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domingo, mayo 19, 2024

El caso Sgrena: Estados Unidos no quiere indiscretos en Irak

Opinion/IdeasEl caso Sgrena: Estados Unidos no quiere indiscretos en Irak

El caso Sgrena: Estados Unidos no quiere indiscretos en Irak

Según el autor, un médico belga con actuación en Irak, el ataque norteamericano a la periodista italiana Giuliana Sgrena no es más que el último de una serie de incidentes que busca amedrentar a la prensa para que calle las atrocidades que cometen a diario las tropas ocupantes.

Por Geert Van Moorter

La periodista italiana fue blanco de los soldados norteamericanos el 4 de marzo, día de su liberación en Bagdad. En una reacción Sgrena dijo que poco antes sus secuestradores le habían advertido: “Todavía pueden intervenir los norteamericanos. No quieren que vuelvas”. Según su compañero, el ataque fue deliberado porque Sgrena sabía demasiado.

Esto me recuerda el disparo contra el Hotel Palestina, el 8 de abril, que mató a dos periodistas. Yo estaba entonces en Irak con Médecine pour le Tiers Monde. En el momento de los hechos estaba dos pisos más abajo y ayudé en el rescate. A modo de excusa el ejército norteamericano dijo que había habido disparos contra sus hombres desde el hotel. Pero nadie oyó allí tiros. Más tarde un soldado estadounidense me explicó lleno de orgullo que desde su blindado podía ver claramente una cabeza a 200 metros. Así pues, el soldado que disparó desde su tanque contra el hotel Palestina pudo distinguir claramente a los periodistas y a su cámara. Pero el informe secreto del ejército dice que sus tropas no cometieron falta alguna.

Ese mismo día la oficina de Al Jazira fue víctima de un ataque aéreo. Un periodista muerto. Paul Pascual, de Reuters, me confirmó que el ejército norteamericano sabía dónde estaba instalada Al Jazira: a pedido de la propia cadena televisiva él había transmitido al Pentágono las coordenadas de la oficina para que no le dispararan.

En marzo de 2004 unos periodistas de otra cadena árabe, Al Arabiya, fueron abatidos con una bala en la cabeza cuando se daban la vuelta en un control norteamericano ante el que se habían identificado.

En agosto de 2004 el gobierno iraquí instalado por Estados Unidos cerró las oficinas de Al Jazira durante un mes después de que el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, los acusara de antinorteamericanos.

Eason Jordan, director de la información en la CNN, declaró en enero de 2005 durante el Foro económico de Davos que muchos periodistas en Irak habían sido objetivo de los norteamericanos. Poco después dimitió como consecuencia de las presiones. Dijo que había comprendido mal.

La Federación Internacional de Periodistas (FIJ, en sus siglas en francés) acusa a Estados Unidos de querer controlar e intimidar a los medios en Irak. Según la FIJ, no ha habido ninguna explicación ni investigación seria sobre las muertes de 13 periodistas matados por las tropas norteamericanas en Irak.

¿Son todos ellos errores? ¿Qué tiene que ocultar Estados Unidos?

Estados Unidos se ven confrontado en Irak a una resistencia creciente. Una resistencia a la que trata de quebrar por medio de la guerra sucia. “Elimina a los terroristas” en ciudades y pueblos enteros. He podido ver los resultados de esto en los hospitales: muchos civiles heridos y muertos por las bombas (esto es, bombas de fragmentación), abatidos en los controles, durante los registros a domicilio, en la calle. He podido constatar que el ejército norteamericano es él mismo un factor de inseguridad. Sus soldados disparan contra todo aquello que les parece sospechoso. Incluso contra las ambulancias, a pesar de la prohibición de la Convención de Ginebra. Un soldado al que le pregunté al respecto me respondió: “Esta ambulancia podía haber estado llena de explosivos”. Saben que pueden actuar impúnemente. Además, el propio Bush dio ejemplo de ello cuando lanzó su ataque preventivo contra Irak.

En agosto de 2003 pregunté a un policía militar qué harían si vieran a sospechosos que huyendo. Me respondió: “Se les liquida”. Cuando un soldado norteamericano mataba a un iraquí ni siquiera tenía que hacer un informe verbal. Y si había que hacer un informe, “se adapta la historia diciendo que el tipo se había escapado a los tiros”.

Y en noviembre de 2004, durante el asalto a Fallujah, vimos en televisión a una soldado norteamericana rematando a un herido en una mezquita. La soldado no veía nada malo en ello. Este tipo de actitud no es rara en el Irak ocupado. Pero las imágenes han dado la vuelta al mundo y, por lo tanto, esta soldado ha tenido que dar cuenta. A finales de febrero el ejército norteamericano la libró de toda diligencia judicial.

Las acciones de las tropas norteamericanas y británicas matan a muchos más civiles que los atentados suicidas. Seamos claros, nadie puede aprobar los ataques contra civiles inocentes, ni los del ejército norteamericano ni los de algunos grupos que no tiene nada que ver con una resistencia legítima. Según la prestigiosa revista médica The Lancet (29/10/04), al menos otros 100.000 iraquíes han muerto a consecuencia de la guerra. La mitad de ellos de muerte violenta, el 84% de ellos a consecuencia de los ejércitos norteamericano y británico (4% de la resistencia). Estados Unidos quiere ocultar su guerra sucia. Durante el asedio de Fallujah el hospital de la ciudad fue ocupado de tal manera que lo que relataban los médicos o las imágenes de las víctimas no pudo llegar al mundo. Así pues lo que aparece hoy en primera página son los atentados suicidas.

En Irak hoy reina el caos total. Con unos colegas iraquíes hemos hecho una encuesta sobre la sanidad en el país. Dos años después de la caída de Bagdad la situación es dramática. Nadie está seguro. Se han degradado el poder adquisitivo, la situación alimenticia y las condiciones de vida. Más de la mitad de la población está desocupada y, por lo tanto, sin ingresos. Se ha más que duplicado el precio de la comida y de los transportes. Hay graves problemas de electricidad, de agua potable, de aguas residuales, de basura. Como consecuencia de ello ha aumentado considerablemente la mortandad infantil. Y la infraestructura sanitaria sigue sin mejorar.

Parece que de lo único que se preocupan los ocupantes es de sus propios intereses y de su seguridad. Cualquier apoyo a la ocupación incluida la formación de soldados, de policías y de jueces iraquíes, en la que va a participar Bélgica (y el Estado español. N. de la T.) refuerza la influencia norteamericana en Irak. Así, una gran parte de la riqueza del país, el petróleo, puede acabar en manos de las multinacionales occidentales. Esto no beneficiará a la población iraquí. Y el caos puede continuar.

La mayoría de los iraquíes quiere que salgan las tropas de ocupación. Cuanto antes lo hagan, más oportunidades habrá de que se produzca un verdadero progreso para la población iraquí.

La fuente: Geert Van Moorter es un médico belga, autor del libro “Le fossé mortel : santé et développement” y de un documental sobre Irak. Se lo puede contactar en geert.van.moorter@skynet.be. La traducción del francés pertenece a Beatriz Morales Bastos. Para participar en la campaña de solidaridad con las víctimas en Irak: http://www.intal.be/fr/article.php?articleId=250&menuId=1

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