DOS POETAS EGIPCIOS
Por Ahmed Hegazy
Escribí mi número telefónico
Mi nombre y mi dirección
Si de repente muero
Mis amigos vendrán y me identificarán
Imagino lo que pasará
Si no vienen
Me quedaré en la morgue dos largas noches
Temblarán los fríos alambres del teléfono en la noche
Snará el timbre
Sin contestación… una… dos veces
Alguien le dirá a mi madre que estoy muerto
Mi madre -triste campesina-
¡Cómo caminará sola en la ciudad
Mi dirección en su mano!
¡Cómo pasará la noche a mi lado
En el silencioso salón
Vencida en su soledad
Consolada en la reclusión de su dolor
Sola, meditando
Sobre sus penas ocultas
Tejiendo mi mortaja con negras lágrimas!
Quisiera que mi madre hubiera tatuado el brazo de su hijo
Para que yo no me extraviara
Para que no traicionara a mi padre
Para que mi primera cara no se escondiera bajo la segunda
Cuando veo a hombres y mujeres salir en silencio
Después de pasar dos horas conmigo
Sin cruzar mirada alguna, sin contemplar otras escenas,
Cuando veo que, en la vida, no hay locura
Y sobre nosotros vuela el pájaro de la quietud
Siento como si de verdad estuviera muerto y yaciera en silencio
Contemplando este mundo agonizante.
Ahmed Hegazy (1935) es uno de los poetas más destacados de Egipto. Trabaja en el Departamento de estudios arábigos en la Universidad de París. Ha publicado cinco colecciones de poesía, entre ellas, “Ciudad sin corazón” (1959). Tradución del inglés de Claire Pye.
En la estación de trenes
Por Mohammed Ibrahim Abú-Sinnah
El tren,
con ojos brillantes,
esperaba que la lluvia
no ocultara más la vista
(algo desigual, por la temporada)
mientras permanecimos quietos
luchando contra tristeza y locura;
porque tras el muro nocturno,
alto, oscuro y petrificado,
destellaban las tenues luces del recuerdo.
Estabas pálida, vestida de negro
y partiste como un trueno
en mis ojos ciegos,
buscando entre las cenizas de lo visible,
mientras soñabas con la primavera,
una semilla verde imperceptible.
Me hiciste preguntas sin sentido.
Guardé las respuestas en silencio,
resistí la destrucción de esta ciudad:
¡La muerte de la historia
en la estación de los trenes!
Y entonces preguntaste
con tu lengua quemada:
“¿Todo fue mentira?
Me mentiste cuando juraste que este amor
perduraría mil años,
que en la cúpula sobreviviría
que sería siempre alumbrado por estrellas y paz?
¿Todo fue mentira?”
“No, querida mía,
estaba tan solo enamorado.”
“¿Y de nuestro amor qué será?”, repuso ella.
Contesté: “Según el médico,
se hundió una bala en el corazón del amor.
Bien sabes que el misterio vela su muerte.”
“¿Pero quién lo hizo?”
“No fui yo, y tú sigues jurando
tTu perfecta inocencia.”
“El viento, mi querida,
anuncia nuestra culpa,
¡Estamos en la mira!
Se impacienta el tren, tiembla su fuego,
el cadáver palpita, lo desnuda,
el viento señala la gente: somos culpables.
Entonces,
¿llegó la hora de fugarnos?”.
Mohammed Ibrahim Abu – Sinnah nació en 1937 en Giza, Egipto. Graduado en Estudios Arabes en la Universidad Al Ahar, en 1964, y actualmente es uno de los poetas de la Escuela Contemporánea de Poesía Arabe y director del programa de creación cultural de la emisora Egyptian Radio. Entre sus libros de poemas más destacados se encuentran: Winter Garden (1969), Night Bells (1975), Ashes of the Green Questions (1990), Nile Dances (1993). Ha sido ganador de los siguientes premios: “Encouraging Prize in Poetry” (1984), Premio “Kavafis” (1990), Premio “Andalucía” (1997) y el Premio “Fikky” (1998). Actualmente es miembro del Comité de Poesía del Higher Council of Culture. Versión en Español de Claire Pye.
La fuente: estos poemas han sido editados previamente por Prometeo (http://www.epm.net.co)