LOS MATRIMONIOS PREMATUROS, UNA VIOLACION DE LOS DERECHOS HUMANOS
El drama de las niñas esposas
Según un informe de Unicef, en muchos países la mitad de las jóvenes ya está casada cuando cumple los 18 años. Frutos de acuerdos familiares, y fundamentalmente de la pobreza, estos casamientos condenan a las mujeres a la falta de educación, la miseria y el maltrato y, a menudo, les dejan problemas psicológicos y físicos irrecuperables. Se calcula que todos los años nacen 15 millones de bebés de madres recién salidas de la niñez.
Por María Masquelet
Mulugojam, Weinishet, Tsigereda y Zeinab son cuatro jóvenes etíopes que tienen mucho en común. Se casaron cuando sólo tenían entre 7 y 10 años con hombres mucho mayores que ellas, a los que nunca habían visto antes de la boda.
Mulugojam Ashebir, que actualmente tiene 21 años, se casó a los 10, a los 13 tuvo a su primer hijo y, unos años después, a su hija. “Después de seis años de esfuerzo y sufrimiento, no pude soportar más y decidí dejar a mi marido y trasladarme a la ciudad con los niños -cuenta Mulogojam-. Vine a Bahir Dar, donde encontré trabajo como sirvienta. Por supuesto, mi familia se enfadó conmigo y me dejó completamente sola. Sin embargo, una de mis tías sintió lástima por mí y me acogió en su casa”.
Ahora trabaja en un edificio, donde cobra 3 birr por día (menos de 40 centavos de dólar) y no puede pagar el colegio de sus hijos. Para complicar todavía más su situación financiera, Mulugojam tiene una deuda de 500 birr por un microcrédito que le concedieron para abrir una pequeña tienda de la que no consiguió sacar beneficios y debe devolver como mínimo 42 birr por mes a la persona que avaló el préstamo.
“Me he reconciliado con mi familia y espero que Dios me dé salud para cuidar de mis hijos -expresa la joven-. Me gustaría tener dinero para pagar una casa, comida y otras necesidades básicas, especialmente la educación para mis hijos, y, quién sabe, ¡quizá también para mí!”
Weinishet Makonnen, de 16 años, todavía no se ha recuperado del trauma que sufrió en la infancia. A los siete años ya estaba casada con un hombre mucho mayor que ella, con el que comenzó a tener relaciones sexuales a los nueve años. “Mi marido murió cuándo yo tenía 12 -narra Weinishet-. Estaba embarazada, pero perdí a mi hijo debido a un parto complicado, que duró varios días. No quiero volver a casarme, no quiero que ningún hombre se me acerque”.
Weinishet vive con unos familiares y vende cereales para sobrevivir. Su salario de 1 birr diario (unos 12 centavos de dólar) sólo le permite comprar un poco de pan o injera (un pan tradicional etíope) sin carne o salsa. Además, debe pagar un crédito de 500 birr, que no supo utilizar de manera exitosa. Espera ganar dinero suficiente algún día para reanudar sus estudios, que abandonó cuando sus ingresos se redujeron.
Tsigereda tiene una historia un poco más optimista para contar: “Me casé a los diez años y huí de mi marido a los 12, aunque sabía que estaba embarazada. Tuve la suerte de encontrar a una señora mayor bondadosa que me acogió en su casa y me ayudó. Por desgracia, murió hace unos años. También fui afortunada con mi familia, porque me perdonó y decidió pasar por alto el estigma que significa mi situación. Además, me ayudan a pagar la escuela de mi hijo, mientras yo trabajo lavando ropa”.
Tsigereda va a clases nocturnas para mejorar su educación. Como otras chicas, ella también recibió un pequeño crédito de 500 birr que usó para aprender cestería y montar un puesto en el mercado. Admite que “a pesar de que la formación fue útil, la iniciativa no prosperó porque no tenía la capacidad suficiente para manejar un negocio. Muy pronto ya estaba endeudada y ahora tengo que pagar. Pero aprendí mucho.”
Zeinab tiene 26 años. Se casó a los diez y tuvo a su primera hija a los 12. El parto a una edad tan temprana fue demasiado para su frágil cuerpo y desde entonces sufre de parálisis en el lado izquierdo. Por su enfermedad, el marido la devolvió a su familia y, luego, la abandonó definitivamente y se volvió a casar. Ahora Zeinab está viviendo con una tía y gana algún dinero vendiendo papas, pero esta situación no le permite enviar a su hija de 13 años a la escuela.
Estas víctimas de matrimonios a edad demasiado temprana no son casos aislados. En Etiopía, donde este fenómeno está muy extendido, los acuerdos matrimoniales se hacen, a menudo, cuando las niñas tienen entre 4 y 5 años y, algunas veces, aun antes de que nazcan. En general, la boda se concreta unos años después y la niña se va a vivir al hogar conyugal cuando tiene entre 10 y 13 años.
Según el informe de Unicef titulado “Matrimonio precoz, niñas esposas”, los casamientos infantiles se dan en todo el mundo, pero predominan en partes de Africa y el sur de Asia. Por ejemplo, en la República Democrática del Congo, el 74 por ciento de las adolescentes de entre 15 y 19 años ya está casada; en Níger, el 70%; en Afganistán, el 54%, y en Irak, el 28%.
La pobreza, causa principal
Sin lugar a dudas, la pobreza es uno de los principales factores que favorecen el matrimonio infantil. La necesidad de las familias de que otra persona se haga cargo económicamente de las niñas y, en algunos casos, el deseo de mejorar su situación mediante los lazos que se establecen con otro grupo familiar hacen que los padres pacten las bodas precozmente.
Por ejemplo, en Irak, informes de Unicef indican que los casos de matrimonio demasiado temprano están aumentando como respuesta a la pobreza. Además, en algunos países también se da que a las familias más pobres se las convence para que se deshagan de sus hijas con promesas de matrimonio, o de falsos matrimonios, que suelen servir para hacerlas caer en las redes de prostitución en el extranjero.
Otras causas de este drama están vinculadas con las tradiciones, como la necesidad de asegurarse que las niñas lleguen vírgenes al matrimonio y evitar la posibilidad de que no encuentren marido cuando sean mayores. También está presente el temor al embarazo fuera del matrimonio. Una investigación reciente en Níger mostró que el 44 por ciento de las chicas de entre 20 y 24 años se casó antes de los 15 años por este motivo.
En las comunidades estudiadas, es el padre quien decide la fecha del matrimonio y quién va a ser el marido. Esta práctica constituye una violación a los derechos humanos en general, a los derechos de los niños en particular y se inscribe también entre las acciones de discriminación por género.
El informe de Unicef revisa algunas de las consecuencias que tiene el matrimonio infantil, desde la restricción de la libertad individual hasta el impacto en la salud y la educación. El matrimonio precoz tiene profundas consecuencias físicas, intelectuales, psicológicas y emocionales, que cortan las oportunidades de educación y de crecimiento personal. Para las niñas, casi siempre significa embarazo prematuro, lo que deriva en altos índices de mortalidad materna, y la posibilidad de someterlas a una vida de sumisión sexual y doméstica.
Las adolescentes también son más propensas que las mujeres maduras a padecer infecciones de transmisión sexual como el HIV/SIDA. Además, su vulnerabilidad se incrementa debido a la falsa creencia en muchos lugares de que si un hombre tiene relaciones con una mujer virgen se curará la enfermedad. El abuso también es común en este tipo de matrimonios.
Los datos de Egipto indican que el 29 por ciento de las adolescentes casadas ha sido maltratada por sus maridos y, de ellas, el 41%, durante el embarazo. Otro estudio en Jordania reveló que el 26% de los casos de violencia doméstica fue cometido contra mujeres menores de 18 años. La violencia doméstica provoca la huida de muchas niñas. “Aquellas que lo hacen y las que eligen casarse con una persona distinta a la que designaron sus padres suelen ser castigadas o incluso asesinadas por sus familias. Corren el riesgo de los “asesinatos por honor” que se dan en Bangladesh, Egipto, Jordania, Líbano, Pakistán, Turquía y en otros lugares”, plantea el informe.
Prevención
Para prevenir el matrimonio infantil, es necesaria una actuación conjunta de las personas y las organizaciones. Y el primer paso es informar a los padres y a los jóvenes sobre las repercusiones negativas que tiene este tipo de matrimonios. La educación es fundamental en este proceso. De esta forma, es importante convencer a los padres para que sus hijas sigan estudiando en beneficio de su propio desarrollo y se posponga su matrimonio.
En el caso de las niñas que ya están casadas, es necesario desarrollar servicios de orientación sobre temas como los abusos y la reproducción.
Las adolescente de entre 15 y 19 años dan a luz a 15 millones de bebés al año. Muchas de ellas lo hacen sin haber tenido nunca una consulta médica y sin ninguna ayuda. Todo esto puede tener serias consecuencias sobre la salud tanto de la madre como del niño.
Con respecto a este informe, Carol Bellamy, directora ejecutiva de Unicef, afirmó: “Este es un paso más dentro de un movimiento creciente para terminar con la silenciosa desesperación de millones de niños, especialmente niñas, que están siendo encerrados en unas vidas con frecuencia llenas de sufrimiento y dolor”. .
La fuente: La autora es periodista del diaro La Nación, de Buenos Aires (www.lanacion.com.ar)