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viernes, mayo 17, 2024

La poligamia en Sudán, entre el sida y la guerra

SociedadLa poligamia en Sudán, entre el sida y la guerra

La poligamia en Sudán, entre el sida y la guerra

Majak Malok Akot evidentemente es de los que les gusta casarse. Con 76 esposas y 68 años de edad, Akot, un miembro de la tribu de los dinka, del sur de Sudán, ha creado una familia del tamaño de una pequeña aldea africana. Tiene 76 esposas, 38 de ellas actualmente embarazadas, y 151 hijos. Por Thomas Crampton

DATOS DEL PAIS

PACONG, Sudán.- Algunos hombres tienen problemas para comprometerse, pero el jefe Majak Malok Akot evidentemente es de los que les gusta casarse. Con 76 esposas y 68 años de edad, Akot, un miembro de la tribu de los dinka, del sur de Sudán, ha creado una familia del tamaño de una pequeña aldea africana. Tiene 65 hijos y 86 hijas; hoy 38 de sus esposas están embarazadas. “Es cierto que me han rechazado 12 veces -dijo Akot-. Pero formé una familia muy feliz, gracias a que sé cómo tratar a las esposas”. Akot es quien más esposas tiene en el condado de Rumbek, según funcionarios locales, pero su vasta familia no es de ningún modo única en la región. Un vecino tiene 50 esposas y muchos otros tienen más de una docena. La inseguridad por las batallas, las hambrunas y las enfermedades de la más prolongada guerra civil en Africa son las responsables de la distorsión de la práctica tradicional de los dinka de tener varias esposas, según los funcionarios, que también advirtieron que esto representa una peligrosa vía de contagio del sida. “Desde el punto de vista sanitario es un desastre cuando los hombres tienen más de 12 esposas”, dijo Daniel Dutmayen, un agente médico del condado de Rumbek. “Las mujeres tienen relaciones extramaritales y el matrimonio normal se quiebra.” Si bien la guerra de más de dos décadas impide un seguimiento adecuado del sida en el sur del Sudán, estima que la tasa de contagios se ha mantenido baja por tratarse de una región alejada. Pero dado que se espera que miles de dinkas desplazados vuelvan de campos de refugiados en países vecinos donde el sida es generalizado, las tasas aquí podrían subir peligrosamente, dijo Dutmayen. La guerra -que estalló en 1983, cuando los rebeldes del Sur, principalmente animistas y cristianos, se levantaron contra el Norte, árabe y musulmán- ha desplazado alrededor de cuatro millones de personas. La salud física no es la única preocupación. Los funcionarios locales dicen que las esposas sufren mucho en los matrimonios polígamos. “Al unirse en matrimonio con el jefe, las mujeres consiguen protección, pero padecen injusticias”, dijo Paul Machuei, comisionado del condado de Rumbek, que tiene dos esposas. Sentado a la puerta de una de sus chozas de barro, Akot, el hombre más rico de Rumbek, pintó en cambio un cuadro de felicidad doméstica. “Todas (las esposas) cocinan igual-dijo Akot-. No tengo favoritas. Cuando me caso con una esposa, cubro todas sus necesidades y le digo que venga a mí si tiene problemas. No debe pelear con otras mujeres.” Todo por seguridad Ofreció su receta para mantener la paz. “Cuando se enoja, no hay que pelear con ella, sino consolarla.” El jefe asegura que ni él ni sus esposas han cometido adulterio jamás. “Las amo a todas por igual”, dijo. Los funcionarios del Estado alzan las cejas cuando escuchan el relato de Akot y dicen que es típico que tales arreglos matrimoniales sean poco estrictos. “No creo en su negación del adulterio”, dijo Machuei. “Los hijos mayores en tales matrimonios tienen hijos con las esposas más jóvenes y sé que esto también vale para él.” Por su parte, las tres esposas que estaban sentadas junto a Akot subrayaron la sensación de seguridad física que les da estar casadas con él y su relación con las otras esposas. “Cuando alguien trata de pelear conmigo, tengo muchas que me defienden”, dijo Dabora Alual, que añadió que no le molestan sus esposas nuevas, más jóvenes. “Me siento feliz de sus esposas más jóvenes porque cuando producen una hija todos nos hacemos más ricos.” Los arreglos matrimoniales, resultado de la necesidad de lograr seguridad, sobreviven económicamente sólo debido al desplazamiento provocado por la guerra, en la que han muerto 1,5 millón de personas. “La gente sólo puede mantener tantas esposas porque la tierra está barata y muchas familias huyeron de la guerra o murieron”, dijo Daniel Deng Monydit, gobernador de la provincia de Bahr El Ghazal. “Si viene la paz, la gente buscará vivir una vida de lujo con pocas esposas.” El acuerdo de paz podría llegar este mes, cuando Khartum y el Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán, liderado por John Garang, negocien los detalles finales respecto de cómo se compartirá la riqueza petrolera. Basado en la tradición de que el novio paga con vacas la dote a la familia de la novia, el status marital de Akot es resultado de la inteligencia de los dinkas para armar un sistema que le permitiría financiar matrimonios casi a perpetuidad. Akot cubre los costos de una nueva esposa con los ingresos que produce el matrimonio de cada una de sus hijas. “Mi padre murió cuando yo tenía 15 años, así que asumí la responsabilidad de negociar el matrimonio de mis hermanas,” contó Akot. Comenzando con una modesta herencia de siete vacas a los 20 años, Akot negoció buenas dotes por sus hermanas. “Cuando tenía 30 años, de pronto decidí usar todas mis vacas para casarme con más y más esposas”, dijo Akot. “Con el matrimonio de cada hija recuperaríamos vacas.” Akot se rió de la idea de un hombre con una sola esposa. “Cuando se ama a una mujer y luego a otra, hay que quedarse con las dos. Cuando tenía una sola esposa -dijo Akot- parecía como que no tenía nada que hacer.” La fuente: International Herald Tribune (EE.UU.). La versión en español pertenece a Gabriel Zadunaisky para La Nación, de Buenos Aires (Argentina).

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