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domingo, mayo 19, 2024

Taya, Maaouya Ould

BiografíasTaya, Maaouya Ould

Miembro de la tribu árabe norteña de los smacidas, Maaouya Ould Sid’Ahmed Taya asistió a la escuela primaria en la localidad de Rosso, junto al río Senegal, y en 1961, el año en que el país, bajo la jefatura de Moktar Ould Daddah, obtuvo la independencia de Francia, se enroló en el Ejército, donde fue seleccionado para la escala de oficiales. En 1967 ascendió a capitán y en 1973 a comandante adjunto al Ministerio de Defensa. Entre 1974 y 1979 recibió formación castrense con carácter intermitente en la antigua metrópoli colonial, concretamente en la Escuela Superior de la Guerra, la Escuela Militar de Blindados y la Escuela Militar de Infantería, donde adquirió una especialidad en topografía.

Cuando el 27 de febrero de 1976 el Frente Polisario (FP) proclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en respuesta al pacto establecido en noviembre de 1975 por España, Mauritania y Marruecos -por el que, violando los compromisos internacionales de descolonización, los dos últimos países se repartían el territorio tan pronto como concluyera la administración española-, Taya formaba parte de la alta oficialidad del Estado Mayor del Ejército mauritano.

Nouakchott pretendía la anexión del tercio sur del territorio saharaui, en el antiguo Río de Oro español, que denominaba Tiris al-Gharbia, pero el FP, que ya venía combatiendo a los marroquíes, abrió un segundo frente en este sector, poniendo desde el principio en jaque a las limitadas tropas mauritanas.

En la guerra contra el FP, Taya sirvió primero como jefe de operaciones militares del Estado Mayor; en 1977 fue promovido a teniente coronel y destinado al frente como comandante del primer sector militar y de la guarnición de Bir Moghrein. El ruinoso curso de la contienda, en la que las guerrillas del FP no sólo desbarataban las ofensivas mauritanas sino que atacaban objetivos económicos muy en el interior del país vecino, generó un amplio descontento social del que no se sustrajo la cúpula del Ejército. Así, el 10 de julio de 1978 el presidente Daddah fue derrocado en un golpe de oficiales entre los que se incluía Taya.

Los golpistas constituyeron una junta denominada Comité Militar para la Recuperación Nacional (luego Comité Militar para la Salvación Nacional, CMSN) cuya jefatura recayó en el teniente coronel Moustafa Ould Salek hasta el 3 de junio de 1979, cuando fue relevado por el teniente coronel Mohamed Ould Louly. Desde ese momento, en el CMSN se impuso la línea pacifista que admitía la inutilidad de proseguir la guerra con el FP del lado de Marruecos, aventura que estaba provocando un grave quebranto a las finanzas del depauperado Estado y aislándolo en el contexto africano.

En efecto, el 5 de agosto de 1979 Nouakchott renunció a la administración de Tiris al-Gharbia y reconoció al FP como legítimo representante del pueblo saharaui, y el 19 de agosto restableció las relaciones diplomáticas con Argel -valedor de la causa saharaui-, que habían sido rotas en marzo de 1976. El Ejército marroquí se lanzó de inmediato a la ocupación del territorio abandonado por los mauritanos.

Entre tanto, Taya consolidaba su posición en el régimen militar: en 1979 Louly le confirió la dirección de la Gendarmería Nacional y a Secretaría del CMSN, un puesto de rango ministerial, y en 1980 el reemplazo de aquel como jefe de la junta, el teniente coronel Mohamed Ould Haidalla, le confió la jefatura del Estado Mayor del Ejército. Convertido en la mano derecha de Haidalla, el 25 de abril de 1981 Taya fue nombrado primer ministro y ministro de la Defensa Nacional sin renunciar a la jefatura del Estado Mayor del Ejército, siendo ascendido para la ocasión al rango de coronel. Taya afrontó los problemas derivados de la ruptura, el 17 de marzo anterior, de las relaciones diplomáticas con Marruecos heridas de muerte desde el final de hostilidades unilateral con los saharauis.

El 8 de marzo de 1984 Haidalla destituyó a Taya al frente del Gobierno y el Estado Mayor del Ejército y asumió él mismo ambos cometidos. Aunque este movimiento fáctico en el seno del CMSN, como otros anteriores y posteriores desprovistos de verdadera carga ideológica, no fue suficientemente explicado por su responsable, los observadores lo ligaron a las divergencias surgidas en torno a la intención de Haidalla de reconocer oficialmente a la RASD. Ello acaeció efectivamente en el mes de junio con la oposición de sectores castrenses, entre los que figuraría Taya, que no deseaban crispar más a Marruecos.

Este razonamiento se aplicó al golpe de fuerza incruento dado por Taya el 12 de diciembre de 1984 en el que descabalgó a Haidalla, ausente de Nouakchott por asistir a una cumbre franco-africana en Burundi, de la jefatura del CMSN y por ende del Estado. No obstante, Taya, que recuperó el mando sobre las Fuerzas Armadas y también el puesto de primer ministro, omitió en sus declaraciones cualquier cuestionamiento del reconocimiento de la RASD; antes bien, confirmó el apoyo a la lucha saharaui y, sin mayores precisiones, justificó su maniobra por razones de política interior, dando la sensación de que tras aquella no se escondían sino las regulares pendencias por el poder exclusivo entre los mandos del CMSN.

Taya decretó una amnistía de los presos políticos, buscó la reconciliación con Marruecos hasta el restablecimiento de relaciones diplomáticas en abril de 1985 (seguido el mes siguiente de un acuerdo fronterizo con Argelia, que había suscrito con Mauritania un Tratado de Fraternidad el 13 de diciembre de 1983) y lanzó un plan de recuperación de la economía.

Ésta se encontraba en estado comatoso por el agravamiento de la sequía arrastrada desde 1972, que había hecho avanzar el desierto y provocado una crisis alimentaria (causantes de un éxodo masivo de la población hacia las ciudades y en especial la capital), el peso asfixiante de la deuda exterior y la escasa o nula explotación de los ricos recursos naturales de país, como el hierro, el cobre y la pesca; de hecho, los bancos pesqueros situados en aguas territoriales mauritanas venían siendo impunemente explotados por las flotas de España, Portugal, Japón y la URSS, sin reportar ninguna compensación económica a Nouakchott.

El plan de desarrollo cuatrienal hasta 1988, pactado con el FMI, tenía como eje el reescalonamiento de la gigantesca deuda contraída con los donantes internacionales a cambio de aplicar políticas de ajuste. Asimismo, se negociaron nuevos créditos para relanzar el sector minero y se crearon empresas mixtas para participar en la actividad pesquera. En 1987 la Comunidad Europea (CEE) accedió a ratificar un convenio específico del sector a cambio de importantes ayudas al desarrollo.

Desarrollo económico, estabilidad interior y normalización exterior fueron las consignas iniciales del régimen de Taya, a las que pronto se sumó una liberalización política de ritmos muy lentos y cautelosos, ya que para el nuevo hombre fuerte del país lo principal era su consolidación personal en el poder así como la salvaguarda de la dominación tradicional de la mayoría árabe-bereber, y más exactamente de los denominados beydanes o moros blancos, conglomerado étnico que había aportado todos los cuadros dirigentes desde la independencia, sobre las minorías negroafricanas, que entonces suponían el 25% de la población pero que registraban un rápido crecimiento demográfico.

En un permanente ejercicio de equilibrio de los diferentes clanes árabes, facciones militares y tendencias religiosas islámicas, pero también de vigilancia de potenciales elementos sedicentes dentro de la junta, Taya reorganizó en numerosas ocasiones el equipo dirigente sin menoscabo de algún que otro signo de distensión, como el levantamiento del arresto a Haidalla el 12 de diciembre de 1988, en el cuarto aniversario del golpe de 1984.

No pocas veces estas mudanzas revistieron el carácter de purga en toda regla, a raíz de la revelación de complots más o menos reales: el 27 de octubre de 1987 se anunció la desarticulación de una conspiración de oficiales de raza negra, fundamentalmente de las etnias soninke y toucouleur, y una vasta represión se abatió sobre altos mandos de esa filiación. Los arrestos condujeron a procesos sumarísimos y a sentencias draconianas, algunas a la pena capital.

El caso es que entonces llevaban ya cuatro años operando en el extremo sur del país unas clandestinas Fuerzas de Liberación Africanas de Mauritania (FLAM), integradas por miembros de tribus negroafricanas y basadas en Senegal. Las FLAM denunciaban que el régimen de Taya estaba intensificando la arabización forzosa de la multiétnica sociedad mauritana, condenando a los negroafricanos a una especie de apartheid de hecho, y ponían como ejemplo la persistencia de la esclavitud pese a que sobre el papel estaba abolida desde 1980.

Este antagonismo se nutría también de un largo conflicto por el usufructo de pastos en la ribera norte del río Senegal, que hace de frontera con el país subsahariano, entre pastores moros y campesinos soninkes y mandés. El 9 de abril de 1989 los sangrientos enfrentamientos en aquel área desencadenaron pogromos de negros mauritanos y de senegaleses emigrados a Nouakchott, que a su vez generaron represalias contra residentes mauritanos en Dakar.

Los dos gobiernos, desbordados por las matanzas, organizaron la repatriación respectiva de decenas de miles de nacionales, pero el de Taya aprovechó para expulsar a muchos ciudadanos mauritanos de color con el argumento de que eran senegaleses que habían adquirido la nacionalidad mauritana irregularmente. El 21 de agosto de 1989 Nouakchott rompió las relaciones diplomáticas con Dakar después de que ambos ejércitos libraran escaramuzas artilleras.

Esta gravísima convulsión demoró en el país norteafricano el proceso de normalización democrática que había comenzado en diciembre de 1986 con la celebración de comicios municipales en las principales ciudades -las primeras elecciones por sufragio universal en un país que desde la independencia sólo había conocido, bien el sistema de partido único, bien el régimen militar- y había proseguido en enero de 1989 con la elección de los consejos locales en las áreas rurales. La aparición en 1990 de nuevos focos de insurgencia armada además de las FLAM llevó a Taya a ordenar, en octubre y noviembre, redadas masivas de oponentes en Nouakchott aduciendo la existencia de otro complot de negroafricanos.

El 12 de julio de 1991 fue aprobada en referéndum una nueva Constitución que introducía el multipartidismo, otorgaba amplios poderes al presidente de la República Islámica y no preservaba la igualdad de derechos de la población negra, empezando por el reconocimiento del árabe como única lengua oficial. La oposición acusó a Taya de manipular la consulta, que oficialmente registró un 85% de participación (el 10% según aquella) y el 97% de votos afirmativos.

En un ambiente de desconfianza sobre la limpieza del proceso se celebraron el 24 de enero de 1992 las primeras elecciones presidenciales en la historia del país. Taya, apoyado por el grueso de los colectivos de beydanes y haratines o moros negros (desdendientes de esclavos negros arabizados), venció oficialmente con un contundente 62,2% de los votos a Ahmed Ould Daddah, hermano del ex presidente y candidato de la Unión de Fuerzas Democráticas (UFD), partido que obtenía su militancia fundamentalmente de las masas populares negras del sur.

Daddah calificó la elección de “mascarada” porque la tinta para marcar a los votantes no era indeleble y porque muchos habitantes del sur, potenciales votantes suyos, no habían podido ejercer su derecho al no repartírseles la tarjeta de elector. Los disturbios protagonizados por los seguidores de Daddah se saldaron en varios muertos y Taya implantó el toque de queda, pero la Corte Suprema dictó la legalidad de los comicios.

Como protesta por el fraude cometido en las presidenciales, la UFD boicoteó las elecciones a los 79 escaños de la Asamblea Nacional que se celebraron a dos vueltas el 7 y el 14 de marzo de 1992. En estas circunstancias, la fuerza política puesta en marcha por Taya, el Partido Republicano Democrático y Social (PRDS) obtuvo en bandeja 67 escaños, repartiéndose los 12 restantes entre dos partidos menores y los candidatos independientes.

Concluida la reforma del sistema político, el 18 de abril de 1992 el CMSN fue disuelto y Taya tomó posesión de su mandato sexenal como presidente constitucional civil y teóricamente democrático. Al mismo tiempo, se desprendió de la jefatura del Gobierno nombrando a un primer ministro, Sid Mohamed Ould Boubacar.

En el ámbito exterior, las normalizaciones bilaterales con los cuatro países árabes vecinos (Marruecos, Argelia, Libia y Túnez) fueron un instrumento positivo para la concreción de la Unión Magrebí Árabe (UMA), a cuya cumbre de lanzamiento en Marrakech el 16 de febrero de 1989 Taya asistió. El retorno de Mauritania al foro de naciones árabes, del que había estado marginada por largo tiempo, a través de los restablecidos vínculos intramagrebíes, sufrió una convulsión con motivo de la invasión de Kuwait por Irak en agosto de 1990.

Taya se enfrentó a la tesitura de alinearse con los países árabes moderados en el seno de la coalición internacional antiirakí liderada por Estados Unidos o de respaldar al régimen de Saddam Hussein, que en la década anterior había brindado a Mauritania una asistencia militar muy beneficiosa en los momentos de mayor animosidad de Marruecos o de Senegal. La amistad mauritano-irakí se cimentó durante la primera guerra del Golfo que enfrentó al país mesopotámico con Irán; de hecho, en junio de 1987 Nouakchott rompió relaciones diplomáticas con el régimen islámico de Teherán.

A pesar de que arriesgaba las vitales ayudas a la cooperación de Francia, la CEE y, sobre todo, los países árabes aliados de Occidente, Taya anunció su apoyo sin reservas a Bagdad en los meses que duró la crisis, convirtiendo a Mauritania en el único país de la UMA donde no se advirtió una discordancia de fondo entre la posición oficial y popular. La postura abstencionista de Mauritania en la condena emitida por la Liga Árabe testimonió una actitud solidaria con Irak, al que sólo se le censuraba que invadiera el emirato para a continuación descalificar cualquier intervención militar de Occidente.

Saldada la segunda guerra del Golfo con la victoria de la coalición antiirakí, Taya cambió de lenguaje diplomático y regresó a la moderación y el prooccidentalismo, y aún los intensificó. Con Senegal se restablecieron las relaciones en abril de 1992 después de reunirse con el presidente Abdou Diouf en París en noviembre de 1991, si bien el problema de los miles de mauritanos negros forzados a abandonar el país siguió intacto, rehusando realizar Nouakchott cualquier gesto de apaciguamiento o reintegración. En agosto de 1992 Taya, Diouf y su colega de Malí, Alpha Oumar Konaré, reanudaron en Nouakchott las conversaciones en el ámbito del aprovechamiento mancomunado de las aguas del río Senegal.

El éxodo de miles de campesinos negros, más el descenso de los precios del hierro en los mercados internacionales, se hicieron sentir en la economía. En octubre de 1992 el anuncio por Taya, en la línea de lo demandado por el FMI y el Banco Mundial, de la devaluación de la moneda, el uguiya, en cerca de un 30% y el encarecimiento en consonancia de los productos de primera necesidad, desencadenaron un motín popular en Nouakchott que fue sofocado sin contemplaciones por las fuerzas de seguridad.

Una nueva medida de ajuste, la aplicación del impuesto sobre el valor añadido a algunos consumibles básicos, provocó nuevos tumultos a comienzos de 1995. El Gobierno impuso el estado de emergencia y aprovechó para arrestar como medida de amedrentamiento a Ahmed Ould Daddah y otros líderes opositores, quienes, lejos de capitalizar el descontento popular por el ajuste económico, cargaron con las destemplanzas del poder.

El cuadro de los Derechos Humanos en Mauritania, pintado en tonos francamente sombríos por la ONG Amnistía Internacional, incluía e incluye la detención arbitraria de decenas de oponentes, encarcelamientos sin juicio y apaleamientos, el encubrimiento todavía de prácticas esclavistas y las restricciones decisivas a la libertad de información. Ahora bien, el apoyo de Francia ha sido incondicional desde la primera visita de Taya al Elíseo en diciembre de 1993, mientras que la Unión Europea incluyó a Mauritania en la Conferencia Euromediterránea (CEM) celebrada en Barcelona en noviembre de 1995, y luego negoció un convenio pesquero en términos ventajosos para el país magrebí.

Los relativos éxitos macroeconómicos del país desde finales de la década de los noventa (crecimiento con inflación baja) le granjearon la confianza de las instituciones crediticias. En 1999 Taya accedió a enjuagar la deuda a cambio de lanzar reformas estructurales de profundidad, como la privatización de empresas, pero el país sigue constreñido por la deuda, que supera ampliamente al PIB, y el bajo desarrollo humano, inferior al de sus vecinos magrebíes y parangonable con el de los países del África Subsahariana.

Este soporte de las instancias occidentales ha avalado el afianzamiento de Taya en el poder sin concesiones aperturistas. En las elecciones legislativas del 11 y el 18 de octubre de 1996 el PRSD aumentó su representación a los 71 escaños, y eso que en esta ocasión no hubo boicot de la oposición. De hecho, el partido de Ould Daddah, muy debilitado ya por el hostigamiento sistemático de los poderes públicos a sus jefes y militantes, pagó muy cara su división en 1995 entre un ala moderada y otra radical.

Taya no desaprovechó la oportunidad para anular a la UFD tendiendo la mano a la facción moderada, que se registró como Acción por el Cambio (AC) bajo el liderazgo de Messaoud Ould Boulkheir. En los comicios, esta agrupación se hizo con un solitario escaño, pero el sector oficialista de Daddah, denominado ahora Unión de Fuerzas Democráticas/Nueva Era (UFD/NE), no obtuvo representación alguna.

En las elecciones presidenciales del 12 de diciembre de 1997 Taya ganó un segundo mandato de seis años (que no ha de ser el último, ya que la Constitución no se pronuncia sobre los límites de la renovación, la cual, se entiende, podrá ser indefinida) con el 90,2% de los sufragios, una reelección con tintes plebiscitarios de no ser por la concurrencia de otros cuatro aspirantes testimoniales. La oposición tachó de respaldo manifiesto al presidente mauritano la visita prestada por su colega francés Jacques Chirac el 5 de septiembre anterior.

Pero el viraje más llamativo, espectacular incluso, de la diplomacia mauritana con Taya a la batuta ha sido el establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel. El inopinado acercamiento, estimulado por el proceso de paz en Oriente Próximo, arrancó el 12 de junio de 1995 con un encuentro oficial entre los respectivos ministros de exteriores en Madrid por mediación del Gobierno español.

Aprovechando la CEM de Barcelona, el 27 de noviembre de 1995 los cancilleres firmaron un acuerdo de normalización al nivel de secciones de intereses, las cuales fueron inauguradas en las embajadas españolas en Tel Aviv y Nouakchott en mayo y junio de 1996, respectivamente. Finalmente, el 28 de octubre de 1999 los ministros establecieron relaciones diplomáticas plenas y se procedió al intercambio de embajadores en una ceremonia celebrada en Washington. Mauritania fue el tercer país árabe en adoptar este paso, tras Egipto (1980) y Jordania (1994).

A mayor abundamiento, días después de este acontecimiento, que fue criticado por el secretario general de la Liga Árabe, el Gobierno de Nouakchott anunció la ruptura de relaciones con Bagdad alegando ser objeto de “actos de hostilidad”, una decisión que puso fin a la amistad mauritano-irakí y que mereció encendidos elogios de Estados Unidos. Ahora bien, el estallido de la segunda intifada palestina contra Israel en los territorios árabes ocupados y autónomos en septiembre de 2000, que destruyó el proceso de paz y principió una etapa de gran violencia en la zona, colocó en una situación comprometida a Taya, más cuanto que su policía había reprimido severamente manifestaciones populares de adhesión a la causa palestina.

En los comicios generales celebrados el 7 de noviembre de 2003, Maaouya Ould Taya fue reelegido en la primera vuelta, al obtener el 66,69 por ciento de los votos.

Un golpe militr lo derrocó el 3 de agosto de 2005.

La fuente: Fundación Cidob (http://www.cidob.org/bios/castellano/lideres/t-020.htm)

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