La milicia que alardea de su papel en la matanza de Sabra y Shatila
Sabra y Shatila fue una de las más estremecedoras masacres que marcaron el Medio Oriente. Más de 2000 palestinos fueron masacrados por milicianos cristianos en los campos de refugiados del Líbano. Ahora, una película ha reflotado nuevamente esa historia. Pero por primera vez la matanza es percibida a través de las voces de los asesinos.
Por Iñigo Gilmore
En Massaker, seis ex milicianos de la falange cristiana cuentan su entrenamiento por los aliados israelíes y rememoran los acontecimientos del 16 al 18 de septiembre de 1982, cuando cientos de palestinos, hombres, mujeres y niños, fueron asesinados en los campos de refugiados de Beirut. Aunque las identidades de los hombres que hablan permanecen en el anonimato en este documental de 90 minutos, ellos no hacen ningún esfuerzo por ocultar los detalles más repulsivos de la matanza y hasta se permitan jactarse de sus habilidades con los fusiles de asalto Ak47 y sus cuchillos de carniceros. Varias escenas de la película resultan repulsivas. Por ejemplo, cuando un hombre describe cómo otro miliciano disfrutó descuartizando a sus víctimas. Otro evoca los lamentos -“que me dejaron frío”- de viejas mujeres palestinas cuando ellos arrasaron los campamentos, arrojando granadas en las casas y rociando de balas todas las habitaciones, matando a quien encontraran a su paso. La película rompe todos los moldes, porque es la primera vez que los miembros de varias milicias involucradas en la guerra civil de 1975-90 hablan extensamente sobre el pasado, y con tantos detalles. Se ha exhibido en festivales de 15 países y en Francia y Grecia Massaker se mostrará en el circuito comercial. Los directores dicen que hicieron deliberadamente una película ‘políticamente incorrecta’ al retratar la matanza desde la perspectiva de los perpetradores. Las imágenes son brutales y los directores no sólo esperan confrontar al público sobre el fenómenos de la violencia en general, sino enfrentar a los libaneses a su pasado reciente. Uno de los directores, Lokman Slim, dice que él espera que la gente, aunque no pueda reconciliarse, al menos acepte debatir sobre algunos de los capítulos más dolorosos de su historia común. “Personalmente, yo no pienso haya víctimas y victimarios [en este conflicto]”, dice Slim en su oficina del sur de Beirut, una fortaleza del movimiento Hezbollah. ‘Yo creo que cada victimario ha sido una víctima, porque él se amputó de una parte de su humanidad, y esta amputación lo hace un asesino… Si alguien es al mismo tiempo víctima y victimario, ¿es menos responsable de lo que hizo? No. En la medida en que no reconozcamos lo que hicimos, nunca alcanzaremos un punto de reconciliación real.” Sólo uno de los seis hombres entrevistados muestra algunas señales de remordimiento. Algunos libaneses han planteado cuestionamientos sobre los méritos de la película, como la crítica, escrita en el Daily Star, de Beirut, acusando a los directores del film de proporcionar a los asesinos una plataforma para justificarse. Los hombres entrevistados en la película eran leales al entonces flamante presidente del Líbano, Bashir Gemayel, quien fue asesinado el 14 de septiembre 1982, en una explosión en la principal oficina falangista de Beirut oriental, matanza que nunca se ha resuelto. Un día después el jército israelí irrumpió en Beirut oriental en violación de los acuerdos existentes. El entonces ministro de Defensa de Israel, Ariel Sharon, autorizó la entrada de los miembros de las fuerzas de Gemayel (una milicia falangista cristiana) y del Ejército del Sur del Líbano, de Saad Haddad, en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Shatila, que albergaban a 30.000 palestinos llegados al país en oleadas sucesivas desde 1948. Los campamentos quedaron cercados por los tanques israelíes. Cuando los milicianos, a quienes se les había asegurado que los palestinos habían sido responsables del asesinato de Gemayel, entraron frenéticamente en la tarde de 16 septiembre, la única resistencia que encontraron fue la de alguno que otro joven armado con armas ligeras.
Durante las siguientes 38 horas, los milicianos violaron, torturaron, mutilaron y masacraron a los civiles. El número exacto de muertos todavía no se conoce. El de 22 septiembre la Cruz Roja Internacional había establecido que eran 2.400, pero los palestinos sostuvieron que eran más. Una de las revelaciones más polémicas de la película es la magnitud del supuesto involucramiento israelí en la preparación y ejecución de la operación, en la que habrían provisto de bolsas para cadáveres antes de que las matanzas comenzaran. “Usted necesitará de éstas”, afirma uno de los milicianos que le dijo un militar israelí.
La fuente: The Observer (Londres, Reino Unido). La traducción del inglés pertenece a Sam More para elcorresponsal.com.