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lunes, abril 29, 2024

El frágil porvenir de la universidad en Irak

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El frágil porvenir de la universidad en Irak

Las universidades iraquíes, antaño consideradas las mejores de la región, se hallan hoy al borde del abismo. En febrero se celebró en París una mesa redonda, organizada por la UNESCO, para examinar la reactivación de la enseñanza superior en Irak y evaluar sus futuras necesidades.

Por David Jobbins

Universidad Mustansiriyah.

Cuando las fuerzas de la coalición invadieron el país en 2003, las universidades iraquíes eran ya un pálido reflejo de su pasado. Habían quedado muy atrás los tiempos anteriores a la guerra con Irán, cuando los centros de enseñanza superior mantenían estrechas relaciones con las universidades del Reino Unido, donde se doctoraban miles de graduados iraquíes. Esos intercambios se interrumpieron de la noche a la mañana, y los universitarios de Irak se encontraron aislados en un sistema precario en el que la adhesión al régimen imperante valía tanto como las competencias intelectuales. Gran parte de ellos dejó su país, ya sea por divergencias políticas con la dictadura de Saddam Hussein o porque sus perspectivas profesionales en el extranjero eran mejores. Hoy en día, cuando la democracia comienza a despuntar tímidamente y la ayuda internacional empieza a afluir, se invita a la diáspora intelectual a regresar. Irak necesita a su elite más que nunca. Las universidades tratan de paliar una carencia patente de infraestructuras con aulas atestadas de estudiantes. Las dos guerras del Golfo causaron también estragos en el sistema educativo. En una mesa redonda organizada por la División de Enseñanza Superior de la UNESCO, el viceministro de Educación Superior, Idris Salih, declaró que el 85% de las infraestructuras universitarias habían sido destruidas durante los meses de caos en que la coalición militar trataba de hacerse con el control del país.

Problemas de seguridad

Es obvio que la reconstrucción dependerá tanto de los iraquíes como de la asistencia técnica exterior. Tras el derrocamiento del antiguo régimen, el Organismo de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) creó un programa dotado con 20 millones de dólares para establecer acuerdos entre las universidades norteamericanas y las iraquíes. Pocas semanas después, Qatar iniciaba un proyecto financiado con 15 millones de dólares para revitalizar las universidades iraquíes. Este proyecto forma parte de un plan de reconstrucción por valor de 100 millones de dólares. No obstante, Idris Salih deploró que “Irak no había podido aprovechar debidamente los fondos otorgados por los países donantes, ya que se habían entregado con retraso, y en algunos casos ni siquiera se habían puesto a disposición de las autoridades”.

De hecho, los progresos realizados sobre el terreno son limitados, y esto se debe en parte a los problemas de seguridad. El programa de USAID había cifrado esperanzas en la participación de universidades no norteamericanos, pero fueron muy pocas las que se decidieron a colaborar. La única universidad participante del Reino Unido fue la de Oxford, que había previsto realizar un proyecto conjunto con la Universidad Estatal de Nueva York (Stony Brook) para reconstruir los departamentos universitarios iraquíes de arqueología, asiriología y salud ambiental. Sin embargo, Oxford puso fin a su participación tras la muerte de uno de los universitarios que desempeñaba un papel clave en ese proyecto.

Algunos países aportaron ayuda directa organizando cursos de formación intensiva para los administradores de universidades, por ejemplo el Reino Unido, por conducto del British Council, y Alemania, por intermedio de su Oficina de Intercambios Universitarios (DAAD).

La UNESCO, por su parte, ha utilizado ya una parte de los 15 millones de dólares ofrecidos por Qatar para enviar a Irak equipamiento destinado a laboratorios médicos y técnicos, así como manuales universitarios. A finales de 2004, las universidades iraquíes recibieron un cargamento de equipo y material destinado a la formación de médicos, dentistas, farmacéuticos, enfermeros e ingenieros, valorado en 4,6 millones de dólares. Ese envío también comprendió libros de texto para los estudiantes y manuales de referencia por valor de un millón de dólares más. Por su parte, el British Council suministró diez toneladas de libros a universidades de Bagdad y Basora.

Durante la mesa redonda, Qatar y la República de Corea prometieron donaciones suplementarias. Su Alteza Sheika Mozah Bint Nasser Al-Misnad, enviada especial de la UNESCO para la Educación Básica y la Enseñanza Superior, prometió por su parte hacer entrega de un millón de dólares más. Corea y el Banco de Doha se comprometieron a donar 200.000 y 30.000 dólares, respectivamente.

“Apreciamos estas donaciones en su justo valor y las utilizaremos en proyectos concretos que beneficiarán a estudiantes, profesores e investigadores”, declaró el director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura. No obstante, es necesario que todas esas promesas se plasmen en los hechos. En febrero, el presidente de una universidad iraquí declaró en privado que, en realidad, apenas el 10% de los fondos prometidos habían llegado a destino. Además, es evidente que el dinero no logrará frenar la fuga de cerebros que afecta a Irak. Muchos universitarios iraquíes siguen buscado en el extranjero perspectivas de futuro de las que carecen en su país. Para solucionar este problema, se podría fomentar el retorno de la diáspora científica iraquí asentada en universidades de otras naciones de Medio Oriente y Occidente, concediendo a sus miembros permisos temporales para que enseñen en su país.

Fuga de talentos

Pese a todo, se ha hecho un esfuerzo por mejorar la situación de las universidades. Los salarios de los docentes, por ejemplo, han aumentado de 400 dólares mensuales a unos 1.500, pero los problemas de seguridad disuaden a muchos de ejercer la docencia. El presidente de la Universidad de Bagdad, Mosa al-Mosawe, declaró que desde el derrumbamiento del antiguo régimen han sido asesinados 17 profesores de su centro y un total de 47 en todo el país. Además, los secuestros son moneda corriente. A este respecto, Al-Mosawe precisó que “los autores de estos actos suelen ser estudiantes con resultados escolares insuficientes que tratan de conseguir dinero de esta manera, sobre todo en la época de los exámenes de fin de curso”.

Por su parte, Idris Salih declaró que bajo el antiguo régimen habían abandonado el país más de 2.000 profesores universitarios, seguidos de otros 260 más después del derrocamiento de Saddam Hussein. Añadió que “los 19.000 docentes que siguen trabajando en Irak son verdaderos héroes, ya que deben trabajar en condiciones muy difíciles, sufriendo no sólo graves inconvenientes cotidianos como los cortes continuos de corriente eléctrica, sino también las amenazas terroristas que les tienen constantemente atemorizados”. Por otra parte, cabe señalar que es poco probable que los universitarios iraquíes residentes en países laicos deseen volver a universidades donde impera la segregación de los sexos.

Manifestaciones de apoyo

Entre tanto, algunos expertos estiman que no es razonable reconstruir el sistema universitario sobre la base del legado del antiguo régimen. Algunas universidades, creadas por imperativos políticos y no por necesidades educativas, necesitarían fondos considerables para poder ofrecer cursos de buena calidad. ¿Valdría la pena efectuar una inversión semejante? Jairam Reddy, presidente de la Comisión de Educación de Sudáfrica y supervisor de la creación de universidades en ese país tras el apartheid, preconizó hacer una evaluación para determinar si es deseable sacar a flote centros docentes no viables, o si se prefiere centrar los esfuerzos en universidades más sólidas con potencial para recuperar su nivel científico anterior.

Georges Haddad, director de la División de Enseñanza Superior de la UNESCO, es más bien optimista: “Es importante para todos que Irak sea un Estado democrático sólido. Un país no tiene futuro sin enseñanza superior. Aunque no espero milagros, creo que lo más importante es entablar el diálogo y crear asociaciones para cooperar”. Cuando la mesa redonda llegaba a su fin, empezaron a concretarse las ofertas para acoger a universitarios iraquíes en la comunidad académica internacional, ofrecer becas e intercambios, etc. Desde entonces se ha creado una verdadera dinámica en torno de los proyectos suscitados en esa reunión y la División de Enseñanza Superior está recibiendo ofertas de cooperación de instituciones, gobiernos y diversos organismos donantes de ayuda. Para Idris Salih, “la enseñanza superior necesita más ayuda, ya que es la clave de la futura reconstrucción de un nuevo Irak cimentado en la democracia pluralista y el respeto de los derechos humanos”.

La fuente: David Jobbins es periodista del Times Higher Education Supplement. Este artículo ha sido publicado previamente por El Nuevo Correo de la Unesco.

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