Israel está creando una “cultura de la miseria” en la comunidad palestina
Un aspecto poco tratado de la crisis en Gaza es el de los daños sicológicos de sus habitantes, muchos de los cuales están más “cómodos” en las situaciones de emergencia a las que fueron acostumbrados que a una normalidad en la podrían ser felices.
Geraldine Shawa, directora de la Sociedad Atfaluna para los Niños Sordos de Gaza, dice que Israel está cometiendo un error cuando priva a los palestinos de luz, heladera, aire acondicionado. Los palestinos están acostumbrados a las privaciones. Pero ella advierte que Israel está creando una “cultura de la miseria” en la comunidad palestina. Al punto que muchos están más “cómodos” en las situaciones de crisis a las que fueron acostumbrados que a una normalidad en la que podrían ser felices. Las 20.000 personas sordas de Gaza atraviesan una situación particularmente difícil por la crisis iniciada desde que la comunidad internacional cesó su ayuda a la Autoridad Palestina tras el triunfo de Hamas en las elecciones parlamentarias de enero y la formación del gobierno. La ofensiva del ejército de Israel, lanzada el 28 de junio, afectó seriamente a los niños sordos que están en casa debido a las vacaciones de verano. “Los niños sordos no tienen un sentido claro de lo que está pasando sin una explicación por signos”, declara. Mientras ellos están en la escuela, sus maestros pueden decirles lo que está pasando, y eso los tranquiliza. Pero cuando ellos están en casa, tienen que confiar en sus padres y hermanos y muchos de ellos no conocen el lenguaje de señas. “El centro es un lugar seguro para la mayoría de estos niños. No les gusta estar en casa, sin control de la situación, sabiendo que algo muy malo está pasando. Mientras son parte de la comunidad sorda y saben lo que pasa, se sienten más cómodos. El dolor a causa de los estampidos sónicos los afecta especialmente. Nosotros les pedimos que se quiten sus audífonos porque las vibraciones súbitas de los estampidos pueden dañar sus oídos.” Pero privar a estos niños de sus audífonos los hace más temerosos, desconcertados y aislados. Durante la primera Intifada, Israel no bombardeó Gaza, por lo que no afectó sus problemas auditivos. Pero los bombardeos de la segunda Intifada les han creado cada vez más problemas. Y desde que la crisis actual empezó, nuestra institución ha estado asistiendo a numerosas personas con pérdida temporal de la audición debido a los ataques sónicos y los bombardeos. “Vemos demasiados tímpanos perforados en Beit Lahia y Beit Hanoun debido a las explosiones”, dice Shawa. “Si la ruptura de las membranas auditivas es sometida a cirugía, el oído puede salvarse. Pero si ellos no pueden acceder a la cirugía, pueden perder la audición de manera permanente”. La “cultura de miseria” que Israel ha creado no sólo afecta a los sordos, sino a todos los palestinos cuya misma existencia se ha visto alterada desde el establecimiento de Israel, en 1948. Los palestinos han vivido bajo presión creciente desde que Israel capturó Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental, en 1967. La ocupación israelí ha transformando la sociedad palestina y el comportamiento de cada uno de sus integrantes. La constante presión política, económica y militar de Israel está teniendo consecuencias psicológicas serias para los palestinos. Hablando sobre la situación en Gaza, el doctor Ahmad Abu Tawahina, del Programa de Salud Mental de Gaza, caracteriza el ambiente psicológico palestino como “aterrador” y “traumático”. Las políticas de Israel están creando un desastre en la salud y el medio ambiente. Él señala que todos los seres humanos tienen dos necesidades fundamentales: la alimentación y la seguridad. Cuando estas necesidades básicas se niegan, las personas sufren desequilibrios psicológicos tanto en el corto como en el largo plazo. La política de Israel de ejecuciones de los líderes palestinos, el constante bombardeo de zonas abiertas, la apertura y el cierre de las fronteras para permitir la entrada de alimentos, mientras los aviones de combate vuelan sobre la zona rompiendo la barrera del sonido, sin agua ni electricidad, y confiscando los fondos de la Autoridad Palestina, está creando serios desequilibrios. “Cada uno de los palestinos ha sido afectado, incluidos nosotros, los profesionales de la salud mental”, dice Abu Tawahina. Israel está emprendiendo una guerra psicológica contra los gazanos. “La vida se ha transformado en algo imprevisible. Nadie puede escapar de ello. Nadie puede esconderse. El trauma está causado por estas cosas ingobernables, inevitables, así como por otros factores. La gente no puede desarrollar estrategias efectivas de supervivencia. Ellos tienen un sentimiento de impotencia que induce a la depresión. Israel está sumergiendo a la comunidad entera en un estado patológico, paralizante”. Abu Tawahina ofrece un ejemplo personal: “Mi mamá no puede caminar ni ponerse de pie aunque no hay nada físico que se lo impida. Y a muchas otras personas mayores les pasa lo mismo.” Los adultos padecen otras dolencias sicosomáticas como dolores de cabeza, de oídos, de espalda, vértigo y fatiga general. Los niños, que ven que sus padres no pueden protegerlos, padecen sensación de abandono. Estos niños comen sus uñas, se arrancan el pelo, mojan sus camas, tienen pesadillas, incapacidad para prestar atención y pérdida del apetito. Y esto es especialmente serio en niños que ya tenían problemas de malnutrición. Los niños de entre 10 y 12 años tienen baja autoestima, y no pueden crecer con normalidad ni física, ni emocional ni intelectualmente. Hay una escalada de violencia en las familias palestinas, en las escuelas y en las calles donde la mayoría de los muchachos juega y se relacionan. Las muchachas, generalmente, se quedan en casa y reprimen su enojo. “Dentro del ambiente familiar ellas se sienten más seguras.” Mujeres cuyas maridos han sido matados o encarcelados asumen la doble carga de ser amas de casa y jefas de familia. “Ellas tienen que encontrar trabajo para apoyar a sus familias. Asumen demasiadas responsabilidades y muchas veces se sienten fracasadas.” Antes de la primera Intifada -afirma-, los muchachos jugaban un juego de “judíos y árabes”. La mayoría quería integrar el bando de los judíos en lugar del de los árabes porque querían identificarse con una imagen de poder. Los árabes tenían una imagen impotente, desesperada. Los muchachos hacían esto para resguardar su equilibrio psicológico. Pero esto cambió durante los últimos años de la ocupación, una vez que descubrieron su habilidad de resistencia. Ellos quisieron entonces volverse “palestinos” combatientes, héroes y mártires. Nuestra sociedad ahora admira a los mártires. Incluso los jóvenes, que aunque mueran sienten que son ganadores de una victoria moral”. Ahora el combatiente es la nueva imagen de poder. “En las calles, territorio de los muchachos, ellos sueñan con protestar contra la ocupación y el tratamiento que les dan los israelíes. Sin embargo, en sus casas exhiben todas las señales del trauma. Desarrollan personalidades desdobladas y padecen desórdenes de disociación. El número de niños autistas está aumentando. Los padres constantemente se están lamentando y no pueden cuidar de sus niños. Algunos se ríen de los estampidos sónicos [que hacen temblar los edificios y enervan a los adultos y niños]: esto es antinatural. Ellos están garantizándose problemas sicológicos en el futuro.” Desde que la juventud se les ha robado, no se protegen del sufrimiento, propio y de los otros. Se transformarán en hombres duros, vengativos. Las juventudes se unen a la resistencia para recobrar su autoestima y luchar contra el enemigo. Cuando luchan y mueren, perpetúan el ciclo de violencia iniciado por Israel cuando ocupó Palestina.
La fuente: The Jordan Times (Jordania). La traducción del inglés pertenece a Sam More para elcorresponsal.com.