica

La ciudad que se alzaba allí hace 2000 años tenía por nombre Zeugma. Situada en la franja oriental del Imperio Romano, albergaba una población evaluada en 70.000 personas y servía de base a una legión romana. Su ubicación sobre las riberas del Eufrates y su papel como próspero centro sobre la “ruta de la seda” la había vuelto inmensamente rica. Los comerciantes adinerados buscaban deslumbrarse unos a otros haciendo decorar los pisos de sus casas con mosaicos muy refinados. En el siglo III, Zeugma habría sido arrasada, sucesivamente, por una invasión, un incendio y un terremoto. Cubierta por una espesa capa de tierra y residuos, nada había perturbado su reposo desde entonces. Los arqueólogos trabajan allí de manera esporádica desde hace algunos años, pero no emprendieron excavaciones más precisas hasta que comprobaron que el sitio estaba condenado. Ellos se sienten pasmados por lo que ya han encontrado. “Sabíamos que íbamos a descubrir obras de arte, pero brutalmente, en el curso de los últimos dos meses, comprendimos que se trataba de un sitio superior en el nivel mundial”, explica Christine Kondoleon, conservadora del Departamento de Arte Greco Romano del Museo de Arte de Worcester, en Massachusetts. Ella está efectuando este mes un recorrido por las antiguas ruinas de Turquía.

“Las fotos que nosotros recibimos de Zeugma muestran mosaicos de una riqueza extraordinaria, extremadamente elaborados –dice-. Sería una gran vergüenza si se sacrificara semejante lugar, sobre todo si no se descubre nunca lo que allí se encuentra. Todo este tema es profundamente desolador porque es un tesoro inestimable.”

Al fin del camino de tierra que lleva a las excavaciones, Abdulraham Kizilirmak, residente en Belkis desde hace 63 años, está sentado sobre un muro de ladrillos y contempla con estoicismo la lenta desaparición de su pueblo. Se le prometió que obtendrá un buen precio por la casa que va a perder, pero él no lo cree. “Estoy tan furioso que tuve deseos de salir con mi fusil”, dispara Kizilirmak.

La represa, situada a menos de un kilómetro el lugar, forma parte del Proyecto del Sudeste de Anatolia, de un monto de varios miles de millones de dólares. Es la pieza madre de un programa de desarrollo de Turquía. Algunas de las represas encaradas por quienes concibieron el proyecto, y más particularmente la que va a tragarse el pueblo árabe de Hasankeyf, a 320 kilómetros más al Este, sobre el Tigris, están en el centro de un movimiento de protesta internacional. Pero algunas represas, como la de Hasankeyf, no están todavía construidas. Mientras que la de Birecik está terminada. La mayoría de sus esclusas ha sido cerrada el 29 de abril, poniendo en marcha el proceso de creación de un lago artificial cuyas aguas servirán para la producción de energía.

Interrogado por teléfono, Olcay Unver, ingeniero formado en los Estados Unidos que dirige este proyecto colosal, respondió desde su oficina en Ankara que él no conoce bien los detalles de los descubrimientos arqueológicos en el lugar. El gobernador local, Muammar Guler, se consideró impotente para frenar la subida de las aguas. Pero agrega que de hecho menos de la mitad del sitio será inundado. Espera que se podrá continuar el trabajo en el resto, que sería quizá, finalmente, transformado en un museo al aire libre. “Además, la represa tendrá una vida útil de no más de 50 años -explica Guler-. Entonces, nuestros nietos podrán ver la parte que se oculta en este momento.”

Varios de los mosaicos recientemente salvados en Belkis descansan bajo toldos en el patio del Museo de Arqueología de Gaziantep. Hakki Alkan, el director del museo, explica que se ha previsto la construcción de una nueva sala para albergarlos. “Hemos hecho todo lo posible para preservar el lugar, pero nadie nos ha escuchado -concluye Alkan-. El Estado ha tomado su decisión. La política energética tiene prioridad sobre los proyectos culturales e históricos.”

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