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jueves, mayo 16, 2024

Otro secuestro por razones de Estado

PolíticaOtro secuestro por razones de Estado

LA CINEMATROGRAFICA CAPTURA DE MORDECHAI VANUNU

Otro secuestro por razones de Estado

Por Peter Hounan

El autor de este artículo es corresponsal de The Sunday Times y recibió la información que luego publicó sobre el programa nuclear israelí en Dimona, de su contacto, Mordechai Vanunu. Más tarde, descubrió y publicó el hecho de que Vanunu había sido secuestrado por agentes del Mossad que lo llevaron a Israel para ser juzgado por cargos de “espionaje agravado”. Lo que sigue son extractos del escrito que presentó en la conferencia internacional “Democracia, Derechos Humanos y Mordechai Vanunu”, celebrada en Tel Aviv en octubre 1996.

En julio del año 1986, The Sunday Times me pidió con poco tiempo de antelación que volara a Australia. Nos habían informado, a través de un intermediario, que un científico que trabajaba en la instalación secreta de producción de armas nucleares israelí estaba dispuesto a hablar de su trabajo. Por lo visto, había fotografiado el sector que separaba el plutonio de las varas de combustible de uranio, e incluso tenía fotos de la bomba atómica israelí. (…)

Mi primera reunión con Mordechai Vanunu no prometía mucho al principio. Vino a verme en mi hotel en Sydney, y estaba nervioso. Resultaba claro que no se trababa de ningún modo de un científico, sino de un técnico. El intermediario que había puesto en movimiento todo este asunto había exagerado en casi todo, pero Mordechai fue sincero acerca de su bajo rango. Dijo que era técnico con una instrucción solamente rudimentaria en física atómica. Sus fotos eran de la maquinaria de separación y una maqueta y componentes de la bomba israelí.

Mientras hablaba, contestando todas mis preguntas con paciencia, crecía mi seguridad de que era un testigo de importancia sobre una historia extraordinaria. Me explicó cómo había sido reclutado a finales de 1976 para trabajar en el desarrollo de energía nuclear para fines no militares en el Nuclear Research Centre, en Dimona. A lo largo de los años se había enterado de que la instalación química subterránea donde trabajaba estaba fabricando armas nucleares. En su tiempo libre Vanunu asistía a la universidad y estudiaba filosofia, y como ahora podía verse, se había desengañado de su trabajo. Sin embargo, duda de que se hubiera convertido en delator si no se hubiera sentido alarmado por la cantidad y grado de sofisticación de las armas que se estaban haciendo.

Dos semanas después, Mordechai y yo volamos a Londres, donde el doctor Frank Barnaby pudo entrevistarlo. Hay pruebas de que el Mossad ya estaba siguiendo nuestra pista y lograron tender una trampa que, trágicamente, tuvo éxito.

El equipo de secuestro tenía órdenes de no hacer nada en Londres que pudiera dañar la relación armoniosa entre la primera ministra británica, Margaret Thatcher, y Shimon Peres, su homólogo israelí. Entonces, le tendieron una “trampa dulce”, utilizando a una mujer que se hizo pasar por una estudiante norteamericana de nombre Cindy.

En la plaza londinense de Leicester Square, empezó casualmente a conversar con Mordechai y empezaron así a verse. El estaba descontento porque el Sunday Times había retrasado la publicación de su historia para chequear sus informaciones. Cindy propuso unas vacaciones en Italia y el 30 de septiembre de 1986 volaron a Roma, donde Mordechai fue capturado por el equipo de secuestro, le inyectaron un sedante y lo llevaron a Israel sin que recuperara del todo el conocimiento hasta despertarse en un calabazo del Mossad. Un guardia le dio un ejemplar del Sunday Times que contenía, en tres paginas, sus revelaciones. Debe haberle dado una sensación de satisfacción ver que su historia había salido.(…)

Desde entonces, Vaanunu ha pasado todos estos años (14) incomunicado y tiene que pasar más, a menos que podamos hacer algo para ayudarlo. Los “crímenes” de los que lo acusan son traición, espionaje y violación de la ley de secretos oficiales. Lo que más tiene que tener en cuenta esta conferencia es que, bajo cualquier criterio normal, Mordechai no era, ni es, ni traidor ni espía. No vendió secretos a un poder extranjero y tampoco espiaba para alguien. Mordechai es un delator que filtró información, no a un enemigo sino a un periódico internacional.

Desde mi punto de vista, al poner todo al descubierto actuaba con mucho cuidado y gran coraje y, dadas sus convicciones, probablemente le quedaban pocas alternativas. (…)

¿Para qué tantas bombas?

El dinero no era la motivación de Vanunu, de eso podemos testificar el Dr. Barnaby y yo. Era la creencia de que aunque Israel tuviera razones legítimas por fabricar un puñado de armas nucleares en los años 60, no tenía razones para seguir fabricando armas que cada vez eran más avanzadas, hasta el punto de convertirse en la sexta fuerza nuclear en el mundo.

Se preguntaba, y de esto hablamos mucho en Sydney: ¿Por qué necesitaba su país hasta 200 bombas y por qué desarrollaba el misil Jericó, que daría a Israel la capacidad de apuntar a cualquier ciudad del mundo?

También le preocupaba que sólo un pequeño y secreto grupo de políticos y generales supervisara el programa. La Knesset (Parlamento israelí) no debatió nunca el asunto porque, oficialmente, Israel era una zona libre de armas nucleares. Desde mi punto de vista, sólo el nacionalista más intolerante negaría que Mordechai tuvo buenas razones para hacer lo que hizo.

Lo que decidió hacer puso los datos a la vista de todo el mundo, incluso del público israelí. ¿Y cuál fue el perjuicio? Yo diría que ninguno. Más de dos décdas más tarde, Israel aún tiene su arsenal nuclear y todavía recibe su financiación de los Estados Unidos. Las revelaciones no han debilitado a Israel militarmente, y se puede argumentar que posiblemente lo hicieron más fuerte. (…)

Mordechai sufre un forzado alejamiento de la actualidad desde 1986, pero el caso de Dimona no ha sido así. El reactor sigue funcionando, igual que la instalación de separación, el suministro del cual es la principal razón de ser del reactor. ¿Por qué? Se calcula que este país ha fabricado entre 1200 y 2000 bombas mas desde 1986. ¿Qué hacen con ellas? ¿Realmente tienen planes de liberar 300 bombas o más en algún futuro? ¿Se entusiasman por coleccionarlas o tienen alguna obsesión con el poder? ¿Las están vendiendo? No son cuestiones frívolas.

Hay abundantes pruebas de que Israel ha colaborado estrechamente con Sudáfrica, suministrándole agua pesada, tritio y asistencia técnica a cambio de uranio. Incluso se habla también de una colaboración con Taiwan. El problema, por supuesto, es que no hay nadie lo suficientemente bien situado para preguntar acerca de estas cosas. Aunque la gente lo intente, siempre se topa con la respuesta esperada : “No seremos el primer país en introducir armas nucleares en el Medio Oriente,” lo que, claro, no es cierto.

Me quedo sorprendido por cómo aquí, en Israel, la gente no es mas inquisitiva. Las armas nucleares son un tema tabú y a aquella gente que pone en cuestión este asunto se la considera antipatriótica. Pero hay que hablar de estas cuestiones. El reactor de Dimona tiene más de 30 años y normalmente sería el momento para retirarlo del servicio.(…)

Es una ironía que en Israel viva un ganador del Premio Nobel, Shimon Peres, el hombre que, siendo primer ministro, dio la orden de capturar a Vanunu. El señor Peres es en algunos aspectos uno de los creadores de la capacidad nuclear de este país. Con mucha habilidad negoció que los franceses ayudaran a construir Dimona. Era director del Ministerio de Defensa cuando se construyó y reconoce que luchó contra una fuerte oposición dentro del gobierno. Tiene que sentirse orgulloso de lo que logró, pero en su autobiografía (publicada en 1985) no hay una sola mención a las armas nucleares.

Revelaciones a medias

El enorme gasto efectuado en los años 50 y 60 se debió, según él, a la necesidad de Israel de encontrar nuevas formas de generar electricidad y desalar agua. Ustedes habrán advertido que más de 30 años más tarde, Israel todavía no tiene reactores que generen electricidad ni que produzcan agua dulce, pero, claro, por razones bastantes obvias, Peres no explica esta contradicción. Sólo en un momento dice algo revelador, y hay que leerlo entre líneas. Está hablando del período tenso justo antes de la Guerra de los 6 Días, en 1967. En su libro dice lo siguiente: “De mi contribución durante aquel período, todavía no puedo hablar abiertamente por razones de seguridad nacional. Después de que nombraron a (Moshe) Dayan como ministro de Defensa, le hice cierta propuesta que, en mi opinión entonces y también hoy, casi tres décadas mas tarde- hubiera refrenado a los árabes y que hubiera evitado la guerra.”

El señor Peres, a continuación, cuenta que el ejecutivo rechazó su propuesta. La incógnita inevitable es la siguiente: ¿Proponía Shimon Peres que se hiciera explotar una bomba atómica? No caben dudas de que en 1967 Israel ya tenía varias de estas armas y me resulta muy difícil imaginarme otra explicación satisfactoria para esta curiosa revelación a medias.

Si se había propuesto la detonación de una bomba, ¿se hubiera hecho explotar sobre una ciudad árabe o en una región desierta donde poca gente hubiese sufrido? Puede que algún día lo sepamos, pero una cosa está clara: cualquiera de las dos opciones hubiera hecho entrar en el conflicto a Rusia, con la amenaza de una escalada nuclear.

Era justamente esta clase de pesadilla lo que llevó a Mordechai Vanunu a revelar el secreto. El quería ayudar a fomentar la paz en el Medio Oriente. En estos tiempos tan difíciles, y con ese mismo espíritu, ¿no será hora ya de que se lo libere?

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