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martes, mayo 14, 2024

La ocupación, hasta la cocina

PolíticaLa ocupación, hasta la cocina

La ocupación, hasta la cocina

El ejército israelí ocupó el 13 de diciembre, durante 30 horas, la casa en Ramallah (Cisjordania) de Marwan Barghouti, uno de los líderes de Al-Fatah y considerado habitualmente por los medios de comunicación internacionales como dirigente de la Intifada. La periodista israelí Amira Hass entrevistó durante la ocupación de su hogar a la mujer de Barghouti, Fadwa, de profesión abogada. Desde hacia un año, Barghouti no vivía en su casa.

Por Amira Hass

Barghouti.

A-Tirah es, en palabras burlonas de uno de sus habitantes, un barrio habitado por puppies (literalmente, “cachorritos”); es decir, yuppies palestinos. El sudoeste de Ramallah, gracias a su alta concentración de académicos, profesores de la Universidad de Bir Zeit, periodistas de renombre, médicos, abogados, etc., ha prosperado en los últimos años y presume de sus numerosas zonas residenciales y villas, bloques de departamentos de planta baja y proyectos arquitectónicos de estilo y calidad.

En esa misma zona hay también unos cuantos edificios que no parecen haber sido diseñados para ningún puppie. Es allí, en el segundo piso de uno de esos bloques y en un departamento no demasiado espacioso, donde vive Marwan Barghouthi (líder de Al-Fatah, el partido de Arafat, en Cisjordania) con su familia.

En la mañana del jueves (13 de diciembre), pocas horas después de la emboscada contra un autobús que se dirigía hacia el asentamiento cisjordano de Emmanuel, el ejército israelí ocupó parte de A-Tirah. Entre las seis y las siete de la mañana, se impuso un toque de queda que solamente quedó en suspenso hacia las diez, cuando los soldados israelíes comenzaron a tomar posiciones dentro de las residencias privadas del barrio.

A mediodía, llamaron a la puerta de los Barghouthi. Hace un año que Marwan Barghouti no vive en este departamento como medida de precaución; el jueves tampoco se encontraba allí, a pesar de que apenas quedaban unos días para la fiesta de Id el-Fitr que festeja el fin del mes de Ramadán. Su esposa Fadwa abrió la puerta y se encontró con un “batallón” de soldados en el umbral. “¿De quién es esta casa?”, le preguntaron. “De Marwan Barghouti”, respondió, recibiendo un significativo “¡Ajá!” como contestación.

“Cerca de 30 o 40 soldados entraron en el departamento”, declaró Fadwa en una entrevista concedida el viernes. “Algunos de ellos tenían cámaras fotográficas y cámaras de video con las que fotografiaron todo, todas las habitaciones, desde todos los ángulos posibles. Los niños empezaron a llorar, quizás porque nunca habían visto tantos soldados y armas juntos de una sola vez. Los soldados no nos pidieron ningún tipo de identificación. Fuimos informados de que se nos permitía permanecer en una de las tres habitaciones, mientras ellos ocuparían el resto porque “tenemos que quedarnos con vosotros unos días; es una decisión militar”.

Casa ocupada

Según Fadwa Barghouti, de profesión abogada, los soldados no le mostraron ninguna orden de ocupación, pero aún así se plantaron en el salón, en las escaleras, la cocina y el balcón. Trajeron sacos de arena y los pusieron en el balcón, e incluso desplegaron una bandera israelí.

“Esta es vuestra casa, y esta, la nuestra”, dijeron los soldados al tiempo que explicaban a la propietaria la división del hogar. “¿Han pagado ya el alquiler para poder dividir mi casa?”, preguntó Barghouti sin esperar respuesta.

Fuentes militares aseguraron que en ningún momento tuvieron la intención de detener a Marwan Barghouti, y que las razones para ocupar la casa eran puramente operativas. El vocero del ejército afirmó que los residentes tenían derecho a permanecer en el hogar, o marcharse si lo deseaban.

“Primero nos obligaron a quedarnos en una sola habitación”, explicaba Fadwa. “A mí, a los cuatro niños, a Ranny (la niñera), a mi hermano y a mi cuñada”. Después, los niños recibieron permiso para entrar en sus habitaciones. Al principio, no podían hacer nada: no os acerquéis a la ventana, no la abráis, no os mováis. Después permitieron a los niños sentarse en el hall que separa las habitaciones del resto del departamento para ver la televisión, para ayudarles a pasar el rato y que no tuvieran tanto miedo, pero con el volumen bajo para no molestar a los soldados que estaban durmiendo ni a los que estaban en el salón.

Ninguno de los soldados durmió en el sofá, según Fadwa. Sólo durmieron en sacos de dormir, sobre la alfombra. Colocaron un enorme rifle de francotirador en el salón, cerca de la puerta que da al balcón. Cuando se acercó la hora de la comida que marca la ruptura del ayuno diario, los soldados prohibieron a la familia entrar en la cocina para comer juntos. Sí permitieron a la niñera preparar la comida y que cada niño fuera entrando por turnos en la cocina para comer, antes de volver a su habitación y dejar sitio para el siguiente niño.

Mientras tanto, los periodistas se habían ido apiñando en el exterior. Los soldados apostados a la entrada de la casa no permitían la entrada a ningún reportero para ver lo que estaba ocurriendo. Cuando el número de camarógrafos presentes se multiplicó, uno de los soldados retiró la bandera israelí. El jueves, los soldados prohibieron las visitas de los familiares. El viernes, permitieron a los niños del barrio venir a jugar con sus amigos, encarcelados dentro de su propio departamento.

Cerca de 15 soldados permanecieron dentro del departamento, según las estimaciones de Barghouti. Tres o cuatro vigilaban, mientras el resto dormía a pierna suelta. “Claro que estaban cómodos -decía Barghouti-, en lugar de tener que dormir en tiendas ahí fuera, ya tienen un departamento bien cómodo en el que dormir. Nosotros, por el contrario, no pudimos pegar ojo en toda la noche. Sin embargo, nuestra experiencia no es más que una pequeña parte de todo lo que está ocurriendo. La cuestión no es que no haya comida, o que estemos incómodos. Este es un ejemplo más de que el ejército puede entrar en cualquier hogar palestino cuando le venga en gana y actuar como si fuera suyo. Nuestro derecho a la propiedad no está reconocido bajo la ocupación”.

El viernes por la mañana, el ejército permitió a Fadwa Barghouti salir de su departamento para ser entrevistada por Ha’aretz. No se nos permitió visitar la vivienda. Barghouti recibió la promesa de que se le permitiría volver a su hogar, confirmando así su versión de los hechos según la cual después de que el ejército ocupara la vivienda los miembros de la familia tenían prohibido abandonar el departamento en caso de que tuvieran intenciones de volver. Un soldado declaró a Ha’aretz: “Les hemos dado permiso para que dejen el departamento”; “pero no para que volvamos”, añadió Barghouti, completando la frase del soldado.

Para Fadwa Barghouti, esta entrevista era la primera ocasión que tenía de estirar un poco las piernas fuera de su hogar. Se sentó en una roca, frente a los soldados. “Incluso si detuvieran a Marwan, o lo asesinaran, ¿qué conseguirían? ¿Qué han conseguido con todos los asesinatos y los bombardeos? Solamente, más violencia”.

Barghouti señala hacia los soldados que vigilan su hogar y formula una pregunta retórica: “¿Por qué creen que Barghouti se ha convertido en lo que ellos llaman ‘el líder de la Intifada’ después de varios años de haber intentado convencer a su pueblo de que Oslo era el único camino hacia la independencia y el Estado? Porque lo han dejado sin nada con lo que convencerlos, ni siquiera con lo que convencerse a sí mismo, con todos estos asentamientos, con la división del territorio en áreas A, B, y C, con retiradas que nunca llegaron y con un ejército que sigue por todas partes”.

“Marwan fue elegido, no fue colocado en su puesto a dedo, pero incluso si él le dijera a la gente que lo eligió que abandonaran la lucha, no le escucharían. Solamente lo harían si él les puede prometer que conseguirán algo a cambio: un plan para una retirada total hasta las fronteras de 1967”.

En el transcurso de la conversación, un comandante del ejército se acerca para comprobar que todo “marcha bien”. Respondiendo a la pregunta sobre la lógica que tiene establecer un puesto militar en el segundo piso de un edificio de cinco plantas, el comandante respondió que no tenía permiso para conceder entrevistas. Y que el departamento no podía ser visitado porque esas eran las órdenes. Pero media hora después, ahí viene el subcomandante y anuncia que sí, que ahora ya se puede visitar el departamento acompañado de los soldados. Y sólo durante 10 minutos.

A Barghouti le esperaba una sorpresa dentro del departamento: mientras ella era entrevistada en la entrada, su familia había recibido permiso para entrar en el salón y ver la tele. Uno de los soldados estaba sentado en una silla al lado de los niños. Los sacos de arena habían desaparecido del salón y estaban ahora en el balcón. También había desaparecido el rifle de francotirador, que había ido a parar al oscuro comedor en el que se almacenaban las armas y el equipamiento militar. El subcomandante subrayó que era la primera vez que visitaba el puesto y que no era seguro tener un rifle de francotirador en una habitación con niños.

A las cinco de la tarde del viernes, 29 horas después de que el departamento de los Barghouti fuera invadido, el ejército israelí recogió los bártulos y se marchó a otro edificio. Fuentes militares aseguraron que responsables del ejército se habían reunido con Barghouti para aclarar que la vivienda no había sufrido ningún daño, y que ningún objeto había desaparecido.

La fuente: Amira Hass es una conocida periodista israelí. Su artículo fue publicado en Haaretz (80.000 ejemplares, Tel-Aviv, Israel). Primer diario publicado en hebreo durante el mandato británico, en 1919, “El país” es el periódicoo de referencia de los políticos e intelectuales israelíes. Austero e independiente, su falta de complacencia le valió perder lectores, sobre todo en 1982, durante la guerra del Líbano, y en 1987, al comienzo de la primera Intifada. Siempre propiedad de la familia Schocken, que lo adquirió en 1935, Haaretz construyó su reputación con el análisis. A pesar de su costado voluntariamente “cuadrado”, el periódico se abrió a las nuevas tecnologías al proponer todos los martes un suplemento multimedia. Haaretz está en Internet desde fines de 1996 (www.haaretz.co.il). Se limita a reproducir los artículos aparecidos en su edición de papel, pero se distingue por la publicación periódica de varios de sus artículos traducidos en inglés, en colaboración con el International Herald Tribune. La versión inglesa es gratuita. El acceso a las páginas en hebreo es pago. El periódico tiene un sitio espejo en los Estados Unidos (www.haaretzdaily.com), lo que facilita el acceso a las páginas.

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