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lunes, mayo 6, 2024

Mi vigésimo año en prisión

PolíticaMi vigésimo año en prisión

Mi vigésimo año en prisión

Sin un solo día de licencia, ni siquiera cuando su padre agonizaba, sin una sola llamada telefónica a su casa, sin que sepa cuándo termina su condena, sin un minuto de retiro con su esposa, el prisionero árabe israelí Walid Dakah cumple 20 años en la prisión. En esta carta, él habla de su tiempo, un tiempo paralelo, pero distinto, al del resto de los seres, y de su relación con las cosas, la emoción de oír la bocina de un Subaru o la de ver un poco de luz desde la grieta de la puerta de su celda. Por Gideon Levy Ahora ellos han agregado una tabla de Perspex con agujeros, adosada a las dos placas de rejas de acero. Uno no puede tocar ni siquiera un dedo del otro. El jefe del servicio de prisiones, comandante general Yaakov Ganot, es conocido como un héroe y amo sobre los débiles. Primero sobre los obreros extranjeros, como jefe de la Policía de Inmigración, y ahora a cargo de los prisioneros de seguridad. El actual gobierno y la atmósfera pública ayudan a su carrera. El ruido en el cuarto de visitas es terrible, y no se puede oír una palabra. Los guardias, a ambos lados de la barrera, a pesar del cerco de separación, observan cada movimiento. Aquí, la israelí Sana Salameh-Dakah, residente de Tirah, se encontró el jueves pasado con su marido, Walid Dakah. Una vez cada dos semanas, 45 minutos, detrás de las rejas. Ellos se casaron en prisión en agosto de 1999, con 40 invitados y refrescos, cuando Shlomo Ben Ami era ministro de Seguridad Pública y todavía se permitía considerar seres humanos a los prisioneros de seguridad y ellos podían encontrarse sin rejas de por medio. Sin un solo día de licencia, ni siquiera cuando su padre agonizaba, sin una sola llamada telefónica a su casa, sin que sepa cuándo termina su condena, sin un minuto de retiro con su esposa, el prisionero Walid Dakah cumple 20 años en la prisión. En 1986, Dakah, oriundo de Baka al-Garbiyeh, fue acusado de participar en una unidad del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) que asesinó al soldado Moshe Tamam, cuyo cuerpo fue hallado en un huerto cerca del asentamiento de Ma’aleh Dotan. Dakah fue declarado culpable por una corte militar, sobre la base del testimonio de uno de los miembros de la unidad y sus declaraciones durante el interrogatorio. Desde entonces, él ha negado vehementemente haber participado en el asesinato. Si él hubiera sido un judío que asesinaba a un palestino, habría sido liberado hace años; si hubiera sido un judío que asesinaba a un judío, habría salido de la cárcel hace dos años; si hubiera sido un palestino de los territorios, habría quedado libre en alguno de los intercambios de prisioneros. Pero Dakah es árabe israelí, y nadie se preocupa por él. Hay 22 prisioneros de seguridad israelíes que han sido encarcelados desde antes de los Acuerdos de Oslo, y la mayoría de ellos no ha tenido una condena. Dejémoslos que se pudran. Yo lo conocí a comienzos de 2001 en la prisión de Shata, para una conversación que no me permitieron publicar. Antes de eso él me había escrito varias cartas en las que nunca mencionó su propio caso, sólo el dolor de sus amigos: el prisionero ciego Ala al-Bazian, a quien no se le permitía tocar a los miembros de su familia; el enfermo prisionero egipcio Mohammed al-Surkeh, olvidado y librado a su suerte, y los niños prisioneros en la división de tránsito de la prisión de Ramle. Ahora él está en la prisión de Nitzan. Pintor de oficio, trabajó en Tel Aviv y en Eilat, y pintó las paredes del hotel Sonesta Taba, entre otros lugares, cuando fue encarcelado a los 24 años. Ahora tiene 44. Hace unas semanas, él escribió la siguiente carta a su amigo, el diputado Azmi Bishara, a quien él llama “Abu Omar”. Se reproduce con su permiso. “Querido hermano Abu Omar, “Hoy estoy empezando mi vigésimo año en la prisión, y también es el cumpleaños número 20 de uno de los muchachos de aquí. Hoy, el día del cumpleaños de mi encarcelamiento y el de mi amigo, recuerdo a Lina: ¿Cómo se sostiene ella hoy? Yo oí que ya tiene dos hijos. ¿Y Najla, que tuvo tres, cuántos años tiene? ¿Y Hanin, la madre del bebé? ¿Y cuántos años tienen mis sobrinos y sobrinas, que eran bebés en el día de mi arresto? ¿Y aquellos que nacieron unos años después? ¿Cuántos años tienen mis hermanos pequeños que ya se ha casado y han sido padres? “En el pasado yo no preguntaba estas cosas. El tiempo no tenía ningún significado para mí. No era importante para mí cuánto tiempo había pasado. Yo sólo estaba interesado por los minutos, que pasaban rápidamente durante las cortas visitas de mi familia. Los minutos no alcanzaban para hacer todas las preguntas y yo me hacía una lista de mensajes en la palma de mis manos para leérselos a Sana, que debía hacer un gran esfuerzo para recordarlos todos. Aquí no nos permiten usar papel ni escribir durante las visitas. La memoria es nuestro único medio. “Yo evito mirar las arrugas que empezaron a grabar el rostro de mi madre hace años, evito mirar su pelo que ella empezó a teñir para ocultar las canas y para que no le pregunte su verdadera edad. ¿Y cuál es su verdadera edad? Yo no sé cuántos años tiene mi madre. Mi madre tiene dos edades: su edad cronológica, que conozco, y la edad de mi encarcelamiento, una edad paralela, que es 19 años. “Yo te escribo sobre un tiempo paralelo. Nosotros no usamos las unidades ordinarias de tiempo, como minutos u horas, excepto en los momentos en que nuestro tiempo se reúne con el otro al lado de la ventana de los visitantes. Entonces nos obligan a que prestemos atención a esas mismas unidades de tiempo. Después de todo, ése es el único aspecto de su tiempo que no ha cambiado, y nosotros todavía recordamos cómo usarlo. “Uno de los jóvenes participantes en la Intifada que está con nosotros nos dijo tantas cosas de su tiempo que han cambiado. Los teléfonos ya no tienen discos y funcionan con tarjetas en lugar de fichas, los neumáticos de los automóviles no tienen cámaras… Me gusta ese sistema de neumáticos que se reparan solos. “Me gusta porque es como un prisionero que se enfrenta a las garras clavadas del carcelero. Yo no tengo ningún otro medio de preservación salvo ese mismo sistema que se repara por sí mismo. A nuestros conductores no los detiene ningún clavo; manejan sobre ellos sin tener obstáculos en su camino. Aparentemente, ellos pensaron que estaban haciendo más corta la ruta y evitando sufrimientos. Nuestros conductores no se precipitan; simplemente, usan esos neumáticos como si nosotros no fuéramos de carne y los neumáticos la sangre, pero ellos no tienen ninguna meta, al punto de que nosotros nos hemos vuelto un artículo de consumo. El mercado son los procesos políticos: Tome un neumático y dénos un vehículo pequeño. ¿Qué tienen de bueno los neumáticos sin el vehículo? “Yo espero que el liderazgo palestino y árabe se vuelva más refinado. Yo espero que nuestras naciones y la dirección política tengan un sistema similar de autoreparación para no necesitar de los norteamericanos y los otros, que pretenden ser reparadores de neumáticos y al mismo tiempo están alimentando los conflictos… “Nosotros, los prisioneros, estamos viviendo en un tiempo paralelo: vemos y no nos ven, oímos y no nos oyen, como esos vidrios espejados de algunos automóviles de lujo. Nosotros hemos quedado atrapados en un tiempo paralelo anterior a la Guerra Fría y el derrumbe del Unión Soviética y el bloque comunista. Nosotros hemos estado aquí desde antes de la caída del Muro de Berlín, antes de la primera Guerra del Golfo, y de la segunda, y de la tercera. Antes de Madrid y antes de Oslo y antes de la irrupción de la primera y segunda intifadas. “Nuestra edad en este tiempo paralelo es la edad de la revolución, antes del nacimiento de algunas de sus facciones. Antes de que aparecieran estaciones de satélite árabes y llegara la cultura de las hamburguesas a nuestras ciudades más grandes. Nosotros somos anteriores incluso a la invención de los teléfonos móviles, de los sistemas de comunicaciones modernos y de la Internet. Nosotros somos parte de la historia… Pero nosotros somos las raíces de un pasado que continúa y no ha acabado. Nosotros hablamos en tiempo presente para no convertirnos en su futuro. “Nuestro tiempo, que todavía está vigente, provocó que los conceptos usuales de tiempo y lugar desaparecieran de nuestro lenguaje; los ha trastrocado. Por ejemplo, aquí nosotros no preguntamos cuándo y dónde nos volveremos a encontrar. Nosotros nos hemos encontrado y hemos continuado encontrándonos siempre en el mismo sitio. Caminamos de un lado a otro aquí, en el filo que separa el pasado del presente. Para nosotros, cada momento después del presente es un futuro desconocido que somos incapaces de relacionar. Como las naciones árabes, nosotros no tenemos ningún control sobre nuestro futuro, pero con una diferencia esencial: nuestra ocupación es extranjera; la de ellos es árabe. Aquí nosotros fuimos arrestados por buscar el futuro y allí el futuro fue enterrado mientras todavía está vivo. “En nuestro tiempo paralelo, la mayoría de nosotros no ha podido contestar siquiera la pregunta que suele hacérseles a los niños. ¿Qué te gustaría ser cuando seas grande? Yo, aunque ya tengo 44 años, todavía no sé lo que quiero ser cuando crezca. “Nosotros somos el tiempo que lucha con el lugar, con una contradicción interior. Nosotros nos hemos vuelto unidades de tiempo. Nosotros somos como puntos en un eje temporal definido cada vez que alguien es arrestado, llevado a prisión o liberado. “Ésas son las coordenadas importantes en nuestra vida en este tiempo paralelo. Nosotros sabemos determinar la hora, el día y la fecha según sus unidades de tiempo, pero ésas son medidas que no están en uso. Aquí, las cosas pasan al mismo tiempo que alguien es arrestado o liberado. Dado que nosotros no sabemos cuándo alguien será arrestado o transferido de una prisión a otra, cuando nosotros hablamos sobre el futuro no tenemos manera de determinar una coordenada de tiempo propia, y entonces tomamos prestadas sus unidades de tiempo. “En el tiempo paralelo, nosotros hemos aprendido a desarrollar relaciones extrañas con los objetos y cosas que sólo una persona que ha estado presa entenderá. ¿Cómo es posible entender los lazos emocionales entre un prisionero y una camiseta, sólo porque es la última cosa que le queda del momento de su arresto? ¿Cómo se pueden explicar nuestros profundos lazos con objetos cuya pérdida nos entristecerá, a veces hasta las lágrimas? Un encendedor o un paquete de cigrarrillos asumen una importancia emocional especial. Ellos son la prueba de lo que alguna vez fuimos afuera de este tiempo paralelo, son la prueba de que nosotros alguna vez pertenecimos a ese tiempo. Ellos son lo que queda de una persona que se está ahogando en el tiempo paralelo. “En 1996, por primera vez en 10 años, yo oí la bocina de un Subaru, y lloré. En nuestro tiempo, ese sonido es mucho más que una advertencia a los peatones. En nuestro tiempo, ese sonido puede despertar emociones profundas. “Nuestra relación con el lugar puede ser tan extraña como nuestra relación con los objetos. Aquí uno puede desarrollar una relación especial con una mancha de humedad en la pared de la celda de encierro solitario. Uno puede desarrollar una relación con un agujero en la pared o una grieta en la puerta. Quién puede entender este diálogo emocional, estos sentimientos, como si nosotros estuviéramos hablando sobre el paraíso y su puerta de entrada en lugar de la celda de encierro solitario y los agujeros en sus paredes: “Prisionero 1: No hay nada como la sección 4… “Prisionero 2: Es verdad, pero lo mejor de la sección 4 es la celda 7. Prisionero 1, suspirando al recordar esos días: Ya sé, ya sé lo que quieres decir. En esa celda solitaria se puede oir el sonido de los automóviles en la autopista. Prisionero 2, interrumpiendo a su amigo: No sólo eso. ¿Recuerdas la puerta de la celda? ¡La puerta! Entre la puerta y la pared, al lado de la bisagra, hay una grieta de dos centímetros de ancho que permite ver. Cuando uno se sienta en la cama, puede ver el f-i-n del corredor, dice, destacando la palabra fin… Prisionero 1: No hay dudas, la sección 4 es la mejor. Cómo de simples son los sueños, cómo de grande es el hombre. Cómo de pequeño el lugar, cómo de grande la idea. La verdad es que yo no pensé que algún escribiría sobre el tiempo y el espacio, ni sobre política o filosofía. Pero tuve el deseo profundo de escribir sobre lo que nos molesta. Sobre lo que amo y lo que odio. Mi falta de planes sobre el hecho de escribir es como mi vida sin planes. Y admito una cosa: yo no planifiqué ser un militante ni pertenecer a ningún grupo o partido, ni siquiera hacer política. No porque esas cosas no sean correctas, y no porque la política esté prohibida o moleste, como algunas personas pregonan, sino porque para mí la política es grande y compleja. Yo no soy deliberadamente un militante ni un político. “Yo podría continuar mi vida como pintor o atendiendo una estación de servicio de combustible, como lo hacía hasta mi arresto. Yo podría haberme casado joven con alguna pariente y ella me habría dado 7 o 10 niños. Podría haber comprado un camión de reparto con algún familiar y hacer un poco de dinero. Todo eso era posible. Pero yo vi los horrores de la guerra del Líbano y la matanza en Sabra y Shatila, y eso me shoqueó. “Parar el sentimiento de shock y trauma. Parar el sentimiento de tristeza de los seres humanos, cualquier ser humano. La insensibilidad ante los horrores, cualquier horror, es como una pesadilla para mí. Es la medida de mi herencia y de mi negativa a rendirme. Percibir a la gente; percibir el dolor de la humanidad, ésa es la esencia de la civilización. La voluntad es la esencia del ser racional. La acción es su ser físico, la emoción es su ser espiritual, mientras que sentir a la gente y percibir su dolor es la esencia de toda la civilización. “Y es simplemente ese sentimiento el que se intenta quebrar en la prisión durante las horas, los días y los años. No contra uno como político subversivo, no contra uno como religioso o como una persona a la que ellos le niegan los placeres materiales de la vida. Uno puede tener cualquier punto de vista político, practicar sus ritos religiosos, tener una gran variedad de bienes. La meta del sistema carcelario es minar a la persona desde adentro, cualquier relación que uno pueda tener con los otros y con la naturaleza, incluso su relación con el carcelero como ser humano. Ellos harán todo para que uno los odie. Es que ellos están luchando contra el amor, la belleza y los valores humanos. “Ahora, en mi vigésimo año como prisionero, yo admito que todavía me alegro como un niño con cosas muy simples, que me alegra cada palabra de estímulo o cualquier palabra buena que oigo. Admito que mi corazón late más fuerte a la vista de una flor que veo en la televisión, o un paisaje, o el mar. Yo estoy contento a pesar de todo, y no extraño los placeres de la vida, con dos excepciones: los niños y los obreros: ver a los niños llegando de distintas direcciones a la escuela y ver a los obreros caminando por las callejuelas de los barrios a la mañana muy temprano, en un día invernal, brumoso y frío, en camino de las fábricas. Yo admito ahora que todas esas emociones, todo ese amor, no habrían permanecido en mí si no hubiera sido por el amor por mi madre Farida, mi esposa Sana, mi hermano Hosni, sin el apoyo de mi familia, sin el apoyo de mis amigos. “Soy una persona que sostiene su amor como una brasa en la mano, pero continuaré sosteniéndola. Yo continuaré amando, porque el amor es mi única modesta victoria sobre mi carcelero.” La fuente: Haaretz, diario de Tel Aviv. La traducción del inglés pertenece a Sam More para elcorresponsal.com.

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