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lunes, mayo 6, 2024

Las parejas y el Ramadán: una tormenta en el tazón de sopa

SociedadLas parejas y el Ramadán: una tormenta en el tazón de sopa

Las parejas y el Ramadán: una tormenta en el tazón de sopa

Reparto de tareas, comunicación, vida sexual: según una encuesta realizada en Marruecas, las parejas jóvenes tienen mayores discrepancias durante el mes sagrado islámico. Es que el ayuno diurno y las oraciones alteran la cotidianeidad y aumentan considerablemente el trabajo doméstico, cuyo peso sigue recayendo en las mujeres. En treinta días las mujeres descubren la cara oculta de su marido, cuyo ideal es una mujer eficiente en la cama y la cocina.

Por R. Zaki

El Ramadán en pareja. A priori, es la ocasión soñada por los dos cónyuges para reencontrarse. Ya que los días de trabajo son menos largos, ellos tienen la posibilidad de pasar más tiempo juntos y de comunicarse más. Pero, ¡desengáñese! El Ramadán no hace la felicidad de todas las parejas. Son cada vez más numerosas las que viven mal este mes que viene a poner patas arriba una vida de a dos ordenada.

En este sentido, el doctor Aboubakr Harakat afirma que “el Ramadán es una carga pesada para algunas parejas, sobre todo, para los jóvenes, en la medida en que cambia su cotidianeidad”.

Ama de casa se busca

Habitualmente, las parejas jóvenes llegan a definir una suerte de acuerdo para salvar el matrimonio. La pareja moderna no es más aquella en que la mujer seguía los caprichos de su marido. ¡Se terminó el tiempo de nuestros abuelos! Se habla cada vez más del reparto de tareas en un matrimonio y el hombre sabe que debe lavar los platos, levantar la mesa, arreglar la casa, igual que su mujer. Si él trabaja todo el día, ella hace lo mismo. La casa no es más un mundo exclusivamente femenino, sino un espacio donde la pareja vive en igualdad.

Sin embargo, el Ramadán pone en cuestionamiento esta línea de conducta. “Un mes no es costumbre”, dice con un tono casi burlón Khalid, de 29 años, empleado comercial, casado desde hace dos años. Una declaración que dice mucho de las dificultades que el género femenino encuentra durante el mes sagrado.

“La mujer no realiza nunca tanto trabajo en el año como durante el Ramadán”, confirma el doctor Aboubakr Harakat. El trabajo de la mujer comienza mucho antes del mes sagrado, con la preparación de la ineludible “chebakia” y otras especialidades. Pero el grueso de la faena se hace durante estos treinta días. La mujer está obligada a asegurar la cena de la ruptura del ayuno, cosa no siempre agradable para un ama de casa y mucho menos para una mujer activa. Es casi una evidencia, durante este mes, que se nutre más el ojo que el estómago.

Es el problema al que todos los marroquíes se enfrentan. Para Siham, de 30 años, telefonista, “es el infierno total”. Ella sostiene: “No importa qué mes del año sea, mi marido le da mucha importancia a la mesa. Inclusive aunque él no es un sibarita, no admite que en la mesa falten pescados, harira, chebakia…y demás. ¡Me resulta imposible preparar todo esto, después de haber dejado la oficina! Hago lo que puedo y compro el resto. Mi marido no ve esto con buenos ojos, pero a él no le queda otra que ponerse en mi lugar.”

Las mujeres que no llegan a alcanzar los dos objetivos son legión. Es el caso de Nabila, de 28 años, docente. Ella confiesa su incapacidad para cumplir el papel de buena ama de casa durante el mes sagrado. A menudo, se ve obligada a buscar la “harira” en la casa de sus padres para no ponerle a su marido un sobre de sopa en un tazón.

Otras parejas prefieren directamente ir a comer a lo de sus padres. “Es más práctico. Ya que nosotros no tenemos tiempo de preparar nuestra sopa, preferimos pasar el comienzo de la noche con los padres. Por una parte, tenemos la posibilidad de comer en un entorno familiar, y por otra, podemos economizar esfuerzos y dinero”, afirma Hamid, de 28 años, empleado.

Aunque no sea más que por un mes, todos los hombres quisieran tener un ama de casa capaz de responder a sus deseos y soportar sus caprichos. El Ramadán plantea otros problemas relativos a la comunicación. Si las parejas pasan más tiempo juntas, se encuentran curiosamente menos comunicadas.

El Ramadán trae con él sus propias prácticas tanto religiosas como sociales, su propio ritmo. De golpe, los dos cónyuges son atrapados en una espiral que quiebra el ritmo normal de la pareja.

Entre la mezquita y el café…

Rachida, docente, de 30 años, y Saäd, de 32, casados desde hace un año, forman a los ojos de sus padres una pareja ideal. Durante el mes del Ramadán, ella se transforma en una practicante devota que no se pierde por nada del mundo la oración del “tarawih”. El hace, apenas, las cinco oraciones.

Al no soportar que su mujer pase dos horas en la mezquita mientras él lava los platos, decidió hacer un programa “divertido”: salidas nocturnas. Cada día, pasa dos horas enteras con sus colegas charlando y jugando a las cartas. Al volver a la 11 de la noche, su mujer está furiosa.

Las relaciones entre los dos jóvenes cónyuges se pusieron tan tensas que cualquier desacuerdo es capaz de originar una tormenta matrimonial. “¡La vida en pareja es así!”, exclama Saäd ,que, sin expresarse en contra de la voluntad de su mujer de ir a rezar, no admite que ella limite su libertad. “Es el primer Ramadán que pasamos juntos y ¡mi mujer nunca me ha descuidado tanto!”

Hoy no

¿Qué pasa con las relaciones sexuales? Aunque la mayoría de los interrogados se mostraron reticentes al principio, frente a esta pregunta demasiado personal (entre nosotros, los hombres hablan poco de sus mujeres, y menos aun de su vida sexual), afirmaron de manera unánime que el mes sagrado limita su vida sexual.

El ayuno impone la pureza del cuerpo. Cosa que no es siempre fácil para algunas parejas. Como el Ramadán coincide con el otoño, muchas parejas prefieren bajar el ritmo de sus relaciones sexuales para evitar ducharse todos los días.

Para Harakat, “se trata de un argumento falso. El mismo Profeta tenía relaciones maritales con sus mujeres de manera regular. Es decir, que el hecho de ocultarse detrás del pretexto del aseo del cuerpo para no cumplir con un acto fundamental para el equilibrio del todos los individuos y de todas las parejas, significa simplemente que existe algún problema en el seno de la pareja”.

Sin embargo, muchos no comparten esta opinión. Mohamed afirma que la ducha no plantea ningún problema para él. Pero, por el contrario, para su mujer es una pesada carga. Ella no puede soportar el hecho de lavarse y secarse el cabello todas las mañanas. Es por esta razón que Mohamed y su mujer, como muchas otra parejas, llegan a un acuerdo: ¡dejar para el fin de semana sus relaciones!

Otro caso es el de Mehdi, de 28 años. Como viven todavía con sus padres, las relaciones sexuales con su mujer se ven afectadas por el Ramadán. El está obligado a refrenar su deseo legítimo simplemente porque a su mujer le da vergüenza tomar una ducha o ir al baño bajo la mirada de los padres. “Es como si el hecho de hacer el amor con el marido se hubiera transformado en una vergüenza en nuestra sociedad”, declara Mehid.

Comida y abstención

Según la opinión de Harakat, dos elementos están detrás del deseo sexual durante el mes sagrado: la comida y la abstención. La “bouffe” contiene ingredientes que tienen muchas calorías que estimulan el apetito sexual. Igualmente, la abstención de relaciones sexuales, de seducir e inclusive de mirar al otro sexo acentúa el deseo.

Esto explica sin duda el recrudecimiento del fenómeno de la seducción. Son cada vez más numerosos los hombres casados que corren atrás de un placer efímero para compensar la falta de comunicación en su matrimonio.

Harakat explica esto diciendo que “las parejas rara vez hablan de sus problemas sexuales. Es todavía un tema tabú en Marruecos. Es lo que explica esta suerte de insatisfacción que puede llegar a sentir uno de los dos cónyuges, o los dos”.

Resulta entonces que el Ramadán es vivido cada vez peor por la joven generación de parejas. Sin embargo, hay que aceptar que la culpa no la tiene el Ramadán sino las mismas parejas. Contrariamente a lo que muchos piensan, las parejas modernas hablan menos de sus problemas sexuales, no llegan a alcanzar una verdadera noción de pareja donde el reparto de tareas es la regla. En treinta días, la mujer descubre la cara oculta de su marido y descubre, contra su voluntad, que su ideal es una mujer hecha para la cocina y la cama.

El Ramadán es inocente

El Ramadán pone todo su peso sobre el ritmo de una pareja. Las relaciones son afectadas. Pero toda la responsabilidad descansa sobre los dos cónyuges. El Ramadán no es ciertamente un mes como los otros, pero ésta no es una razón para crear discordias en el seno de una pareja.

El doctor Aboubakr Harakat, psicólogo, psicoterapeuta y sexólogo, analiza los problemas que afectan a los matrimonios marroquíes.

_¿Cuáles son los problemas que una pareja marroquí puede vivir durante el mes del Ramadán?

_ En primer lugar, no se puede hablar de problemas específicos de las parejas marroquíes. La noción de pareja no es algo puramente marroquí. Los problemas entre los dos integrantes son generalmente similares en Marruecos que en otros lugares. Se trata de dos personas totalmente diferentes que viven bajo el mismo techo, lo que provoca inevitablemente divergencias de puntos de vista. En segundo lugar, no se puede tampoco hablar de problemas específicos durante el mes del Ramadán. A lo sumo se puede hablar de incidentes entro los dos cónyuges porque existe un problema en el seno de la pareja. No es el resultante de un mes, sino de diferencias mucho más profundas. Al hablar del Ramadán y de los matrimonios marroquíes, pienso que este mes rompe el ritmo normal de vida de todos los individuos y, en consecuencia, de las parejas. Cambian inevitablemente los hábitos de cada uno de los cónyuges. El régimen alimenticio cambia tanto como las horas de sueño, de vigilia, de trabajo. Todo esto repercute sobre el comportamiento y el deseo sexual. Las parejas sienten este cambio. Pero, en general, yo diría que cuando un matrimonio es sano, puede superar el mes del Ramadán sin demasiadas dificultades. Por el contrario, si es frágil durante el resto del año, el mes del Ramadán no puede más que contribuir a quebrar la armonía.

_¿Cuál es el lugar de cada uno de los cónyuges?

_El Ramadán es un mes de mujeres por excelencia, en la medida en que la mujer no realiza nunca tanto esfuerzo en el año como durante este mes. Ella debe a la vez trabajar y asegurar las tareas domésticas. Desgraciadamente, el hombre hace pocos esfuerzos por amortiguar el peso de las tareas cotidianas que abruman a la mujer.

_La vida sexual ¿se ve afectada durante el Ramadán?

_¡Por supuesto! Todo el mundo se centra en dos cosas: la alimentación y el amor. Existe una relación entre los dos aspectos. Me explico: la gente come muchos alimentos compuestos con productos de fuerte tenor calórico que estimulan el organismo y provocan el deseo de hacer el amor (almendras, harira…). Además, la abstención o la privación acentúan la inclinación por el sexo opuesto. Como uno de los preceptos del ayuno es la abstención de toda relación sexual durante el día, esta abstención tiene un efecto “perverso” en la medida en que despierta fantasías. Durante el anochecer, muchas parejas no pueden tener relaciones sexuales por varias razones, como las oraciones, la presencia de los hijos, etc. Están obligados a postergar su deseo hasta horas tardías. Pero más pasan las horas, más cansado está el organismo y menos deseos de hacer el amor. El acto sexual se transforma en algo puramente físico despojado de toda sensación de placer.

_¿El Ramadán es la causa?

_¡Desde luego que no! No se le puede echar la culpa al Ramadán. Es insensato. A priori, este mes es una buena ocasión para que una pareja pase más tiempo junta, tenga más contacto y, sobre todo, una vida sexual placentera. Si surgen problemas, es que hay una verdadera falta e comunicación en la pareja.

La fuente: La Nouvelle Tribune, semanario marroquí fundado en 1996. Suele hacer uso de una libertad de tono poco habitual en la prensa del reino. Aunque aborda temas políticos y social.

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