En el norte de Camerún, las mujeres se atiborran de medicamentos que hacen ganar peso: ellas evitan así pasar por víctimas del HIV. En un contexto de pobreza e ignorancia, ser enfermo de SIDA, o simplemente parecerlo, equivale al aislamiento económico y social.
DUALA, Camerún (Le Messager)._ “Hoy, si uno tiene un simple problema de dientes, se piensa que tienes SIDA. Es todavía más grave si adelgazas un poco. Entonces, la gente se aleja de uno.” Mairama tiene lágrimas en los ojos. Esta joven mujer del norte de Camerún sufre de una severa fiebre tifoidea. Pero ¿cómo hacérselo entender a los otros? Muchos enfermos de esta región, como Mairama, son víctimas de estos rumores. Ni la familia, ni los amigos ni siquiera parte del personal sanitario creen realmente en el diagnóstico médico.”Fulano sufre de SIDA”. La noticia se extiende más rápidamente si un enfermo pierde peso. Para la opinión general, en efecto, el adelgazamiento se mantiene como el síntoma más conocido de esta enfermedad. Las jóvenes prostitutas, consideradas como los principales agentes de transmisión del SIDA, se preocupan ellas mismas por su apariencia física. “Hermano: el SIDA en sí mismo, me da menos miedo que las habladurías”, afirma Jacqueline T. Tan fatalista como mal informada, continúa: “No te da miedo si tu destino es morir de esta manera, pero la gente te mira de otra forma cuando estás adelgazando.”Entonces, como muchas otras chicas, Jacqueline toma medicamentos para estimular el apetito y engordar. Estos productos, vendidos en el mercado negro, que provienen en su mayoría del sudeste asiático, son consumidos sin ninguna prescripción médica, lo que constituye un peligro para la salud, según opinión del doctor Abdou Adjidji, del Fondo de Ayuda y de Cooperación para la Lucha contra el SIDA. Engordar es entonces el mejor remedio para evitar las suspicacias.Para Fandai Yvonne, organizadora de una asociación de mujeres de la región del norte que trabaja contra el SIDA, es difícil hacer cambiar la opinión de las jóvenes debido a su falta de educación. Ella apunta un dedo acusador contra el personal de salud que, según su criterio, por un lado divulga secretos médicos y por el otro se lamenta de que se etiqueten falsamente ciertas enfermedades. “Cuando se sabe que las miradas de los otros cuentan mucho en nuestras costumbres, se comprende el empecinamiento de estas jóvenes para evitar el adelgazamiento, transformado en fuente de suspicacias.”La fuente: Le Messager es un periódico de oposición que aparece tres veces por semana. Tira 15.000 ejemplares y muestra especial interés por los temas de derechos humanos. http://www.cybernum.com/messager