Científicos alertan sobre gran mortandad de gorilas por Ébola
El brote de Ébola, virus para el que todavía no existe cura, no sólo ha provocado una importante cantidad de muertes en humanos sino que está diezmando la población de grandes primates africanos en las profundidades de los bosques del África ecuatorial, donde la muerte roja deja una ominosa estela sobre nuestros primos cercanos. Si salvamos a los gorilas y a los chimpancés, dicen los expertos, habrá un camino para nosotros, por si acaso.
Por Rigoberto Aranda Empezaron a morir por docenas. Nadie sabía por qué aparecían en masa con señales extrañas de hemorragias. Se pensó en cazadores furtivos. Luego, los naturales de África ecuatorial le asignaron a los espíritus la tremenda y grotesca mortandad. Hoy, los gorilas de la niebla y cada vez más chimpancés están en serio peligro de ver devastadora e irremediablemente disminuida su población mundial, a causa de un virus para el que no se tiene cura, y que es una onerosa sombra también sobre los seres humanos, primos cercanos de las víctimas.
El Ébola, una fiebre hemorrágica fulminante y hasta hoy, incurable, mató en la última década cerca de 35 por ciento de la población mundial del gorila occidental, y a un número aún no determinado de chimpancés.
Investigadores de Ecología y de Antropología Evolutiva del Instituto Max Planck de Alemania han dado la voz de alarma sobre la situación en el Parque Nacional Odzala, en la República del Congo. Los científicos afirman que existe temor fundado en que el brote infecte a toda la población de gorilas y chimpancés de África ecuatorial en los próximos cinco años, donde viven todos los primates de este tipo. La región comprende Camerún, Congo, Gabón, Guinea Ecuatorial y la República Centroafricana.
La mancha que avanza
En las densas selvas y bosques africanos, hábitat de los grandes monos, el silencio empieza a dominar el paisaje, apagando lenta pero dramáticamente el estruendo de gritos y carreras de gorilas y chimpancés.
El virus del Ébola toma su nombre del río homónimo, sitio del primer brote conocido de la enfermedad en 1976. Es altamente contagioso, letal, y causa una fiebre hemorrágica aparatosa y dolorosa.
En 2002, el virus se entendió por el Santuario de Gorilas Lossi, unos 15 kilómetros al sudoeste de Odzala, el mayor de su tipo, que cubre unos 13.600 kilómetros cuadrados.
Por la densidad y enorme extensión del parque, y en general de los sitios dedicados a proteger los hábitats de los grandes simios, los científicos aseguran que es muy difícil calcular el número de primates abatidos por el Ébola.
“Basados en las tasas típicas de mortalidad en las áreas infectadas y a la extensión espacial de la zona de impacto, calculamos que ahora el rango de afectación está, en el mejor de los casos, en cerca de 20 por ciento, pero lo más seguro es que alcance 35 por ciento de la población global de gorilas en los últimos diez años”, afirma Peter Walsh, uno de los especialistas a cargo del estudio.
Esto significa decenas de miles de animales, y también ha tenido un impacto muy importante en la población de chimpancés.
Zona Cero
El Parque Nacional Minkebe, en el norte de Gabón, ya pagó su cuota mortal, y la devastación es impresionante. Minkebe es -quizá es mejor decir era- el segundo santuario más importante para los gorilas en el mundo, después de Odzala. Este parque sufrió una declinación en su población de más de 90 por ciento para la mitad de la década de los años 90, debido al Ébola.
La principal preocupación de los conservacionistas y los ecólogos es que los brotes “prendieron” precisamente en los dos sitios más importantes para la conservación de los grandes simios en el mundo.
Además, la declinación en la población de los grandes simios acarreará impactos importantes en el resto de los pobladores de estas extensísimas áreas.
Al Ébola hay que añadir la cacería furtiva por la costumbre de alimentarse con la carne de primates, cuyo mercado negro en África alcanza los mil millones de dólares, según las propias autoridades locales, y quizá el camino por que el virus cruzó la barrera de las especies y pasó al humano.
La única salida
En las selvas y los bosques, los conservacionistas luchan, casi estoicamente, por evitar que el mortal virus continúe su hasta ahora incontenible camino por el centro del continente negro.
La principal acción consiste en cortar los árboles derribados sobre ríos y esteros, que los simios usan como puentes naturales. Pero en extensiones de la envergadura de África ecuatorial, es una tarea titánica pensar en cercos epidemiológicos de esta dimensión.
Los ríos, afirman los expertos en primates, son la clave para la propagación del virus. El detalle es que los gorilas y chimpancés se rehúsan a pasar por vías de agua abiertas. Es decir, no las cruzan a nado o a pie.
La otra medida es una esperanza: impulsar el rápido desarrollo de vacunas experimentales contra el Ébola para ser aplicadas entre los grandes simios en un período de tres a cinco años. Así, la vacuna parece ser la única salida realista, pero aún no es una realidad.
Además de la dificultad científica propia de crear una vacuna eficaz y segura, existen dos problemas mayores: cómo vacunar a miles de grandes primates en libertad.
La otra consiste en que, aunque en principio una vacuna contra el Ébola que funcione en primates debería ser una buena noticia para los humanos, se sabe poco sobre cómo se comportan los virus en estado salvaje cuando se interviene de manera masiva es sus hospederos naturales.
Por ello, este brote es motivo de alarma entre los científicos europeos, quienes ya tienen a un equipo multidisciplinario estudiando este devastador fenómeno en las profundidades de los bosques de África ecuatorial, donde la muerte roja deja una ominosa estela sobre nuestros primos cercanos.
Si salvamos a los gorilas y a los chimpancés, dicen los expertos, habrá un camino para nosotros, por si acaso. La fuente: Crónica (México). http://www.cronica.com.mx.