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lunes, mayo 20, 2024

Diez años después de la intervención norteamericana, Somalia sigue siendo un país devastado

PolíticaDiez años después de la intervención norteamericana, Somalia sigue siendo un país devastado

Diez años después de la intervención norteamericana, Somalia sigue siendo un país devastado

La guerra civil, que comenzó el 30 diciembre de 1990 con el derrocamiento del régimen comunista de Siad Barre, ha provocado que el 77 por ciento de la población no tenga acceso a agua potable, que dos millones de personas se hayan visto desplazadas a causa de la guerra civil y que los índices de mortalidad infantil ocupen el décimo lugar en el mundo y los de mortalidad materna el tercero. Asimismo, unas 500.000 personas se ven actualmente amenazadas por una grave escasez de alimentos y la esperanza de vida entre los varones somalíes se ha reducido a 44 años frente a 47 en la mujer.

MOGADISCIO (Europa Press).- La guerra civil en Somalia, que dura ya doce años y se ha cobrado la vida de decenas de miles de personas, ha hecho caer en el olvido a este país devastado, en el que no se respetan los derechos humanos más básicos y en el que un 72 por ciento de la población no tiene asistencia sanitaria de ningún tipo. Médicos sin Fronteras (MSF), con motivo del décimo aniversario de la intervención norteamericana en el país, la ‘Operación Devolver la Esperanza’, lanzó la campaña ‘La realidad de la vida en Somalia’, para recordar las urgentes necesidades humanitarias del país y exhortar a la comunidad internacional a hacer lo posible para poner fin al conflicto.

La guerra civil, que comenzó el 30 diciembre de 1990 con el derrocamiento del régimen comunista de Siad Barre, ha provocado que el 77 por ciento de la población no tenga acceso a agua potable, que dos millones de personas se hayan visto desplazadas a causa de la guerra civil y que los índices de mortalidad infantil ocupen el décimo lugar en el mundo y los de mortalidad materna el tercero. Asimismo, unas 500.000 personas se ven actualmente amenazadas por una grave escasez de alimentos y la esperanza de vida entre los varones somalíes se ha reducido a 44 años frente a 47 en la mujer.

Las consecuencias para la salud pública de todo esto hacen que, entre la población somalí, haya gran riesgo de desnutrición, una elevada incidencia entre la población de traumas físicos y psicológicos debidos a la guerra, así como una alta incidencia de enfermedades como tuberculosis -se trata del país con la tasa de infección de esta enfermedad más alta del mundo-, cólera, Sida o Kala Azar -enfermedad parasitaria cuya incidencia ha aumentado mucho desde que comenzó la guerra civil y que supone muchas muertes al año-. Chris Daley, logista de la ONG en Galkaayo afirmó: “La palabra que utilizaría para describir Somalia es ‘brutal’. Desde que nacen hasta su muerte, cada momento de la vida de los somalíes está marcado por la brutalidad. Me atrevería a decir que la vida aquí tiene muy bajo precio. Resulta muy fácil perderla.”

Médicos sin Fronteras (MSF) trabaja en Somalia desde 1986 y estuvo presente cuando se produjeron los incidentes que dieron a Somalia la popularidad que todavía hoy conserva, y que aparecieron reflejados en parte en el film de Ridley Scott ‘Blackhawk Derribado’.

Fracaso humanitario

La UNITAF, más conocida como ‘Operación Devolver la Esperanza’, llegó a Mogadiscio el 9 de diciembre de 1992 para proporcionar protección a los convoyes humanitarios que tenían como objetivo aliviar la hambruna que asolaba Somalia por aquel entonces, pero pronto estas tropas se vieron atrapadas en la guerra civil y finalmente tuvieron que retirarse del país en 1995 sin haber cumplido con sus objetivos.

Desde entonces, según MSF, la comunidad internacional se ha mostrado muy cautelosa con respecto a Somalia, a menudo considerada como un caso sin remedio. La guerra civil, que se desencadenó el 30 de diciembre de 1990, todavía hoy causa estragos. Además, los ataques del 11 de septiembre de 2001 han proyectado una sombra de sospecha sobre Somalia como base potencial de miembros de Al Qaeda. Sin embargo, el informe de MSF describe cómo el somalí común y corriente aún sufre a causa de la beligerancia entre las facciones enfrentadas y del temor de Occidente a volver a quedar atrapado en la telaraña somalí, miedo conocido como “el síndrome de Vietmalia”, que ha provocado que el cuerpo de ONGs en el país se haya reducido considerablemente.

Según MSF, frente a las 200 organizaciones de ayuda internacionales presentes en el país en 1992, actualmente sólo quedan 61, y sólo unas pocas trabajan en las zonas más inseguras y aisladas, donde el trabajo se ve dificultado por el conflicto.

Falta de financiación

Mientras tanto, la financiación de los programas de ayuda se ha reducido de 1.600 millones de dólares para la Segunda Operación de Naciones Unidas en Somalia (UNOSOM II), que estuvo en marcha entre 1993 y 1995, a apenas 115 millones de dólares en 2001 para la ONU y las ONGs -fondos que en gran parte van destinados a las zonas más seguras al norte del país-.

MSF asegura en este informe que sigue trabajando en Somalia, intentando minimizar las consecuencias de la guerra, y con motivo de la presentación del mismo realiza un llamamiento a “aquellos con la voluntad y el poder político para cambiar el status quo” para que se ocupen de “resolver las causas estructurales de este conflicto”.

La ONG también pidió a todas las facciones enfrentadas “que respeten los principios del Derecho Internacional Humanitario (DIH), que establece la protección de la población civil en una situación de guerra, así como medidas de protección para aquellos grupos más vulnerables (mujeres, niños, enfermos y heridos) y provisiones concretas que exigen el respeto de las actividades humanitarias”. Por otro lado, los países vecinos de Somalia “continúan dando apoyo al enemigo de su enemigo dentro del país”, según MSF, reforzando así a las facciones constituidas en clanes y “avivando aún más el conflicto”.

Asimismo, la ONG denuncia que las armas siguen cruzando las fronteras del país, “ridiculizando el embargo de armas de la ONU de enero de 1992”, que ha sido renovado en varias ocasiones, la última en 2002.

MSF señaló que, con este informe, basado en su actividad en el país desde 1986, su objetivo no es tanto encontrar una solución a este conflicto como “hacer recordar a la comunidad internacional acerca de la suerte del pueblo somalí, que necesita no ingerencia sino ayuda”.

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