IMPRESIONES DESDE LA LUNA
Sonaron los tambores de guerra pidiendo paz
Por Susana Corral
Asomada al balcón de la Luna, que es donde suelo habitar, observé un mal día cómo inesperadamente una mano surgía y arrancaba el cable del color del planeta azul. Hubo un chispazo, unos instantes de oscuridad y desconcierto. De súbito, todo quedó en blanco y negro. Como temía, los especialistas se negaron categóricamente a revisar el sistema. Aduciendo a su capacidad como especialistas y a ciertos intereses difusos determinaron que, definitivamente, nos quedaríamos así: Blanco de la Civilización Democrática Celestial Justa del Bien Infinito o Negro del Terror Fanático del Odio Infernal Islámico del Mal. Tres, dos, uno, cero. Elijan color. Eso oí decir a los especialistas..
Inmediatamente miré el calendario. Quería asegurarme de no estar en el siglo XI. Con esta costumbre de mis viajes al satélite se me suele desajustar el reloj. ¿Año 2001 o será 1002?
La Tierra sigue girando a pesar de todo. Por eso puedo ver que las fronteras no han soportado la descarga. Se han desmoronado, derrumbado, son ahora escombros humeantes. Me mareo metafóricamente. Ha aguantado una única frontera. Se ve claramente una raya roja, desenfocada, fluctuante, imprecisa; se desplaza, incandescente, y me lloran los ojos. Pero puedo leer que hay escrito a un lado y otro las palabras “terror monstruoso” y “terror virtuoso”.
Bajo a la Tierra con cautela. Me siento menos como en casa y más como en un parque temático. Entro en la zona de plastinformación y consumo información en porciones envasadas al vacío y sospechosamente atiborradas de edulcorantes y potenciadores del sabor; como hay hambre y no más oferta, trago. Oigo hablar a los humanos: guerra a la guerra, privatización de la violencia, teología de la destrucción…
Me tienta volver al satélite, pero como soy adicta a la metadona de la información ocupo mi hueco en el parque temático y me aturdo voluntariamente con sobredosis de TV y prensa. A pesar de todo sigo consciente y soy capaz de entender las palabras. O eso creo. Aún entiendo cuando dicen cazar, represalia, vivo o muerto, guerra, horror, tanque, misil, venganza, odio…
Otra vez me mareo. Esta vez menos metafóricamente. Me ha debido sentar mal la plastinformación, cosa que no me sorprende excesivamente pues ya llevaba tiempo sospechando que nos la vendían en mal estado. Busco la fecha de caducidad: Justicia Infinita. Vomito. Vomito palabras a raudales. Sueltas, emparejadas, en frases. Por supuesto: en blanco y negro. No dedico demasiado tiempo a observarlas, pero compruebo que estaban hediondas, ácidas, maltrechas. Salían palabras tipo democracia, civilización, derechos humanos…
En el estado de cosas en que están los estados y sus cosas instalarme de nuevo en la Luna me cuesta poco esfuerzo. Mientras en el parque temático levantan muros yo me entretengo arrancando y quemando las hojas del diccionario y del atlas. ¿De qué sirven ya un diccionario con palabras en blanco y negro y un atlas con una sola frontera?
Les veo en las mezquitas, sinagogas, iglesias. Los mismos gestos, las mismas súplicas. Dicen que son gente pidiendo paz a su dios.
A mí, que no se rezar ni tengo dios, sólo se me ocurre concentrar toda mi atención en comprender el complejo mundo de los Pokemon.
La fuente: la autora es una intelectual española.