Investigadores británicos sobre el Sida “olvidaron” el aporte de científicos de Kenya
La omisión de los nombres de científicos africanos que trabajaron en Oxford en el desarrollo de una vacuna contra el Sida ha causado suspicacias todavía difíciles de olvidar.
Finalmente, el equipo de investigadores sobre SIDA de Oxford admite que científicos de Kenya han estado colaborando y que realmente contribuyeron al colaborado en la búsqueda de una vacuna para el mal.
Ellos admitieron que estaban de acuerdo en modificar la patente para reconocer la contribución de kenyanos y prometieron compartir cualquier rédito derivado de la “invención”.
Nosotros hemos estado seguros de que la omisión de los nombres de los científicos kenyanos en los créditos del trabajo se debieron a un “descuido” y no porque “no haya ningún inventor kenyano”, como se había dicho anteriormente. Y con las disculpas apropiadas de los científicos de Oxford, el tema -dicen- concluye satisfactoriamente para todos.
Sería, sin embargo, aconsejable tratar esta “victoria” con una buena dosis de escepticismo hasta que veamos los nombres de los investigadores de Kenya documentados en las patentes y hasta que el texto completo del acuerdo se haga público. Porque las circunstancias que rodean la investigación de una cura para el Sida no se prestan a la generosidad. En primer lugar, las declaraciones de los científicos británicos fueron atípicamente indiscretas y terriblemente inflexibles: no hay ningún inventor de Kenya trabajando en una vacuna contra el Sida. ¿Qué cambió en el pensamiento de los investigadores británicos?
Segundo, las apuestas en este juego son sumamente altas: Cualquier científico, o equipo de científicos que haga un descubrimiento significativo para lograr una vacuna contra el Sida o la cura de la enfermedad tiene asegurado el Premio de Nobel de Medicina, además de un lugar en la historia, el reconocimiento de los pares y de la gente en general y, tal vez aún más impiortante, mucho dinero.
Aunque nosotros continuemos insistiendo en que se les dé a los científicos de Kenya su debido reconocimiento y respeto, debemos encontramos que el “descuido” es una explicación un tanto extraña y nada nos permite aliviar la desconfianza con la que observamos este último acuerdo.
La nueva vacuna, que comenzó a experimentarse en un grupo de voluntarios británicos, fue confeccionada con un pequeño segmento del ADN del virus del HIV que estimula una respuesta en las células T y nació del estudio de un grupo de prostitutas de Kenya que permanecieron sanas a pesar de una forma de vida de alto riesgo, en una de las zonas de mayor difusión del Sida.
Estas mujeres parecen tener una resistencia natural al virus del Sida, que ya infectó en el mundo a 50 millones de personas.
Después de la primera experimentación con voluntarios británicos, la vacuna será probada en un gran número de personas en Kenya. El proceso de experimentación tomará años e involucrará a 10 mil personas. Incluso si los resultados son alentadores, será necesaria una década para que la vacuna llegue al mercado.
La fuente: editorial de The Nation (Kenya), del 22/10/00.