14.3 C
Buenos Aires
lunes, abril 29, 2024

El informe sobre Jenín que no podrá hacer la ONU

PolíticaEl informe sobre Jenín que no podrá hacer la ONU

El informe sobre Jenín que no podrá hacer la ONU

Del 3 al 11 de abril, el ejército israelí se enfrentó a los combatientes palestinos mezclados entre la población del campamento de refugiados de Jenín, cuyo acceso estuvo prohibido hasta el día 15. La ONU ha puesto fin a la comisión investigadora que iba a reflejar qué ocurrió en el campamento la primera quincena del mes pasado, pero el reportaje de un periodista del diario francés Libération nos aporta los datos que Naciones Unidas ya no podrá presentar. Según este artículo, las tropas israelíes no cometieron una matanza, pero sí protagonizaron actos aberrantes que causaron la muerte de numerosos civiles.

Por Christophe Ayad

JENIN. El Ejército israelí necesitó nueve días para tomar el campamento de refugiados de Jenín, de donde eran originarios 23 kamikazes que cometieron atentados suicidas en Israel desde el comienzo de la Intifada. Del 3 al 11 de abril, encarnizados combates enfrentaron a un ejército moderno con unos 200 combatientes armados con sus kalashnikov y mezclados entre la población civil.

El campo es una ciudad de 2,5 kilómetros cuadrados, donde viven 15.000 habitantes. Sus estrechas callejuelas, en las que los tanques no pueden maniobrar, se prestan especialmente al combate de infantería. «Fueron los combates más duros en los que hemos participado desde la guerra del Líbano», asegura el coronel Olivier Rafowicz, vocero del ejército israelí. El Tsahal desplegó en el campo más de mil hombres, reservistas, pero también tropas de elite equipadas con los más sofisticados medios de comunicación y de chalecos antibalas, apoyadas por tanques, helicópteros y aviones sin piloto.

Según el ejército, la operación habría permitido desmantelar una decena de talleres de fabricación de bombas y matar o detener a entre 10 y 20 kamikazes dispuestos a actuar y que ya habían grabado su testamento. Pero el precio es realmente exorbitante: un balance humano todavía provisional, cientos de casas destruidas y violaciones del derecho internacional que llevaron al Consejo de Seguridad de la ONU a votar a favor del envío de una comisión investigadora.

¿Cuántas víctimas hubo en Jenín?

No hubo masacre en el campo. El ejército no entró en él con la intención deliberada de matar al mayor número posible de palestinos, como hicieron las fuerzas libanesas en Sabra y Shatila, en septiembre de 1982, en El Líbano. Pero tampoco se anduvo con chiquitas y, en la batalla, perecieron también civiles. Hasta ahora, los palestinos han censado y enterrado 52 muertos.

En un primer momento, los responsables palestinos hablaron de 500 víctimas. Hoy, algunos avanzan la cifra de entre 200 y 300.Por parte israelí, los balances también variaron mucho. El general Ron Kitrey habló de «200 víctimas» el día 12 de abril. El ministro de Defensa, Benjamin Ben Eliezer, se refirió a «decenas» de muertos. El jefe de la diplomacia israelí, Shimon Peres, avanzó la cifra de 48 muertos y, de ellos, sólo tres civiles.

Preguntado por Libération, el vocero del ejército de Israel, Rafowicz, habla de «decenas de muertos, no de centenas» y, según él, «ningún cuerpo fue sacado fuera del campo, aunque tengamos el derecho de hacerlo». El doctor Mohamed Abu Ghali, director del hospital de Jenín, está firmemente convencido de que el balance de víctimas es mucho más elevado. «Durante los combates, recibimos muchas llamadas telefónicas advirtiéndonos de la existencia de heridos graves. Los cuerpos que pudimos recoger son muchos menos que las llamadas recibidas. Cuando pudimos entrar en el campo, a partir del 15 de abril, los cuerpos ya no se encontraban allí», explica el doctor.

Además, según el médico, un camión frigorífico efectuó varios viajes de ida y vuelta desde el comienzo de las operaciones, el 3 de abril, hasta el 16 de abril. Y deduce que el camión fue utilizado para sacar los cadáveres del campo. ¿El Tsahal transportó cuerpos de los palestinos de Jenín al cementerio militar del valle del Jordán, donde están enterrados los combatientes infiltrados desde El Líbano o Jordania? El ejército parece haber tenido la intención de hacerlo, dado que, el 14 de abril, la Corte Suprema de Israel, a la que acudieron las organizaciones de derechos humanos árabes e israelíes, le prohibió enterrar cuerpos en fosas comunes.

Por parte israelí, murieron 23 soldados, de ellos 13 en un solo ataque combinado (un kamikaze repleto de explosivos y francotiradores emboscados), el 9 de abril, al alba. También fueron heridos 70 militares israelíes.

¿Mató el ejército conscientemente a civiles?

Entre los 52 muertos censados por el hospital de Jenín, hay cuatro mujeres, tres menores y nueve hombres de más de 45 años, es decir, hombres poco susceptibles de poder hacer uso de un arma. Otros tres cuerpos todavía no fueron identificados. «Murieron muy pocos civiles. Los muertos son casi exclusivamente combatientes», afirma el coronel Rafowicz. Pero, a renglón seguido, cifra en una veintena los militantes de Hamas, de la Jihad Islámica y de Al Fatah muertos en Jenín, es decir, menos de la mitad de los muertos ya censados.

Según un comunicado del ejército israelí, «más del 90% de los civiles abandonó el campo antes del comienzo de los combates». El comunicado concluye, pues, que la proporción de civiles muertos es mínima. De hecho, el campo se fue vaciando a medida que iban avanzando las tropas israelíes. El ejército conminaba a los civiles a que abandonasen sus casas varias veces, pero éstos lo hacían con reticencia por varias razones. Primero, porque todos los hombres de entre 15 y 60 años eran sistemáticamente detenidos .Segundo, porque los habitantes del campo de Jenín son todos refugiados o descendientes de los habitantes de la región de Haifa, expulsados de sus casas durante la guerra de 1948. Para ellos, partir significaba perderlo todo otra vez. Y tercero, porque algunos no ocultan que ayudaron todo lo que pudieron a los combatientes.

Hay varios casos de civiles asesinados por las tropas israelíes, a pesar de que no representaban amenaza alguna. El 3 de abril, mataron a Mohamed Hawachin, de 13 años, cuando salía del campo, a pie, de la mano de su madre para ir al hospital. A Ali Nael, un funcionario de 56 años, lo mató un francotirador en el patio de su casa. Ali Yussef Fayed, de 79 años, está vivo, pero se encuentra en el hospital de Jenín con un agujero en la mano, ocasionado por una bala de un soldado emboscado a menos de tres metros, en el momento en que el anciano se dirigía hacia la escuela, a petición del ejército israelí. Según el vocero del mencionado ejército, «habríamos podido bombardear el campo con aviones, como hicieron los norteamericanos en Afganistán. Habríamos terminado en dos horas. Resulta que hemos hecho lo imposible para no tocar a los civiles y nos tratan como a criminales de guerra».

¿Efectuó el ejército ejecuciones sumarias?

Los habitantes del campo cuentan varios casos de ejecuciones sumarias. Nosotros no hemos podido encontrar a ningún testigo directo de ellas y da la sensación de que estas informaciones se basan en rumores. En cambio, varios cuerpos de combatientes presentaban una bala en la cabeza disparada de cerca, cuando ya estaban muertos o heridos. Es el caso de Abu Jandal, un policía de la Autoridad Palestina que coordinó la resistencia del campo. Es también el caso de Amjad Fayed, de 31 años, miembro de Hamas.

Los israelíes mataron al menos a dos civiles, tras haber sido detenidos. Se trata de Wadah Chalabi, de 35 años, y de su vecino, Abdel Karim Yussef Saadé, de 26. Detenidos el 6 de abril por la noche en compañía de Rathi Chalabi, de 60 años, padre de Wadah, los soldados los colocaron contra la pared en el patio interior de la casa de Rathi.

«Los soldados nos alinearon con la cara contra la pared y nos pidieron que levantásemos nuestra camisas para verificar que no llevábamos explosivos en la cintura», relata el anciano.

«Abdel Karim llevaba una faja ortopédica, porque tenía mal la espalda. Un soldado creyó que era una bomba y gritó: ‘¡Disparad, disparad!’. Y dispararon. Wadah y Abdel cayeron al suelo. Yo también me dejé caer y me hice el muerto. Estaba sobre mi hijo, bañado con su sangre. Comenzaron a discutir, porque se dieron cuenta de que no había amenaza alguna y que se habían dejado llevar por el pánico. Había uno que se llamaba Gaby y el otro David. Cuando se fueron, me arrastré hasta la puerta de mi casa», culmina Rathi.

¿Cuántas casas fueron destruidas?

El ejército israelí se felicita de haber destruido «sólo» 100 de las 1.000 casas del campo. Para probarlo difundió una vista aérea del campo en la que puede verse que la zona «arrasada» es muy limitada. «Entre el 25 y el 30% de los edificios del campo ha quedado inutilizable», objeta Charles Kapes, el responsable de la oficina local del Unrwa. A su juicio, «150 casas fueron totalmente destruidas, y entre 80 y 100 lo fueron parcialmente, aunque quedaron inutilizadas. Eso representa un total de 250 edificios, cada uno de los cuales albergaba al menos tres familias. Contando una media de seis personas por familia, se llega como mínimo a un total de 4.500 personas que se quedaron sin techo».

Parece que la destrucción de las casas, que comenzó el 6 de abril, cambió completamente de escala tras la muerte de 13 soldados, el 9 de abril. El ejército israelí quiso terminar rápidamente y sin más bajas. «Todas las casas estaban minadas. Y no queríamos, además, que pudiesen servir de refugio a francotiradores», dice Olivier Rafowicz. Los mandos del ejército estimaron que, tal y como la habían comenzado, la operación tendría un costo exorbitante, tanto más que los soldados sufrieron una decena de ataques kamikazes durante la primera semana de combates. «Hemos encontrado 3,5 toneladas de explosivos».

Incluso los cadáveres escondían bombas-trampa, asegura el ejército israelí. Además, está claro que las tropas quisieron castigar al campo por su encarnizada resistencia, sobre todo tras la muerte de los 13 militares. Los dirigentes israelíes también quisieron dar un escarmiento a los palestinos. En definitiva, parece que una destrucción tan masiva estuvo causada por una mezcla de pánico y de venganza. Y por último el ejército podría haber querido ocultar pistas y dificultar el hallazgo de los cuerpos con el fin de atenuar su impacto mediático.

¿El ejército israelí enterró a algunos palestinos vivos?

Está claro que sí, aunque todavía sea imposible precisar cuántos. Desde la retirada de las fuerzas israelíes, bajo los escombros se encontraron 16 cuerpos. Según fuentes concordantes, Jamal Fayed, un minusválido físico y mental de 37 años, murió enterrado bajo su casa destruida el 9 de abril a las 16. Su madre había vuelto a buscarlo, pero el conductor del bulldozer se negó a que los hombres la ayudasen a transportar a su hijo. Mientras ella suplicaba a un oficial, la máquina arrasó la casa con su hijo dentro.

Por parte israelí, Olivier Rafowicz asegura que «nadie fue enterrado vivo bajo los escombros de su casa. Antes de retirarnos, hicimos venir a la National Rescue Unit, una unidad especial encargada de la búsqueda de supervivientes tras los terremotos. Y allí no había supervivientes». El ejército dice que alertaba por los altavoces a la gente de las casas que iban a ser destruidas. Pero, en medio del ruido, la gente no oía casi nada. Además, a menudo, el ejército no se preocupaba en avisar por los altavoces. Según varios testimonios, el bulldozer daba un golpe y esperaba sólo un momento a que saliese la familia a toda prisa antes de demoler la casa. Según un comunicado oficial del ejército, «hace falta al menos media hora para destruir una casa, el tiempo suficiente para evacuarla».

¿Tuvieron acceso al campo los servicios de socorro?

«Pudimos trabajar con muchas dificultades los días 3 y 4 de abril. Después, no pudimos trabajar en absoluto hasta el día 15», afirma Khaldun Oweis, responsable de los voluntarios de la Media Luna Roja palestina para Cisjordania y Gaza. La vocera del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) encargada de hacer de enlace entre este organismo y el ejército, confirma que el acceso al campo estuvo prohibido del 5 al 15 de abril. Por su parte, Olivier Rafowicz se niega a entrar en polémica con La Media Luna Roja. «Es una organización que ha estado implicada en actividades terroristas. El segundo día de la operación de Jenín descubrimos a dos terroristas no heridos que intentaban abandonar el campo en una de sus ambulancias».

¿Se utilizaron civiles como ‘escudos humanos’?

Sí, los testimonios son numerosos y convergentes. El 7 de abril, Tareh Hussein Fayed pasó tres horas efectuando reconocimientos bajo la amenaza de los soldados. «Me dijeron que llamase a la puerta de varias casas, que subiese a los pisos y que abriese las ventanas. Tenían miedo de que hubiese trampas con bombas». Zaki Yussef Saleh Hindi asegura que su hermano Yehia fue obligado a circular delante de los soldados con una ametralladora M16 en su nuca. Interrogado sobre esto, el coronel Rafowicz estima que «fueron los palestinos los que utilizaron a sus hermanos como escudos humanos colocando bombas-trampa en sus casas y en sus barrios. El ejército israelí está lo suficientemente bien equipado para no tener que recurrir a estas prácticas. No somos cobardes».

La fuente: diario Libération (París, Francia). La versión en español fue publicada previamente por el diario español El Mundo (www.elmundo.es).

Más

Elecciones en Irán – Los hombres fieles del presidente, diezmados en dos años

La renuncia de uno de sus ministros más cercanos, el encarcelamiento de otro de los integrantes de su gabinete y el atentado que dejó inválido a uno de sus más fieles asesores, todo ello en menos de dos años, ha sido un golpe durísimo para el mandatario. Los sectores más conservadores de la clase política iraní han dado su mensaje con claridad: los aires de reforma tienen precio. Sin embargo, Khatamí parece dispuesto a volver a reunirse con estas tres piezas clave de su alianza.

Siria: la liberalización se enfrenta a la resistencia de la vieja guardia

El delicado equilibrio entre la vieja guardia y los defensores del cambio tiene muy pocas probabilidades de mantenerse durante mucho tiempo. Varios enfrentamientos recientes demuestran claramente que Siria se encuentra en una encrucijada, en un sitio que la coloca a punto de dar un gran salto hacia una mayor liberalización política y económica, o una caída hacia el control autoritario, con consecuencias que podrían restructurar el equilibrio de poder en la región. La disputa política sucede en un contexto crítico, particularmente en el terreno económico. La inversión extranjera es escasa, la industria y la banca son débiles, el ingreso medio del ciudadano sirio se ha mantenido igual o ha declinado a lo largo de los últimos 20 años y un gran número de profesionales están emigrando a Occidente. Escribe Charles A. Radin, de The Boston Globe.

Acusan a la CNN de censurar una entrevista con Khadafy

Según el gobierno libio, la poderosa cadena televisiva norteamericana había acordado una entrevista con Muammar Khadafy, en la que se comprometían a difundir los aspectos más sustanciales del encuentro en un programa y la entrevista completa en otro. Ahora, Trípoli denuncia que el canal difundió un fragmento en el que omitió pasajes importantes de la larga entrevista y que la versión completa nunca vio la luz.

Tomando el té con un talibán

Ni detenidos, ni exiliados ni escondidos. En su antiguo bastión de Kandahar, los talibanes están por todos lados. A pesar de que miles de combatientes cambiaron de jefe ni bien se anunció la derrota, todavía algunos creen que estaban mejor con el antiguo régimen de los estudiantes coránicos y que la guerra santa se retomará, tarde o temprano. Es difícil imaginar que esta ciudad de 250.000 habitantes, segunda en importancia en Afganistán, haya sido el epicentro de una crisis mundial. En realidad, el mundo les podría haber hecho poco caso a los talibanes si ellos no le hubieran dado asilo a Osama ben Laden y a otros integrantes de la red Al-Qaeda. Luc Chartrand nos cuenta cómo se vive hoy en lo que fue el bastión del mullah Omar.

I was a human shield

I was a human shield...

La Casa Blanca estimula el terrorismo en Irán

La organización insurgente MEK, anteriormente protegida de Saddam Hussein, y considerada por Estados Unidos como grupo terrorista, ahora cuenta con el aval norteamericano para desestabilizar desde Irak al gobierno de Teherán. Human Rigths Watch la acusa de graves violaciones de los derechos humanos. Escribe Jim Lobe.