El nos ha declarado la guerra
Sharon tiene el potencial, así como el poder, para hacer los movimientos necesarios para lograr la paz. Aun cuando la creatividad de Sharon está dañada y aun cuando él no ha propuesto iniciativas ni ha mostrado la franqueza con la que el ministro de Relaciones Exteriores, Shimon Peres, ha soñado, debe admitirse que el presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, le ha dado razones suficientes a Sharon -en términos de violencia, en términos del número de israelíes muertos y en términos de incitación- para hacer actuar al primer ministro como un zombie en cualquier tema relativo a la paz.
Por Yoel Marcus La inteligencia no es suficiente, en todo se necesita un poco de suerte. La semana pasada, el primer ministro Ariel Sharon declaró, con un indisimulable gesto de satisfacción, que la situación de seguridad de Israel hoy era muy buena. “Hemos encontrado una manera que nos permite tratar eficazmente con el terrorismo y sin ninguna necesidad de una escalada”. Desde ahora -prometía Sharon- “me concentraré en los problemas económicos.” Apenas había terminado de felicitarse por sus logros cuando los mortales atentados terroristas empezaron a pegar en la población civil israelí en una sucesión veloz. Al parecer, los atacantes suicidas palestinos no habían escuchado la radio en la que Sharon anunciaba su descubrimiento de cómo tratar con el terrorismo de una vez por todas. Irónicamente, la calcomanía pegada en la ventana trasera del automóvil robado que llevaba a los hombres-bomba al sitio de su ataque letal en Afula decía “Sharon nos traerá la paz.” Tal como cuando en su campaña electoral hablaba del colapso, están aumentando las dudas acerca de su capacidad para llevar adelante sus funciones de primer ministro y su sentido de juicio. ¿Qué podría haberlo llevado a asumir que la situación de seguridad de Israel era “muy buena” o que su “eficaz” guerra contra el terrorismo no generaría una escalada? Si los ataques terroristas de esta semana no lo son, entoncés ¿qué es una escalada? En los nueve meses que lleva en el poder, Sharon no ha tomado un solo paso creativo -no ha producido ningún “ruido de paz” – que podría proporcionar alguna esperanza a Israel o los palestinos. El hecho más triste de todo es que, así como un general que tiene recuerdos nostálgicos de su pasado militar glorioso, él ha fallado en el objetivo para el que fue elegido: para traer la paz. Los informes de los medios de comunicación acerca de la veda impuesta por el director general de la oficina del primer ministro, Uri Shani, para limitar el acceso de Sharón a la más desnuda realidad podrían terminar alimentando las sospechas sobre la deteriorada habilidad del primer ministro para desempeñar sus funciones o sobre una reducción en la calidad de su actuación. En todo caso, las acciones hablan más ruidosamente que las palabras y, en este momento en particular, Sharon está mostrando señales claras de ineficacia de dirección. En principio, Sharon tiene el potencial, así como el poder, para hacer los movimientos necesarios para lograr la paz. Aun cuando la creatividad de Sharon está dañada y aun cuando él no ha propuesto iniciativas ni ha mostrado la franqueza con la que el ministro de Relaciones Exteriores, Shimon Peres, ha soñado, debe admitirse que el presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, le ha dado razones suficientes a Sharon -en términos de violencia, en términos del número de israelíes muertos y en términos de incitación- para hacer actuar al primer ministro como un zombie en cualquier tema relativo a la paz. Sin embargo, también debe notarse que, a lo largo de su carrera, Arafat ha acarreado desastres sobre sus hombros. Septiembre negro, su destierro del Líbano, su apoyo para el presidente iraquí, Saddam Hussein y, en el último año, la violencia y el terror que dirigió contra Israel tienen una característica común: todos estos episodios representan el mismo camino a la autodestrucción.
¿Qué ha llevado a Arafat a permitir liberar semejante ola de terror mientras el enviado de paz norteamericano estaba visitando Israel y mientras Sharon se encontraba con el presidente George W. Bush? ¿Qué ha ganado Arafat salvo el hecho de que, en lugar de que Bush presionara Sharon, le lanzara a él una durísima advertencia? Israel ha demostrado por lo menos que es capaz de dejar territorio y demoler asentamientos cuando está enfrentando a una contraparte estable que honra su compromiso de declinar las armas. La situación hubiera sido muy diferente si Arafat hubiera decidido seguir los pasos del ex presidente egipcio Anwar el-Sadat y comprar a los israelíes con sonrisas y con una gran dosis de buena voluntad. En lugar de tomar ese camino, Arafat ha optado para la estrategia de la lucha armada. Arafat fue el primero en romper la promesa dada en los acuerdos de Oslo aceca de su compromiso de que cada disputa sería tratada en la mesa de negociaciones. Desde fines de 1994 hasta hoy no ha habido calma real y sí actos de terrorismo y violencia contra Israel y dentro de Israel. Es un hecho innegable que el pueblo palestino está sufriendo; sin embargo, ese sufrimiento puede extenderse por el terrorismo que el propio Arafat está orquestando. En todo caso, las oleadas de terrorrismo y los disparos inacabables de morteros pueden ser considerados una declaración de guerra en Israel. Arafat puede expresar su dolor hasta ponerse azul; sin embargo, sus manos se empapan con sangre. El ha comenzado una campaña de incitación. El ha dado la luz verde, el permiso y el estímulo a las organizaciones extremistas y a sus miembros para participar en ataques terroristas y ha desplegado una simpática comprensión por sus acciones. Arafat ha llevado la disputa palestino-israelí al atajo que conduce al “Israel de Sharon” a planificar el derrumbamiento de la Autoridad Palestina o, alternativamente, a los ataques a las organizaciones terroristas en el mismo corazón de las áreas bajo la jurisdicción palestina. Este es el momento de la verdad para Arafat, en que puede ajustarse los cordones de sus botas y hacer las cosas que deben hacerse, porque si él no sigue ese curso de acción, Sharon podría decidir hacer esas cosas por sí mismo, y entonces pueda Dios tener misericordia por todos nosotros. Este no es, de ninguna manera, el camino para llegar a la paz. Ni tampoco la forma de conseguir un estado independiente.
La fuente: El autor es columnista de Haaretz (80.000 ejemplares, Tel-Aviv, Israel). Primer diario publicado en hebreo durante el mandato británico, en 1919, “El país” es el periódicoo de referencia de los políticos e intelectuales israelíes. Austero e independiente, su falta de complacencia le valió perder lectores, sobre todo en 1982, durante la guerra del Líbano, y en 1987, al comienzo de la primera Intifada. Siempre propiedad de la familia Schocken, que lo adquirió en 1935, Haaretz construyó su reputación con el análisis. A pesar de su costado voluntariamente “cuadrado”, el periódico se abrió a las nuevas tecnologías al proponer todos los martes un suplemento multimedia. Haaretz (www.haaretz.co.il) está en Internet desde fines de 1996. Se limita a reproducir los artículos aparecidos en su edición de papel, pero se distingue por la publicación periódica de varios de sus artículos traducidos en inglés, en colaboración con el International Herald Tribune. La versión inglesa es gratuita. El acceso a las páginas en hebreo es pago. El periódico tiene un sitio espejo en los Estados Unidos (www.haaretzdaily.com), lo que facilita el acceso a las páginas.