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miércoles, mayo 8, 2024

Siria: la liberalización se enfrenta a la resistencia de la vieja guardia

PolíticaSiria: la liberalización se enfrenta a la resistencia de la vieja guardia

Siria: la liberalización se enfrenta a la resistencia de la vieja guardia

DATOS DEL PAIS

El delicado equilibrio entre la vieja guardia y los defensores del cambio tiene muy pocas probabilidades de mantenerse durante mucho tiempo. Varios enfrentamientos recientes demuestran claramente que Siria se encuentra en una encrucijada, en un sitio que la coloca a punto de dar un gran salto hacia una mayor liberalización política y económica, o una caída hacia el control autoritario, con consecuencias que podrían restructurar el equilibrio de poder en la región. La disputa política sucede en un contexto crítico, particularmente en el terreno económico. La inversión extranjera es escasa, la industria y la banca son débiles, el ingreso medio del ciudadano sirio se ha mantenido igual o ha declinado a lo largo de los últimos 20 años y un gran número de profesionales están emigrando a Occidente.

Por Charles A. Radin

DAMASCO.- El esfuerzo iniciado hace un año por el presidente Bashar al-Assad para abrir a Siria al mundo exterior ha perdido velocidad hasta casi detenerse, entre una enconada lucha que enfrenta a altos funcionarios que apoyan las metas del joven líder y aquéllos que desean mantener el tipo de gobierno de puño de hierro que fue característico de su padre, dicen tanto partidarios como críticos de su gobierno.

Pocos de los numerosos decretos que Al-Asaad emitió durante sus primeros meses en el poder han tenido algún efecto práctico, un hecho que los sirios de todos los niveles de la sociedad atribuyen a los obstáculos colocados por los miembros del altamente centralizado y autoritario régimen del difunto Hafez al-Assad.

Lo que ha cambiado, sin embargo, es que la gente de la calle, en la política, en los medios de comunicación y en el sector privado se han mostrado ahora radicalmente más dispuestos a hablar libremente de sus problemas y a expresar sus opiniones, incluso cuando eso significa revelar sus quejas contra el régimen.

El resultado ha sido un delicado equilibrio entre la vieja guardia y los defensores del cambio, un equilibrio que tiene muy pocas probabilidades de mantenerse durante mucho tiempo. Varios enfrentamientos recientes demuestran claramente que Siria se encuentra en una encrucijada, en un punto que la coloca a punto de un gran salto hacia una mayor liberalización política y económica, o una caída hacia el control autoritario, con consecuencias que podrían restructurar el equilibrio de poder en la región.

– En julio, Addomari, la primera publicación que expuso y comentó abiertamente acerca de la corrupción política, fue obligada a recortar de su siguiente edición varios artículos que criticaban al primer ministro. El director rehusó sustituir lo censurado con otros artículos, y en lugar de ello publicó páginas que estaban en blanco, salvo por un cartón en cada una de ellas que dejaba perfectamente en claro lo que había ocurrido. Desde que esto generó un escándalo de proporciones nunca previstas, los artículos que critican a otros altos funcionarios importantes han sido publicados sin ninguna interferencia. Un nuevo artículo que critica al primer ministro está en preparación.

-A mediados de agosto, Mamoun Hamsi, miembro del Parlamento, se declaró en huelga de hambre para protestar por la lentitud de las reformas y publicó un panfleto en el que detallaba sus quejas, lo cual fue una acción inimaginable bajo el régimen de Hafez al-Assad. Hamsi fue arrestado, pero después su caso fue desplazado de las draconianas cortes políticas a una corte civil normal, donde ahora está pendiente.

– Salones de reunión de abogados, profesionales e intelectuales brotaron como hongos después de la lluvia el pasado otoño, hasta que el gobierno exigió que se le informara de los nombres de los oradores y participantes, y proporcionaran copias de las declaraciones de los oradores. Todos, salvo uno de los cerca de cien salones, cesaron sus reuniones esta primavera antes que cumplir con estos requisitos, pero el único salón que Al-Assad permitió operar sin esas condiciones rehusó hacerlo, y en lugar de eso ayudó a los otros, la mayoría de los cuales están volviendo a operar.

Esperanzas de una apertura, frenadas por la vieja guardia

“Bashar Al-Assad dio ciertas esperanzas de que Siria iba a ver un nuevo régimen, uno en el que habría libertad de establecer organizaciones sociales y partidos, con libertad de expresión y prensa, y en el que se implantarían varias reformas”, dice Aref Davila, líder del movimiento de la sociedad civil y ex profesor decano de Economía en la Universidad de Damasco. “Pero después de algunos meses, la vieja guardia, la gente que se ha beneficiado de sus puestos y autoridad, regresó las cosas a su situación previa.

“Esa gente es la responsable por llevar a Siria a su situación actual, y no pueden diseñar reformas buenas. No se atreven a cambiar las cosas”, dice Dalila, quien fue despedido por la universidad hace tres años por criticar al gobierno. Bashar al-Assad le ofreció reinstalarlo, pero él rehusó la oferta hasta que fueran retiradas las acusaciones. Eso, sin embargo, fue bloqueado por el gabinete.

Después de 30 años bajo Hafez al-Assad, la situación de Siria sólo pude calificarse de crítica, particularmente en el terreno económico. La inversión extranjera es escasa, la industria y la banca están débiles, el ingreso del sirio promedio se ha mantenido igual o ha declinado a lo largo de los últimos 20 años, y un gran número de médicos, ingenieros y científicos están emigrando a Occidente.

“La gente fue excesivamente optimista”, dice Nabil Sukkar, ex economista del Banco Mundial que ahora es director de la Oficina Siria para Asesoría en el Desarrollo y la Inversión, un centro de análisis estrechamente vinculado con el gobierno. “Ahora el pueblo está viendo todo en forma más realista. Hay un establecimiento, hay intereses arraigados y es necesario primero superarlos”.

El libre comercio, una necesidad

Dijo que Siria, a diferencia de Egipto, nunca ha adoptado el sistema de libre comercio como meta de política. La apertura de Siria ha sido motivada -dijo- por la necesidad, y no por la filosofía, y hasta ahora, Siria todavía se muestra vacilante.

Los funcionarios gubernamentales no se mostraron dispuestos a hablar libremente acerca de los asuntos de mayor importancia en la actualidad o de sus luchas internas. Informalmente, sin embargo, muchos de ellos dijeron que esperan que Al-Assad restructure el gabinete en el curso de uno o dos meses, e instale a ministros más dispuestos a apoyar el programa de cambios.

Otros dicen que Al-Assad enfrenta un grave dilema, al estar en peligro de perder el apoyo del círculo interno de su padre, que lo puso en el poder, si presiona demasiado vigorosamente para el cambio; al mismo tiempo, corre el riesgo de perder el enorme apoyo popular para él y sus políticas si no actúa con rapidez.

Muchos dicen no estar insatisfechos con el vacilante ritmo de cambio, que podría definirse de dos pasos para adelante y un paso para atrás; algunos incluso acogen de buena gana el razonamiento de los miembros de la cúpula gobernante, quienes argumentan que el “modelo chino” de reforma es preferible al modelo ruso.

Muchos prefieren el “modelo chino”

“Modelo chino” es una frase en clave para designar una política de apertura económica cautelosa, alentando muy gradualmente una nueva vida en la sociedad civil, pero postergando las reformas políticas serias en forma indefinida. No obstante, una amplia gama de sirios conocedores de la situación opina que eso no va a funcionar.

“La sociedad civil y la sociedad política y militar no son entes separados. Son sólo uno”, dice Firas Tlas, presidente del Grupo económico MAS, compañía diversificada de productos alimenticios, e hijo del ministro de Defensa, Mustafá Tlas. “No se puede decir que se va a modificar una de ellas y no las otras”.

En el extremo opuesto del espectro político, Riad Sayf, líder de los disidentes en el Parlamento, dice que las fuerzas del antiguo régimen “desean optar por el modelo chino porque perder su monopolio sobre el control político significaría perder su monopolio sobre la economía”.

Para que Siria pueda atraer las inversiones internacionales que necesita -argumenta- debe haber cortes verdaderamente independientes y operaciones gubernamentales transparentes.

Otros críticos severos del prolongado aislamiento internacional de Siria y de su represión interna dicen no estar seguros de que eso sea cierto. “Después de 30 años de congelamiento, va a haber algunos problemas con un experimento como éste”, dice Ali Ferzal, propietario y caricaturista principal del semanario Addomary, de enorme popularidad pese a sus seis meses de existencia. “Al-Assad no es un superhombre, pero él y la gente que lo rodea tienen un plan” para colocar cada vez más a gente de criterio abierto en puestos de responsabilidad. “Sé esto personalmente”, dice el Ferzal, hombre de larga barba y fumador de habanos cuyas exhibiciones fueron visitadas por Al-Assad antes de que fuera presidente.

“Al-Assad se ha estado entrevistando con artistas, científicos y gente experta en economía y tecnología”. Incluso algunos de los más severos líderes de oposición con algunas señales buenas. Habib Issa, el abogado que encabeza el equipo de defensores legales de Mamoun Hamsi, dijo en una entrevista que, en el pasado, los casos de declaraciones políticas “siempre eran tratados directamente por las fuerzas de seguridad, o por una corte política”. La trasferencia del caso de Hamsi a una corte regular “es positiva -añade-, especialmente si se considera que ésta es la primera vez en la historia siria en que alguien deliberadamente ha buscado un enfrentamiento con el Estado”.

Las manos limpias del presidente

Haitham Maleh, destacado activista de los derechos humanos que estuvo en la cárcel durante ocho años, dice que “si bien Siria todavía es una dictadura fascista, las manos del presidente están limpias. No quiero decir que es mejor, pero es menos malo. Estamos en condiciones relajadas de política”.

Todo parece indicar, sin embargo, que el joven Al-Assad no se apartará radicalmente de la ruta de su padre, particularmente en lo que se refiere a asuntos exteriores. No ha mostrado señal alguna de que Siria aflojará su dominio sobre el vecino Líbano, ni esté tratando de atenuar el enfrentamiento con Israel, cuyo sionismo él ha calificado como peor que el nazismo y lo ha comparado con el racismo. Tampoco ha descartado el culto a la personalidad que caracterizó al régimen de su padre. El retrato de Bashar Al-Assad es menos ubicuo en Siria que el de su padre cuando éste estaba en vida, pero en términos generales ha dejado de mezclarse casualmente con el pueblo, como lo hacía frecuentemente en los primeros meses de su régimen.

Y si bien la conversación política es, en general, mucho más libre en estos días, la gente aún baja la voz hasta un susurro cuando dicen “Bashar al-Assad” o “Hafez al-Assad”. Todo el mundo sabe, como dicen los activistas políticos y los conductores de taxis, que “no se debe tentar a la suerte”.

“Todavía hay temor, por supuesto”, dice Houssan, vendedor de artesanías. “Las cosas son mejores ahora, por supuesto… pero todavía hay gente que dice: ‘Córtame la cabeza si lo quieres, pero no hablemos de política’. Esta es Siria, no Estados Unidos”.

La fuente: El autor es periodista de The Boston Globe.

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